“Stoker”
Director: Park
Chan-wook
EEUU
2013
Sinopsis (Página Oficial):
Cuando India Stoker
pierde a su amado padre y a su mejor amigo Richard en un trágico accidente de
tráfico el día de su 18 cumpleaños, su tranquila vida familiar se ve sacudida.
Con una gran delicadeza, India muestra una actitud impasible que enmascara los
profundos sentimientos que sólo su padre podía entender. India se ve entonces
atraída hacia el hermano de su padre, Charlie, que se presenta de manera
inesperada en el funeral y decide quedarse con ella y su emocionalmente
inestable madre, Evie. En un principio, India no confía en su encantador y
misterioso tío, pero después descubrirá todo lo que tienen en común.
Recibida con
la misma indiferencia que despertó
“Dracula” de Francis Ford Coppola
por la crítica cinematográfica, Park
Chan-wook ha firmado uno de los trabajos de orfebrería fílmica del 2013 que
sí ha convencido a gran parte del público. Podríamos dibujar con un afilado
lápiz las líneas que unen la película del director de “Oldboy” con las piezas diseñadas desde la novela de Bram Stoker e incluso “Valerie y su Semana de las Maravillas”.
Si bien en la película de culto del checo Jaromil
Jires narraba la vampírica ‘pérdida de virginidad’ de una joven de 14 años,
Chan-wook ha esperado a la mayoría
de edad (legal) para dejarnos claro su fetichismo en cajas de zapatos que
rodean un enigma evidente y al mismo tiempo complejo.
¿No es
curiosamente irónico que el joven dominante llamado Whip (‘Látigo’) reciba de
su propia medicina y sirva de giro (y torsión) a la propia narración? ¿No es extrañamente paradójico que en tiempos en los que
los trailers cuenten tanto, el de “Stoker”
sirva como mcguffin a una tortuosa y oscura historia soslayada y enquistada en
su interior? La percepción del mundo según India Stoker envenena maléficamente
una obra conceptual y extrasensorial donde el misterioso tío Charlie, la
inestable madre o la muerte paternal —como motores de cambios junto al crecimiento emocional y físico de la
mayoría de edad— sirven como elementos colaterales y febriles. La depravación
es narrada visualmente siendo el guión del actor Wentworth Miller una mera guía y servilismo a los intereses del
cineasta.
El sexo, el
placer, la muerte, la culpa, la rabia interior... Los elementos se amontonan y
apilan como breves incisiones en el misterio emocional de la obra y el suspense
que lentamente quiere acometer una terrible erupción. “Stoker” es una obra que nos habla de la transpiración del sexo y
la violencia como eclosión del mal repleta de secuencias psicológicas y códigos
ocultos. El juego es la tensión del erotismo de la muerte, del cortejo sexual y
la elevación del thriller a un cuento macabro sobre el mal interior y la
liberación del mismo. Park Chan-wook
acomete su autoría desde la cámara a la puesta en escena sirviéndose de los
consejos de sus personajes para abalanzarse sobre unas presas al otro lado de
la pantalla. El admirable mérito del director “Joint Security Area” es que ha utilizado la excusa de un debut hollywoodiense
para hincar sus colmillos y vampirizar un guión componiendo una nueva película
sobrenatural. El trabajo es tan excitante como meticuloso y estilístico, un
goce de poesía purista de artesanía fílmica y empape hipnótico. El barroco
cinematográfico que propone Park
Chan-wook realmente nos habla de la represión tanto de su personaje
principal como la del autor por acometer el fin de la inocencia de toda obra y
lanzarse a un vacío salvaje con la elegancia de una ave de presa, dejando claro
que la escenificación y la narración de cualquier historia pudiera ser un juego
onírico arrebatado de cualquier consecuencia real. De desequilibrar el cine
como motor del entorno y cruzar la línea divisoria de otra vida eterna
succionado su esencia. De matar y revivir toda obra como nuevo, oscuro y velado renacer. De ser, al fin y al cabo, cine en estado puro.
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