Más allá de las noticias y revelaciones, datos de
seguimiento y récords, “The Walking Dead” es la
serie que define la concepción del fenómeno televisivo. Nos encontramos ante una
adaptación de un cómic de culto —que no dejaba de ser minoritario— hasta que
un cruce visceral mainstream, con composición autoral inicial de Frank Darabont,
y la desatada capacidad de generar sangre y violencia a discreción en una
cadena de cable como la AMC…
explotó como el virus que asola el planeta en la propia ficción. Todos estamos
infectados, queramos o no. La serie ha tomado el timón de Glen
Mazzara pese a que muchos pueda parecerle contraproducente ‘tocar’
el material original pese a que el propio guionista de los cómics lleve también
la batuta de la adaptación. Lo importante es que esta tercera temporada ha
empezado fuerte con “Seed” y “Sick”
y ahora llega el tercero en discordia para lanzar un nuevo giro como
posibilidad futura. Bienvenidos a “Walk with Me”.
El mayor inconveniente de este arranque de temporada de “The Walking Dead” va a ser el propio avance que destripaba muchas de las tramas, personajes, giros y cliffhangers de este capítulo y de aquello que está por venir. Puede que a un sector crítico no le guste nada que el propio Kirkman haya tocado al propio Kirkman para conducir la serie a un cruce perfecto de plasma, tripas y drama. Sin buenos personajes y sobre todo villanos no puede existir una buena ficción. Tal y como ha demostrado “The Walking Dead” los vivos son más peligrosos que los muertos y ya es hora de que se presente el personaje más despreciable y admirado por los fans de los cómics: El Gobernador. El oportunismo manda y Robert Kirkman y Jay Bonansinga han publicado recientemente un libro cuyo título lo dice todo: ‘The Walking Dead: El Gobernador’. Y es que el misterio va a rodear al personaje que interpreta David Morrissey y ese «Never say Never» que le suelta Andrea ante su evasiva para decir su verdadero nombre marcan que el mejor terror es aquel que desconocemos. «Never» es la respuesta… aunque Kirkman y la venta de cientos de miles de libros sea la contraria.
Pero “Walk with Me” no es
un homenaje a “Justin Bieber: Never Say Never”, ni
siquiera a George A. Romero con
ese helicóptero con militares y un evil-doctor que nos será presentado. Lo
importante e imprescindible de este capítulo es que es capaz de generar las
credenciales y el ADN de la serie sin necesidad de contar con los Grimes y los
supuestos protagonistas. Todos sabíamos que los verdaderos son los propios
caminantes y en este episodio seguiremos los pasos de Andrea y Michonne. Ambas
ven estrellarse un helicóptero con tres militares a bordo. Se acercan para
investigar, pero unos vehículos irrumpen en el lugar… Y entonces, llegó él.
Desde unos arbustos, las chicas observan cómo el piloto sigue vivo y es rescatado
mientras que el resto de soldados murieron. Las ‘mascotas’ ¿y novios? de Michonne se animan
y el sonido de sus cadenas puede poner a ambas en evidencia. La mujer silenciosa
armada con su katana decapita a los que fueron sus protectores y acompañantes…
Pero es demasiado tarde y alguien ha descubierto su escondite. Para rematar a
la enfermedad de Andrea entra en escena un fantasma: Merle Dixon, que ahora
lleva una mano protésica con bayoneta incluida. Es momento de desmayarnos junto
con Andrea… aunque hubiéramos visto la foto del regreso del hermano de Daryl…
“Walk with Me” va a ser un homenaje de la primera e irregular temporada de “The Walking Dead”. Andrea va narrar la historia del grupo en modo resumen al que fue su compañero de viaje en Atlanta. Nombra a los caídos y a su propia hermana… También su separación del grupo y que Rick y su hermano volvieron a por él sin encontrarle. Merle no da muchos detalles tampoco de su historia: casi murió desangrado después de auto-mutilarse para poder escapar. Eso sí, queda patente que el peligroso Merle respeta (y mucho) a El Gobernador, pese a sus modales y cortesía. Tras pasar por consulta médica, hace acto de presencia el jefe del cotarro. Michonne quiere sus armas de vuelta pero El Gobernador les cede la libertad al día siguiente y les suelta una revelación que ambas desconocían: cualquier persona que muere se convierte en caminante. Tanto Andrea como Michonne pensaban que estaban en un pequeño refugio pero se sorprenden al ver que se encuentran en Woodbury, cuya población asciende a 73 personas y con un pequeño en camino. Hay toque de queda por las noches y ‘elevados muros’ para evitar que las hordas puedan acceder al interior. Aquí ya entran en escena futuros encuentros mostrados en el avance: es obvio que el choque entre El Gobernador y Rick Grimes va a ser inminente, que el villano va a tentar al ex ayudante de sheriff con el parto de su mujer en Woodbury y que Daryl Dixon tendrá que elegir entre el grupo y Carol y el hermano al que creía muerto…
Pero centrémonos en el capítulo presente y, sobre todo, en el escepticismo de Michonne. Nos va a trasladar a las secuencias de El Gobernador con el piloto herido, que revela la posición de 10 hombres ya que el ‘salvador’ promete traerlos a Woodbury. Pasamos a la visita de El Gobernador al laboratorio Milton (Dallas Roberts) y descubrimos que ambos manejan el hospicio y que tienen a Merle como un perro de presa. Milton estudia las cabezas todavía con vida de los caminantes-masocotas-protectores de Michonne: al quitar a los caminantes su capacidad de comer, pierden interés en hacerlo… y acaban actuando como repelente. Ambos deciden sacar toda la información que puedan a Andrea y Michonne. Milton intenta sonsacar a la señora que mira atentamente su katana, si conocía a sus caminantes-mascotas… mientras que Andrea se interesa por El Gobernador. Michonne desconfía de él pero Andrea ve una oportunidad en Woodbury que desconocía hasta el momento. Michonne es extremadamente reservada incluso con la que ha sido su compañera durante meses. El pasado puede ser una afilada arma y tanto Michonne como El Gobernador parecen tan afines y cercanos al concepto como antagónicos en el presente y futuro que ambos van a tener juntos. Para revelarnos las cartas con las que va a jugar la tercera temporada de “The Walking Dead”, vamos a presenciar la visita del Gobernador con bandera blanca al escuadrón de Welles. Al llegar allí explica a los soldados que su superior se encuentra en Woodbury y va a llevarlos con ellos… pero cuando bajan la guardia saca una pistola y abre fuego. El resto de maleantes y escudería de El Gobernador estaban escondidos para iniciar la letal emboscada. Las órdenes son claras: recoger sus armas... y no dejar supervivientes.
Es obvio que el ‘sexo’ de Andrea y Michonne han sido determinantes y mucho nos tenemos que puede haber parecidos razonables con “28 días después”. También llegamos a la mentira del poder y una parábola sobre la manipulación del pueblo a través del terror (¿“El bosque”?). El Gobernador regresa como héroe para contar que los soldados fueron víctimas de los caminantes aunque han recuperado sus camiones, medicinas, comida y armas. Andrea se lleva ese «Never» de El Gobernador para revelar(nos) su nombre. Lo que nos interesa para despedir el capítulo es contemplar quién es realmente ese misterioso personaje: desde la ventana de su habitación ve cómo la noche cae sobre Woodbury y sus hogueras. Toma un sorbo de su vaso de whisky y pasa por delante de una mujer desnuda y dormida en su alcoba… mientras se detiene para mirar una foto de su esposa e hija antes de entrar en una habitación secreta… y revelarnos su secreto: acomodado en una silla de cuero observa unos extraños acuarios con cabezas ‘vivas’ de caminantes en su interior. Entre ellos están las mascotas de Michonne y el propio Welles. ¿Son trofeos o el futuro de la caja tonta?
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