Páginas Bastardas

lunes, 18 de agosto de 2014

True Blood (7x09) Love Is to Die: Vergüenza ajena en 2,1…

Después de una flatulencia mortal de vergüenza ajena, “True Blood” llega (¿por fin?) a sus últimos mordiscos ventosos para despedirse definitivamente (¿por fin?) de nuestros televisores bufados. ¿De verdad? ¿De verdad que no vamos a tener un spin off en ciernes? ¿De verdad que esos rumores de HBO por llevar a los escenarios una de sus series fetiche para hacer un musical no es una noticia de El Mundo Today? ¿De verdad que no van a salir del armario todos sus intérpretes masculinos y femeninos y todos a la vez? Muchos (y muchas que son muchos) se conformarán con su dosis de culo de Ryan Kwanten y sus toneladas de trospidez… pero otros sentimos una absoluta vergüenza ajena y mortal cada vez que se emite un nuevo capítulo de esta despedida que huele a un funeral en medio de un estercolero. Cada entrega es una estaca en nuestro corazón (y corasón) que penetra más duramente, que devasta y aniquila todos los nervios alrededor que pueden producir alguna emoción. Ni siquiera leer la sinopsis oficial de “Thank You”, series finale de la serie, ayuda a digerir ese corte de digestión provocado por el ridículo monumental e idiotez que han reinado en las últimas temporadas. “Love Is to Die”, noveno episodio de su séptima temporada y penúltimo de la ficción, confirma que la nostalgia para unos es vergüenza para muchos (y muchas que son muchos). Queda menos… 2,1…

Condesemos, por penúltima vez, la infinita vergüenza ajena en los distintos frentes: 

Bill no quiere tocar el cuello de la ‘Bodhisattva de la Earth’ (Noomi AKA Sarah Newlin) con la cura de la Hepatitis V en su cuerpo serrano. Que si el destino, que si el guión, que si voy de vampiro emo y elijo la muerte… verdadera. Muchos nos sentimos como Sookie y Jessica abofeteando una y otra vez a esa alegoría de la actual serie, completamente enferma y a punto de palmarla, que simplifica Bill. ¿Nos queda únicamente que “True Blood” nos libere de su hechizo definitivamente y consolarnos con Eric y Pam? Lloremos pues por la vergüenza ajena en 2,1…

Sabemos cómo acaba el culebrón Jason / Hoyt / Jessica / Brigette y realmente no nos importa nada… pero los guionistas han pensado que sí y, efectivamente, el público tiene bastante simpatía por Jessica y el culo de Jason, pero de ahí a que se nos caigan las caballeras y las neuronas pues como que no. Conversaciones de un culebrón escrito mientras se planta pino, situaciones tan previsibles como una erección viendo un vídeo porno y, sobre todo, esos momentos tan romántico-bobalicones-sexuales. Sí, follan todos y ya en el orden correcto o casi-follan o no-follan pero se folla. ¿Y el resto? Vergüenza ajena en 2,1…

Las conversaciones filosóficas-existenciales de Eric y Bill aclaran y simplifican el asunto continuando con esa alegoría sobre Bill: él es “True Blood” y nosotros somos como Sookie, tontos y con facilidad para que se nos caigan las bragas con cualquier cosa que tenga colmillos o un torso-pecho-lobo. Bill (o sea, la serie) nos ha mentido, utilizado, amenazado e incluso cuasi-violado… pero siempre (siempre y siempre) hemos vuelto con “True Blood”. Sí, somos tan tontos y bitches como Sookie… así que tampoco critiquemos demasiado el asunto, que para eso estamos aquí. ¿Amar a esta serie es morir? Es hora de que nos liberen aunque nos merecemos una explicación y no una tan cutre como la de Eric, consejero matrimonial haciendo el último favor a su amigo Bill para hablar con la hada-moja-bragas. Sí, sí… habla con nosotros. Sí, sí… da a tu club de fans un paseo follador… Ups, quería decir… volador. Porque sí, sí… aquí la única que ha recibido consuelo en este episodio (y recta final de la serie) ha sido la vagina (o algo cerca de la entrepierna) de Ginger. Sí, sí. ¿La auto-consciente vergüenza ajena es vergüenza ajena en 2,1…?

Como esto es “True Blood” y no un culebrón cutre-y-de-sobremesa con vampiros, en la que todo se reduce a un tinte de pelo ante unos japos locos que sólo entienden la palabra ‘puticlub’ como mayor acto de suspense episódico, llegan los giros de guión. Perdón: giro (único) de guión. El cliffhanger (¿alguien recuerda que esta serie tenía los giros más locos del momento… en su momento?) se reduce a que después de uno de los polvos más chiflados y orgásmicos de la serie, Eric tiene que repetir por millonésima vez la misma elección de siempre de la mano de Mr. Gus. ¿Pam o Sookie? ¿Su compañera e hija primogénita o la humana calienta bragas de turno? Eric tiene que delatar a su hada para salvar la vida de Pam al enterarse los japos de la Corporación Yakonomo que Sookie lo sabe. Sí, lo sabe. Se aproxima la vergüenza ajena en 2,1…

Nuestra cara en 2,1...
Nos queda tomar las mismas drogas que Arlene Fowler. Nos queda fugarnos de ese Bon Temps cual Sam Merlotte. Nos queda ponernos la bolsa de hielo en la entrepierna ante tanta hostia y maltrato que nos da esta serie. Nos queda tener las conversaciones telepáticas más tontas o que la folclórica de traje rojo-putón nos enseñe cómo empezar de nuevo… una y otra vez. Hemos empezado tantas veces de nuevo con “True Blood” que imaginarnos un mundo sin la serie de HBO es tan liberador como ese golpe de puerta que nos da Bill en nuestra frente. Gracias por despertarnos. Gracias. Gracias por recordarnos la vergüenza ajena que tenemos delante en 2,1…

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1 comentario:

  1. Antes que nada gracias por las review de la serie, siempre sois los primeros en hacerlas y a los que primero acudo para leer impresiones del capitulo.
    Después de pasarme una temporada echando pestes de la serie, me ha sorpendido que este 7x9 me haya gustado, y que Bill por fin haya reconocido que sólo aparta oscuridad a la vida de Sookie y está como tonta siempre acude a él en busca de más. No sé como acabará la serie, pero sí es como este último capitulo seguro que vuelvo a hacer las paces con la serie de vampiros de la HBO. Soy fan de Eric y Pam, espero que a ninguno de los dos le pase nada, ni siquiera para salvar "heroicamente" a la camarera más famosa de Bon Temps.

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