Serie de TV
“Happyland”
EEUU
2014
Sinopsis (Página Oficial):
“Happyland” es una comedia dramática adolescente con un toque de telenovela que explora la parte más vulnerable de uno de los parques temáticos más populares del país, que va detrás de las bambalinas para revelar que la realidad no es tan mágica para los trabajadores del parque. La serie se centra en Lucy (Bianca Santos), la cínica hija adolescente de la idealista princesa del parque, Elena (Camille Guaty). Habiendo crecido en un mundo de felicidad fabricada toda su vida, Lucy quiere salir y experimentar algo real. Cuando Ian (Shane Harper) —el hijo del nuevo propietario del parque— aparece en su vida, ella queda prendada rápidamente. Lucy se queda pensando si existen los finales de cuentos de hadas, después de todo. Pero cuando un escandaloso secreto vuelve su vida del revés, se entera de que Happyland está lejos de ser un simple paseo por el parque.
MTV ha encontrado en “La chica invisible (Awkward)” y la reciente “Finding Carter” dos bastiones para explotar los traumas (y dramas) adolescentes. Si bien Jenna Hamilton desea tratar con afilada ironía las heridas provocadas por el paso final por el instituto y la entrada en la edad adulta dejando atrás la adolescencia, Carter Stevens se ve atrapada en un culebrón y telefilm de sobremesa bajo los códigos y formatos para (y por) las nuevas generaciones. “Happyland” desea situarse entre ambos universos emocionales valiéndose de un culebrón para el fondo y reivindicar la comedia mordaz como lectura de las desgracias emocionales de la protagonista. Lucy Velez no cree en los cuentos de hadas y está acostumbrada a recorrer las bambalinas de un mundo mágico que no es tal y que avivadamente nos presentan. No falta un príncipe con perfectos abdominales que harán estremecer y palpitar el útero de esa improvisada princesa que desea escapar de ese reino de falsa e impostada felicidad. ¿Y cuál es el problema? ¿El chico es el hijo del propietario del parque temático y nos encontramos ante una versión de una telenovela de ricos y pobres? No, el príncipe es, en realidad, su hermano. ¿Bienvenidos a los nuevos Leia y Luke Skywalker atrapados en “Adventureland” de Greg Mottola? Va a ser que no. No, no y por un millón de títulos de créditos inclinados en el espacio: NO.
Para empezar, comparten únicamente al mismo padre biológico, no tienen carisma y, para acabar, el mero hecho de mencionar tanto en el título como en los interiores de la reseña una referencia tan warsiana me pone en riesgo tanto de exclusión social como de una inminente muerte por estrangulamiento. Olvídense de banda sonora de Yo La Tengo y camisetas molonas porque “Happyland” es un culebrón que no se molesta en retozarse cómicamente y cínicamente por sus lugares comunes como recientemente trató de gestionar “The Spoils of Babylon”. Más allá de la pulpa del incesto e irrefrenable deseo sexual de los protagonistas, llegamos a infinidad de clichés sobre cuentos de príncipes (ricos) y princesas (pobres). El reciclaje con tono juvenil de una telenovela no le sentando nada bien a unos desaprovechados personajes declinados a un guión pobre y escasamente pulido. Poco importa, se busca la inmediatez más descarada a través de un juego de parejitas y cruces emocionales mil veces visto y por el que ya hemos paseado hasta la extenuación.
Si Jia Zhang Ke utilizaba en “Shijie (El mundo)” un parque temático para hablar de la globalización y las bambalinas de los grandes imperios y gigantes en (eterna) construcción, MTV ha perdido una oportunidad para reformular sus propios shows bajo una mirada tan destructiva como paródica. Incluso pudiera mofarse de “Érase una vez (Once Upon a Time)”, de los finales felices y los cuentos idílicos, pero “Happyland” declina de cualquier actividad neuronal que no implique fijarse y ceder a los sudados, marcados abdominales y trajes de puro emperifollamiento (sin mucho follamiento). Ni una crítica a los trabajos basura para las nuevas generaciones, en aprovecharse de la credulidad infantil o romper cualquier tipo de tabú en prime-time como bofetada al espectador biempensante. ¿Qué hubiera ocurrido si “Happyland” fuera la primera serie de MTV en tratar el incesto más pasional, descarnado y amoral? ¿Qué hubiera pasado? Aquí, la única fogosa pasión se reduce a unos fuegos artificiales sobre el fondo que propicia una gran montaña rusa como único, al parecer, acto prohibido de la dramedia. Este cuento, completamente prescindible y superficial, ya tiene moraleja y chiste burro: «Si no fueras mi hermano/a, te estaría haciendo un Frigo Dedo, pasando por el ColaJet y comiéndote hasta el Frigo Pie».
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