Por casualidades del destino Jeff Daniels ha pasado a ser el centro de atención gracias al exitoso estreno de “Dos tontos todavía más tontos” y la despedida formal de “The Newsroom”, serie que le hizo ganar un Emmy contra todo pronóstico. En realidad, todo este epílogo que propone Aaron Sorkin es una declaración de intenciones respecto a la controversia generada por su creación. Se notan tanto sus disculpas ante las virulentas críticas recibidas como su afán de dar sentido a su discurso. El drama de HBO es demasiado quijotesco, ficticio y utópico para contentar a todo aquel que quiera analizar los medios desde el prisma de la manipulación corporativa e ennoblecer la profesión. De hecho, Sorkin siempre ha utilizado el reflejo de su sermón y alegato para diseccionar sucesos reales en el marco político de su país y el precio fatal que puede suponer ser independiente e idealista. Nos quedan seis episodios para formalizar el adiós y “Run”, segundo capítulo de la tercera y última temporada de “The Newsroom”, nos lleva a un territorio peligroso para ACN y todos sus trabajadores.
‘News Night’ está en peligro por distintos y acechantes frentes. Tras el desastre informativo que supuso ‘Operación Genoa’ y la rectificación de la cadena ante un engaño que fue trazado durante la segunda temporada, nadie quiere ver a Will McAvoy. Sus informativos han perdido toda credibilidad y debe conformarse con un cuarto puesto que hace peligrar su rigor, idealismo y profesionalidad periodística. La historia de Neal es el foco principal para esta temporada final, en la que una filtración de documentos clasificados por alguien del gobierno genera una gran noticia pero, al mismo tiempo, una gran condena. Neal incurrió en un delito de espionaje bastante grave y sabíamos que Rebecca Halliday (Marcia Gay Harden) iba a aterrizar en breve en las oficinas. Mientras tanto, Reese Lansing y Charlie Skinner tienen que lidiar con esa OPA hostil identificada por Sloan hasta que la ‘Leona’ de la función haga su aparición estelar. “Run” desea formalizar todos los detalles de esa fuga del Departamento de Defensa y las implicaciones para todos los personajes, perfilando una historia independiente de Maggie Jordan y seguir la relación de Sloan y Don. En resumen, una nueva y gran dosis de “The Newsroom” donde de nuevo las redes sociales tienen acto de presencia al cometer Hallie Shea un terrible error. Hallie eliminó un tweet de la cuenta oficial de ACN en el que bromeaba, por equivocación, a costa de los conservadores sobre los atentados de la maratón de Boston: «Los republicanos se alegran de que haya finalmente una tragedia nacional que no implique armas». Aunque el tweet fue a altas horas de la noche, finalmente el F5 da sus frutos y los medios sensacionalistas se hacen eco. Charlie tiene que despedir a Hallie. End of the story… y entendemos que es un recurso argumental para quitar del medio a Hallie de la redacción de ‘News Night’. Por otro lado, Don hizo dinero de forma descuidada con con información privilegiada proporcionada por Sloan. No es el drama de “Run” sino esa sofisticada comedia que le encanta a Sorkin con gente inteligente dándose réplicas a la velocidad de la luz. Los gofres y las pruebas de amor salvarán la función y así se saca provecho a ese par de personajes capaces de perfilar sketches y situación extrapoladas de la comedia de situación. La serie también quiere seguir equilibrando esas cuotas tan cuestionadas por sus detractores.
Llegamos al drama y el suspense. El equipo de redacción se somete a un debate legal y periodístico. ¿Tienen que informar de esa historia bajo el riesgo de que Neal pueda ser perseguido por la justicia? Recordemos, si no hay historia… no hay cuerpo del delito ni crimen. Mac tantea a una vieja amiga del FBI que trabaja en este tipo de casos y se sorprende al escuchar que es poco probable que un periodista vaya a prisión (en la nación que se auto-afirma la más democrática del planeta). Normalmente los casos se resuelven por un cargo de desacato aunque contrasta con toda la información sobre derecho que nos indica Rebecca Halliday. ¿Está Neal en peligro o no? ¿Está de acuerdo en pasar un par de semanas en la cárcel como sacrificio para dar luz a la historia de esa gran noticia con 38 personas muertas? ¿Si no dan la exclusiva y revelan al mundo escándalo no elevarían la cantidad a 39? Cambiamos de aires y nos centramos en el viaje en tren de regreso a Nueva York desde Boston de Maggie. Si el periodista no busca a la noticia, la noticia busca al periodista. Maggie se percata de que un empleado del gobierno, Jimmi Simpson (interpretado por Paul Lieberstein, productor del show) se queja de la falta de apoyo del presidente a la EPA. ¡Y está en su vagón! Maggie graba todo de una manera un tanto cómica y se enfrenta a esa fuente ‘casual’ donde la ética hace acto de presencia. Maggie declina, por lo tanto, de su historia al ser fiel a su propio código moral y dicha fuente del gobierno le facilita otra historia a cambio en una situación muy ‘Sorkin’. Maggie, de paso, impresiona a un profesor de ética (en el derecho) que se encontraba sentado cerca de su objetivo y el ayudó en su plan de asalto. Se llama Jack Spaniel y está interpretado por Jimmi Simpson. Uy, uy, uy… Así que tanto la parcela profesional como romántica de Maggie parecen ser otro de los objetivos para dar sentido y cierre a todo su arco argumental en 3, 2, 1…
Charlie y Reese tienen que hacer frente común para lidiar con un par de gemelos (medio hermanos de Reese) que se encuentran detrás de la OPA hostil. Los planes de ambos, interpretados por Kat Dennings y Christopher Nicholas Smith, son vender sus acciones a Savannah Capital, siendo una empresa que no continuará con la sección de informativos. Todo peligra y ahí emerge la ‘Leona’ de la función para recuperar a la siempre prodigiosa Jane Fonda en el reino de “The Newsroom”. Leona va a poner las cosas claras a los hijos de su ex marido, les va a aclarar qué opina de ellos y se dará cuenta de que únicamente se ven movidos por el dinero. Leona deberá subir el precio de Savannah y conseguir 4 mil millones de dólares… Un dinero que su hijo le recuerda que no tiene. Con ese frente mortal abierto, llega el dilema de Neal y una decisión que tomó en el momento que fue al baño y contactó con el BCD para que el FBI haga acto de presencia. El capítulo nos revela esa conexión de Will con Neal y nos regala grandes secuencias con ambos juntos. Will, en privado, pide a Neal revelar su fuente mientras orquesta con Jenna la forma de hacer llegar un mensaje a su chico antes de que el FBI haga acto de presencia en la redacción. Molly dirige la investigación y confirma que las cosas han cambiado respecto a la conversación que tuvo con su amiga Mac. Los conocimientos de la fuente de Neal ponen en duda que operara solo y si el FBI descubre que el periodista le ayudó será acusado de todos los cargos inimaginables. Más o menos… así de chungo. Will indica a Molly que él también conoce la fuente y quiere llevar sobre sus hombros el peso moral y ético de la noticia. Recordemos, él es el gran Quijote. Vemos a Neal fuera del edificio, vestido para la ocasión en esa película de espías y conspiraciones que está protagonizando sin saberlo. Se deshace de su smartphone y quema esa nota que le dejó Will, que deja claro aquello que debe hacer: RUN. Corre, Neal, corre…
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