Aprendiz de gigoló: Cuando el ‘RancioFact’ quiere ser ‘Cultureta’

“Aprendiz de gigoló”

Título original: “Fading Gigolo”

Director: John Turturro

EEUU

2013

Sinopsis (Página Oficial):

Fioravante decide hacerse gigoló para sacar algún dinero con el que ayudar a su amigo Murray, que está sin blanca. Con Murray como «mánager», esta pareja profesional se verá rápidamente atrapada en los entresijos del amor y el dinero. El célebre y prestigioso director Woody Allen protagoniza esta comedia en la que comparte cartel con Sharon Stone (nominada al Oscar por “Casino”), Sofia Vergara (“Modern Family”), Vanessa Paradis (“La chica del puente”) y Liev Schreiber (“Salt”). Detrás de las cámaras, el actor de culto John Turturro (“Barton Fink”, “O brother!”).

Crítica Bastarda:

Confirmado, ser gigoló despierta una inadmisible hipocresía cinematográficamente hablando:

— Si alguien en este país se dedica a tal profesión (y alguien a filmarlo como “Desde que amanece apetece”) te sitúan en la caspa española, en el ‘RancioFact’ y como candidato a formar parte de Las 100 Peores Películas de la Historia del Cine Español.

— Si ejerce de gigoló David Bowie en Alemania (“Schöner Gigolo, armer Gigolo”), te ponen de vuelta y media entre tanta estrella y sobaco de diva (Novak, Dietrich). 

— Si el gigoló es Richard Gere durante los 80 (“American Gigoló”), te acusan de hacer mojar bragas a marujas y te encasillan de por vida.

— Si Rob Schneider se atreve a ejercer y hace una secuela (“Gigoló”, “Deuce Bigalow: Gigoló europeo”), te fusilan y te llueven nominaciones a los Razzies. 

Pero si lo hace un actor de culto como John Turturro y su chulo es Woody Allen llegan los ‘culturetas’ y se ponen a aplaudir… cuando está película es un ‘RancioFact’ en toda regla con bastantes puntos (y putos) en su contra:

• Sharon Stone es una dermatóloga que comenta a su amiga (Sofía Vergara) —y delante del más provecto de sus pacientes— que están interesadas en hacer un ménage à trois. ¿? Es más, ¡quieren pagar a aquel macho que se una al trío ardoroso! Muy creíble la premisa, sí.

• Sofía Vergara hablando de ser el hombre en la cama (y calzarse la pistola) pintada como una puerta en plan travelo y finalmente olvidándose del argumento y diciendo que ella es la puta que cobra aquí. WTF!? 

• Ponen a los judíos ortodoxos peor que a los talibanes… pero, contradictoriamente, no apedrean a muerte tanto al personaje de Vanessa Paradis como a su pelucón después de interrumpir un juicio y sala exclusiva de hombres. ¿¡En qué quedamos!?

• Después de la polémica con Dylan Farrow, hay un desafortunado momento cuando el ‘hijastro’ del personaje de Woody Allen sale del baño diciendo que le duele el culo y recordándonos a las víctimas del pederasta de “Happiness” de Todd Solondz. Tranquilos, fueron las verduras… ¿Un pepino, tal vez?

• «Donde hay amor, hay dolor». Perdón, ¿«Donde hay “Aprendiz de gigoló”, hay dolor» o «Donde hay amor, no hay erección»? Entre el adefesio (sin acritud) de Vanessa Paradis que sólo vale para sacar piojos y que tiene menos arte para quitar la espina de un pescado que la vegana de ‘MasterChef’, entre los rizos púbicos de Liev Schreiber y tanto Fioravante y chiste barato de fontanero chirriante, el espectador que paga por ver semejante manifiesto delictivo (el dinero que gana el puto y su chulo es tan negro como la moral del argumento) se siente como una de las clientes del prosti-fruto de la película… pero sin el placer y con mucho dolor, claro.

• Pero lo peor de todo es que los cuatro momentos sueltos con gracia ya están en el trailer… No se preocupen, que los ‘culturetas’ aplaudirán está película de putos, frutas y chulos allenianos. Una cinta tan retrógrada y rancia, tan blanda y estúpida que el propio aplauso da la impresión de definir esa hipocresía de la caricatura a un lado y otro de la pantalla. Sí, estos son los mismos progres que luego le dan al Me Gusta en las campañas campaña «de sensibilización contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual». ¡Qué vergüenza!

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