(2012)
EEUU
Director: Genndy Tartakovsky
Título
original: “Hotel Transylvania”
Sinopsis (Página Oficial):
Drácula
es el sobreprotector padre de la jovencita Mavis, de tal modo que idea todo
tipo de peligrosos relatos que sirvan para frenar el espíritu aventurero de su
hija. Ambos viven en el lujoso Hotel Transilvania, un sitio donde los monstruos
y sus familias pueden mantenerse alejados de los humanos.
El problema llega cuando aparece Jonathan, un muchacho de 21 años que se enamora de Mavis.
El problema llega cuando aparece Jonathan, un muchacho de 21 años que se enamora de Mavis.
Ni es novedoso juntar a monstruos míticos y criaturas de la noche ni
muchos menos los planteamientos de “Hotel
Transilvania” son
originales. Estamos ante un año marcado por homenajes notables al fantaterror —y su
ombligo— como los realizados por Tim
Burton en “Frankenweenie” y del estudio Laika en la admirable “El alucinante mundo de Norman”. Contra todo pronóstico ha sido el filme de Sony Pictures
Animation perpetrado
por Genndy Tartakovsky —el director que prepara la adaptación de Popeye el
marino— el que se ha colado entre las nominadas al
Mejor filme de Animación en los Globos de Oro. Hecho aterrador teniendo en cuenta las funestas críticas que han
acompañado a la película que protagoniza el conde Drácula con voz de Adam Sandler en su versión original.
Con una hija ‘adolescente’ de 118 años, voz de Selena Gomez y un pasado traumático (si Drácula tenía tantos poderes por qué no pudo salvar a su mujer) llegan los conflictos y las hormonas con un humano mochilero por medio. Un aburrido libreto repleto de lugares comunes y un par de acertados chistes sexuales destinados al público adulto es un bagaje tan triste como sus consabidas referencias. “Hotel Transilvania” se agita convulsivamente cuando debería permanecer en su ataúd y se clava en una estaca cuando necesitaba pleno movimiento. Un película efectivamente muerta que pretende pasar por viva y pretende ser inmortal.
Es interesante que tanto Pixar como Dreamworks sean conscientes de la serie B y subgéneros en filmes como “Monstruos contra alienígenas” o “Monstruos S.A.” o que el mainstream se atreva a producir locuras como “Abraham Lincoln vs Zombies”, aunque Burton sea su más locuaz explorador y pionero —e incluso productor de esta última cinta—. Otra cuestión es que el adorno y lazo comercial sea tan evidente como delator: desde Britney Spears a LMFAO en su aspecto musical. La propia película nos habla de que es necesario ver mundo y superar el pasado y los prejuicios. No obstante, el filme familiar animado de Tartakovsky parece predicar poco con los ejemplos que plantea: tan encerrado en su ataúd sin asomarse ni siquiera a su lápida para ver lo que ha cambiado realmente el mundo y el humor. Los chistes del pleistoceno ya no funcionan y las criaturas aterradoras del pasado necesitan otro tipo de homenajes por encima de revivir sus míticas, inolvidables e inmortales películas una y otra vez. Lo único coherente y afín al (sub)género que tampoco parece reivindicar “Hotel Transilvania” es que se plantea una segunda parte…
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