Páginas Bastardas

viernes, 21 de marzo de 2014

Babylon: La comunicación de 360 grados

Serie de TV
“Babylon”
Reino Unido 
2014

Sinopsis (Página Oficial):

La fuerza policial de Londres está en la necesidad de una renovación de imagen pública y el jefe de policía Richard Miller, interpretado por James Nesbitt, ha encontrado la mujer ideal para hacerlo. La visionaria estadounidense del mundo de los nuevos medios Liz Garvey, interpretada por Brit Marling, se dispone a revolucionar el departamento de relaciones públicas de la fuerza al mismo tiempo que emerge un brote de violencia. “Babylon” es la original comedia dramática dirigida por Danny Boyle, escrita por Sam Bain y Jesse Armstrong, con un reparto que incluye Brit Marling, James Nesbitt, Jill Halfpenny, Paterson Joseph, Bertie Carvel y Adam Deacon.

Crítica Bastarda:

Channel 4 y Danny Boyle pudieran ser el tándem perfecto para formular un policíaco mediante el choque de una inteligente cara bonita y las arrugas de la vieja escuela expresada en el rostro del jefe de policía protagonista. La idea es que el piloto impacte lo suficiente a la audiencia mientras se graba el resto de su primera temporada durante el 2014. O eso era la teoría porque sus índices de audiencia a la que se han sumado cierta controversia en las críticas tanto del público como de la prensa especializada en la recepción del piloto pueden provocar que suenen las sirenas de la cancelación. “Babylon”, no obstante, funciona como comedia dramática y serie policial pero prácticamente no aporta demasiado si tenemos en cuenta que estamos hablando del director de 127 horas, “Slumdog Millionaire” o “Trainspotting”. Ya sea porque se esperaba más comedia o drama (a convicción) y el argumento (y sus personajes) deja unos márgenes de posicionamiento moral difusos, no ha seducido e impactado del todo a los espectadores. 


La cerca de hora y media del piloto de Danny Boyle trata de hallar el ritmo de integrar diferentes frentes bajo un reparto coral para que sigamos a los agentes de pie de calle de la policía Metropolitana de Londres y las intrigas que emergen en pasillos y despachos. La idea de la columna de “Babylon” la establecen el comisionado y diversos personajes antagónicos con una lucha interna de poder gracias a la llegada de Liz Garvey. Podríamos tener una crítica ácida al mundo actual sumido en redes sociales y comunicaciones y mamar de Black Mirror los ejes que establezcan esa cacareada ‘comunicación en 360 grados’. El procedimental aquí podía cobrar una inusual envoltura estableciendo, por ejemplo, que los espectadores estuviéramos posicionado por el punto de vista de las cámaras que integran una ciudad. No es que Boyle desee sumirse en el cine experimental como marco de su historia sino en resortes un tanto cómicos que se resumen en la secuencia de apertura con un hombre semidesnudo y luciendo genitales que pide perdón para sus partes íntimas con un taser. 


En tiempos de dominación del procedimental y de comedias como Brooklyn Nine-Nine”, “Babylon” ofrece un trabajo que oscila entre el documental de seguimiento a lo “Cops” junto a la integración de nuestro mundo actual en el que Twitter o Instagram determinan el punto de vista tanto de los ciudadanos como de aquellos que tienen que protegerles. La potencia dramática, de momento, se desenvuelve sobre la lucha de egos, poder y ombligos con personajes definidos aunque sin demasiadas aristas. Y, realmente, no se sabe si el toque más juvenil espantará a los más mayores o si sus roces cómicos pulverizarán su vocación sobria y dramática. Guste o no, la serie se queda pendiente de desarrollo que esperemos perfecciones todos sus frentes más apáticos para el gran público, que predique con su ejemplo y sea esa serie de 360º que necesita el procedimental y el policíaco de nuestros días porque, al igual que la bíblica Babilonia que da título a la serie, la masificada suma de diferentes materiales puede paralizar la construcción de un sólido conjunto.

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