“¡Cuán pocos son aquellos que tienen el coraje suficiente sobre sus propios errores, o suficiente resolución para enmendarlos!
Benjamin Franklin
En su primera temporada nos dieron los 13 siguientes pasos:
Felicidad, confianza, temor, aceptación, respeto, conciencia, orgullo, ira, compasión, aislamiento, duda, sacrificio e identidad.
En su segunda temporada nos dieron otros 13 nuevos:
Progreso, dejarlo estar, dignidad, culpa, ahora, control, evasión, verdad, servicio, honestidad, preguntas, resentimiento y secretos.
En su tercera temporada nos dieron otros 13 más:
Incertidumbre, confort, sospecha, sinceridad, vergüenza, engaño, intuición, perspectiva, confrontación, distancia, estancamiento, heroísmo y lamentos.
Y, ahora, en su cuarta y última temporada:
Primer episodio “Amends”, enmienda; segundo “Consequences”, consecuencias; tercero “Loyalty”, lealtad; cuarto “Answers”, respuestas; quinto “Forward”, adelante; sexto “Patterns”, patrones; séptimo “Responsibility”, responsabilidad y octavo “Courage”, coraje.
“Wilfred” siempre ha sido una dramedia y en algunos pasajes se ha decantado por formalizar un gran conjunto trágico y conmovedor por encima de sus rasgos cómicos característicos. Los guionistas saben que se encuentran ante el adiós definitivo pero quieren recordar todo el pasado de la serie y dotar ese manual de auto-ayuda perruno en un elemento vital y sobrecogedor para la audiencia. De este modo, han volteado la explicación de la serie con una teoría mitológica: que Wilfred es Mataman, Dios que conduce a la felicidad al ‘elegido’, y Bruce ejerce Krungel, El Diablo. Disponemos de elementos y tramas pendientes que se van a ir cerrando en estos ya tres capítulos finales como el bienestar de Kristen, la boda de (la nueva) Catherine con el Dr. Cahill, el secreto sobre la secta del Rebaño del Pastor Gris con ese viejo extorsionador embutido en látex y, por supuesto, la propia felicidades de Ryan. Recordemos que Wilfred consiguió su sueño de convertirse en un perro de tres piernas pero el precio pudiera ser muy alto…
Y es que el cierre de “Wilfred” se vuelca en el drama y el la gestión de una despedida en su amplio sentido de la palabra. El veterinario que revisa la herida de Wilfred descubrirá un tumor que finalmente tornará en cáncer de pulmón. Sí, Wilfred se nos muere y es hora de completar una lista a lo “Mi vida sin mí” de Isabel Coixet mientras el chucho trata de realizar y plasmar la visión que tuvo para completar la felicidad tanto de su dueña como de su mejor amigo y ‘elegido’. La idea es contrarrestar los miedos y resumirlos en ese choque y riesgo que supone para un perro de tres piernas subir y bajar una escalera o declarar su amor a un humano por parte de otro ser humano. De este modo, el círculo se complementa con la superación de sus temores y que la propia sentencia de muerte canina sea ese ‘antes y después’ para que Jenna y Ryan inicien su relación y se declaren su amor. El potencial también es otro, como dar una despedida y conclusión a la relación de Oso y Wilfred, haciendo que el propio Ryan comparta ese sentimiento hacia un objeto aparentemente que solamente vive en la cabeza y mente de su perro. Ryan es, en realidad, ese centro de emociones y sentimientos. Recordemos, él es el elegido.
Posiblemente con la unión de Ryan y Jenna y la inminente defunción de Wilfred comprendamos el camino hacia la felicidad que ha representado la serie, ya que el can carece de significado una vez que ha conseguido aquello que representaba como presunta deidad: acercar al bienestar y estabilidad a su compañero designado en su viaje y aventura vital. Si analizamos el recorrido de “Wilfred”, Ryan ha crecido como persona y consiguió sobreponerse a la presión y poder paterno e incluso enfrentarse al mismo no sin hallar una vía de reconciliación y segunda oportunidad. Wilfred siempre estuvo presente y su cáncer de pulmón permite incluso entablar un discurso de comedia negra al achacar su mal de manera hipócrita y cínica al pobre Ryan por considerarse un fumador pasivo. El show quiere madurar, crecer y que el espectador sienta en ese adiós y defunción la propia muerte de la serie. Imaginamos la futura muerte de Wilfred y Ryan viendo a su amigo ya como un perro finalizando el hechizo… o a Jenna adoptando a un nuevo miembro de la familia con Matt Damon embutido en un disfraz de can. Las posibilidades son emocionales y la muerte y vida completan ese círculo que nos va a dar las pertinentes explicaciones para explosionar nuestras sonrisas y lágrimas. Esperemos, eso sí, que “Wilfred” no acabe como Oso a manos de ese evil-cachorro… y los guionistas tengan ese coraje necesario para completar ese viaje del que hemos también hemos sido pasajeros.
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