Director: Rafa
Parbus
España
2010
Sinopsis (Oficial):
Flipy es un adolescente canijo, torpe y en plena edad del pavo. A los 12 años, un experimento de su padre transforma, de la noche a la mañana, su cuerpo en el de un adulto. Su nuevo aspecto le animará a seguir a Violeta, su amor platónico, hasta el campamento de verano donde es monitora. Jeremías, su mejor amigo –que ha repetido curso seis veces-, y Lorenzo, un especial niño burbuja, serán sus mejores aliados para conquistar a la dulce Violeta, y de paso, desenmascarar a Don Carcajón, el malvado director del campamento que no sólo oculta un oscuro secreto sino que además quiere camelarse a la monitora con la ayuda de su fiel esbirro Cirilo.
Considerada
una de las 50 Peores Películas del Siglo XXI y una de las 100 Peores Películas de la Historia del Cine Español, “Campamento Flipy” ya aterrizó en
2010 con aires de ¿superioridad? al ser considerada la peor película
estrenada en salas españolas durante su año y arrasar en los Premios Yoga.
Mientras que muchos no perdonarán nunca al Film Commission del Principado de
Asturias que subvencionará el engendro con 260.000 euros, otros se
sorprenderán con la cita de apertura
sacada del ‘refranero’ del Capitán Jean-Luc Picard: «El destino favorece a los
niños, a los locos y a las naves llamadas Enterprise». Aquello que no puede sorprender a nadie es que Rafa Parbus siga recibiendo amenazas de
muerte por aquellos pocos espectadores que pagaron una entrada para ver este despropósito
y defecación cinematográfica.
Desde una introducción animada y una sucesión de chistes y situaciones sin gracia, nos presentan ‘El campamento de la Guasa’ y el nulo beneficio cómico que se le puede sacar a un reparto como Pablo Carbonell, Pedro Reyes, Carlos Areces, Ernesto Sevilla o Raúl Cimas. La moraleja es directa como la bofetada de una madre: entre ser cómico y un hombre de provecho, todo BODRIO te deja el cerebro como un barbecho. Juntando a Don Carcajón y la retahíla de mutilaciones con chapas y destornilladores llegamos al argumento que merece un Premio Nobel de Química a aquel que descubra qué se esnifaron los guionistas para escribir esta boñiga fílmica maloliente. Parece un una versión-remix cutre de “Big” y “Despelote en el campamento” en el que la alegoría del impacto mental sobre los espectadores lo ejerce el aumento de tamaño del protagonista y su diminuto cerebro pululando por el interior. Tenga cuidado, la exposición a este P-E-D-A-Z-O B-O-D-R-I-O puede mermar sus masas encefálicas al tamaño del ombligo del director después de leer TODAS las críticas de su HOBRA de ARTE.
Como la canción que da forma a los títulos de crédito iniciales, esta película es puro «Pipi, caca, culo, pedo, pis…». Luego nos descubren que entre el cerebro y el culo no hay mucha diferencia… y el baile de David Hasselhoff provoca vergüenza ajena y hace que la cinta huela peor que los calzoncillos de un friki con sobrepeso en verano. No faltan pedos, batallas de almohadas y, por supuesto, guerra de mocos con Blandi-Blub de los chinos —que los frikis bastardos nos damos cuenta de esas cosas— y en la que solamente con la historia que cuenta ese homenaje tróspido a Spock merece la pena recoger firmas para solicitar que encierren a perpetuidad a sus responsables. Como si fuera un cómic expelido por el orto de un niño en su primer día de guardería, “Campamento Flipy” es más mala que un taller clandestino de chistes. Aquí no hay gusanitos ni ganchitos sino gorilas en Real Academia de la Lengua que demuestra su concepción pueril y del sketch como único y nulo recurso hilarante que recurre a referencias ochenteras como ese plagio-homenaje final (al final) de “Regreso al futuro” produciendo un aumento de midiclorianos (en dark mode on) en la entumecida audiencia.
Pero todo-todo-todo
queda resumido en el siguiente chiste estrella:
¿Cuántas personas caben en una ballena?
Ninguna… porque ba-llena.
Lo peor de
todo son las risas de ese público tan falsas… como todos los supuestos chistes y
gracias del guión. Me imagino a los productores soltando billetes para
conseguir sacar algunas carcajadas algo auténticas a esos extras y figurantes
que ahora estarán sufriendo graves enfermedades mentales y costosos tratamientos
después de tan traumática experiencia. En esas escenas debieron soltar los 260.000
euros, como poco… porque el resto es CUTRE de cojons… En definitiva, un must-see.
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