“Hannibal” ha vivido su personal infierno y
constantes anticlímax desde que comenzó su andadura. La renovación de la serie
(contra pronóstico) no ha aumentado la audiencia y “Rôti”, décimo capítulo de su primera temporada,
ha marcado sus peores datos hasta el momento. Al igual que ocurrió con “Last Resort” las buenas sensaciones
para público y crítica vinieron ligadas de la impresión de inmediato punto
final: se trata de ficciones más afines al cable que a rendir en la complicada
noche de los jueves donde no conseguir unos sobresalientes datos de audiencia equivale a la condena… Esta vez
el condenado a muerte se escapó y el respiro puede seguir escupiendo una de las
ficciones más al margen de la ley dentro de la televisión actual. Es un
procedimental pero no lo es, tiene los resortes y clichés del género pero se
desvía hacia la introspección y el anticlímax, es visceral pero la puesta en
escena es tan atmosférica como malsana. Ahora es momento de introducirse dentro
de ese juego de visiones y locura que plantea “Rôti”.
“Hannibal” en este capítulo vuelve a
plantearnos su enfoque y percepción sobre el género: tendremos una completa
sucesión de lugares comunes y situaciones tan trilladas como habituales… pero
nada será plasmado como esperamos. La idea es jugar con las identidades y el
enfoque psíquico de los personajes. Así, comprobaremos que el Dr. Chilton ha
sido acusado de conducir psicológicamente al Dr. Gideon como el Destripador de Chesapeake
y podría ser el final de su carrera. Will sigue siendo víctima de sus
pesadillas, que empezarán a engullirle dentro de su propia realidad; las
metáforas, como la de ese reloj digital derritiéndose, comenzarán a dejar
constancia de que su encefalitis (y don) le está dejando a merced de las llamas
de su infierno personal. Pero llegamos al primer cliché en la presentación:
Gideon se fugará cuando iba de camino a su juicio para testificar en contra del
Chilton. El villano ha escapado, pero la serie se reserva el enfoque sorpresivo
para que Will lo recree en su imaginación y que todo sea conducido a la
exposición de los órganos de sus víctimas en un árbol cercano a la carretera.
Will lo tiene claro: Gideon quiere captar la atención del Destripador.
Parte de su plan pasa por Freddie Lounds pero sabemos
que el final del camino conduce a Alana Bloom y, obviamente, es conocido que
Will y Hannibal estarán en medio de sus maquiavélicos planes. Gracias a una
llamada que recibe Freddie de una psiquiatra (Paul Carruthers) para buscar una reunión
y compañera de artículo, Gideon nos mostrará la ‘corbata colombiana’ y drenaje
de sangre como medida de choque. Freddie
publicará el artículo como coacción… y Will y Jack descubrirán rápidamente, por
la composición de la escena del crimen y la foto que aparece en su web, que
Freddie está siendo retenida. Pasaremos al observatorio donde el auténtico
destripador dejó el recado a Jack Crawford con el brazo de su aprendiz y
descubriremos que Gideon desea que Freddie le ayude a extraer los órganos de un
drogado Dr. Chilton. El Dr. Gideon desea rellenar una ‘cesta de regalo’ para el
Destripador y los ecos macabros son palpables en la desagradable escena. Jack
llegará con los SWAT a tiempo para comprobar que Chilton sigue con vida
sosteniendo sus órganos en sus propias manos mientras que Will cederá a sus impulsos
y visiones… para llegar al propio Gideon.
La gracia es que Will Graham piensa que está lidiando
con Garret Jacob Hobbs dentro de su maltrecha mente y lleva a éste a punta de
pistola a la casa de Hannibal para que le ayude a distinguir si es realidad o
parte de sus alucinaciones. La secuencia puede parecer tan gratuita como
cuestionable y un tanto absurda… pero la gracia es ostensible: el Destripador
frente a aquel que fue conducido para parecer tal… El episodio psicótico de
Will es aprovechado por Hannibal para convencerle de que llegó solo a su casa y
sentarse a charlar con su copy-cat. Aunque da la impresión de que Hannibal no
aprecia el robo de identidad y ‘presentes’ en forma de órganos de su ‘conducido’
homólogo… le facilita la ubicación de Alana Bloom. Hannibal es un perfecto
sociópata y manipulador y cuando Will ‘regresa’ a la realidad parece dejarle
clara sus intenciones, unas llaves y su pistola encima de la mesa. ¿La idea?
Revivir el enésimo duelo final de la chica en peligro y el héroe saliendo
corriendo a protegerla… Nada es lo que parece y el anticlímax está servido:
tanto Gideon como Will parecen atrapados en sus propias psiques y lucha de
identidades. Una bala resolverá el capítulo… pero fuera de campo. Will, el
héroe, abatirá al ‘malo’ pero nunca podrá estar con la chica hasta que no
recupere su cordura. La imagen, en definitiva, es que tanto el protagonista y el villano viajen en líneas paralelas que acaben confundiéndose entre sí…
La ración final con Gillian Anderson y la Dra. Bedelia
Du Maurier dejará a Hannibal Lecter también en la cuerda floja: cada vez que se
acerca más a la amistad de Will le está conduciendo a la perdición… de ambos…
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