“Siempre Alice”
Título original: “Still Alice”
Director: Richard Glatzer y Wash Westmoreland
EEUU
2014
Sinopsis (Página Oficial):
La doctora Alice Howland es una conocida profesora de neurología de la Universidad de Columbia. Felizmente casada y madre de tres hijos, no da mucha importancia a los pequeños lapsus mentales que padece cada vez con más frecuencia, hasta que debe comenzar a luchar para seguir siendo Alice.
“Siempre Alice” condensa todo su conflicto, alocución y catarsis en un discurso que Alice Howland (Julianne Moore) da —en contraste con una de las primeras secuencias— ante una conferencia de Asociaciones por el Alzheimer a golpe de rotulador fluorescente:
La poetisa Elizabeth Bishop una vez escribió «El arte de perder no es tan duro de dominar. Muchas cosas parecen fallar con el intento de la pérdida, pero la pérdida no es un desastre». No soy una poetisa, soy una persona viviendo con Alzheimer prematuro y como esa persona, me he hallado aprendiendo el arte de perder, cada día. Perdiendo mis pertenencias, perdiendo objetos, perdiendo el sueño, pero principalmente… perdiendo recuerdos. […] Toda mi vida, he acumulado recuerdos, vienen a ser de alguna manera, mi más preciada posesión. La noche que conocí a mi esposo, la primera vez que tuve mi libro de texto en mis manos. Teniendo a mis hijos, haciendo amistades, viajando por el mundo. Todo lo que he acumulado en la vida, todo por lo que trabajé, ahora todo eso me ha sido arrancado. Como pueden imaginar, o como pueden saber, esto es el infierno. Pero se pone peor. ¿Quién nos tomaría en serio, cuando estamos tan lejos de lo que una vez fuimos? Nuestros extraños comportamientos, nuestros titubeos, cambiando la percepción de nosotros. Y la percepción de nosotros mismos. Nos convertimos en ridículos, incapaces, cómicos, pero esto no es lo que somos. Esto es nuestra enfermedad, y como cualquier enfermedad, tiene una causa tiene una progresión, y podría tener una cura. Mi mayor deseo es que mis hijos, nuestros hijos, la próxima generación, no se enfrente, con lo que estoy enfrentando. Pero por el momento sigo viva, sé que estoy viva. Tengo gente que quiero en serio, tengo cosas que quiero hacer en mi vida. Luchar contra mí, por no ser capaz de recordar cosas. Pero sigo teniendo momentos en el día de pura felicidad y alegría. Y por favor, no piensen que estoy sufriendo. No estoy sufriendo, estoy luchando. Luchando por ser parte de las cosas, por seguir conectada con quien fui una vez. Viviendo el momento es lo que me digo, es realmente todo lo que puedo hacer… Vivir el momento y no exigirme demasiado. Y no… no exigirme demasiado, por dominar el arte de perder. Una cosa de la que sí trataré de acordarme, es el recuerdo del discurso que di hoy. Se irá, sé que lo hará, quizá para mañana, pero significa mucho el hablar aquí hoy, como mi vieja y ambiciosa yo, que estaba fascinada por la comunicación. Gracias por esta oportunidad, significa el mundo para mí.
Alice se aferra sus recuerdos, trata de sobrevivir en su memoria y de relacionarse con sus seres amados y cercanos antes de que se desvanezcan. Richard Glatzer y Wash Westmoreland trabajan sobre la propia protagonista y que su punto de vista se convierta en la guía cinematográfica. Desmigajan el núcleo, difuminan los fondos, van borrando huellas con el montaje. Los directores se amparan en esos desenfoques sobre el contexto, en reflejos imprecisos de la protagonista sobre superficies… Vamos avanzando con ella en esa caída a través del montaje, de recuerdos que se van insertando sobre la puesta en escena en la que se aleja en todos los aspectos de su familia, como si nosotros también nos quedáramos perdidos junto a Alice y ese móvil que se convierte en su diario y pasajero de su enfermedad. Lo mejor de “Siempre Alice” no es esa extraordinaria Julianne Moore sino que Kristen Stewart se cree actriz dentro de la película. Drama. De los buenos. Considero que únicamente el film tenía dos opciones:
a) La escribía y dirigía Michael Haneke.
b) Ser la nueva película de Adam Sandler.
Y he ahí su problema. O bien nos ceñimos al terror psicológico desasosegante y brutalmente dramático sin formalismos que valgan… o surge una parodia involuntaria en su secuencia más trágica, cuando Alice realiza esa conexión virtual mirándose a ella misma y proponiéndola una solución por necesidades del porno dramático. El interés de seguir el retrato de ese fantasma que se aleja de su propio cuerpo por Glatzer y Westmoreland se encuentra en comprobar cómo se desprende la propia obra de la carcasa que hará que quede completamente vacía y perdida. El problema sigue siendo la concepción banal de la propuesta, del subrayado melodrama familiar como solución formal y narrativa a la enfermedad. Toda la conexión con su hija (Kristen Stewart) es ciertamente esa catarsis emocional para agudizar y tensar ese leit-motiv remarcado por la protagonista: «¡Sé lo que siento! ¡Sé lo que estoy sintiendo! Y se siente como si mi cerebro se estuviese muriendo y todo por lo que trabajé en mi vida entera… se irá. ¡Todo se irá!». Efectivamente —y cuando llegan los títulos de crédito— ‘All is lost’ menos la propia Alice, menos esa especial y extraordinaria Julianne Moore que quedará para siempre en nuestro recuerdo. Sobre el resto: all is lost…
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