(2011)
EEUU
Director: Brad Bird
Título original: “Mission
Impossible: Ghost Protocol (Mission Impossible IV)”
Sinopsis (Página Oficial):
Acusado de atentado
terrorista con bombas contra el Kremlin, el agente del IMF Ethan Hunt se ve desautorizado junto con el resto de la
organización al iniciar el Presidente ‘El protocolo Fantasma’. Sin poder contar
con recursos ni apoyo, Ethan deberá
encontrar el modo de restaurar el honor de su organización e impedir un nuevo
ataque. Para complicar aún más las cosas, Ethan
se ve obligado a embarcarse en esta misión junto a un equipo de compañeros del
IMF fugitivos cuyos motivos personales no conoce del todo.
— Hija mía, ¿por qué
no quieres comer más placenta al ajillo?
— Porque no sé si Ethan Hunt va a poder salvar el mundo…
por cuarta vez.
— Tranquila que a Ethan siempre se le ocurre algo.
— Pero estoy
preocupada porque le veo muy viejuno para todos esos trotes…
— Pero niña, ¿cuántos
años piensas que tiene Tom Cruise?
— Pues treinta, los que
se tiene a la tercera-edad, ¿no?
[…]
— Tengo que contarte
algo… Tom tiene… la edad… para
aparecer en “Los mercenarios 2”…
— Pero si en el trailer
y en las fotos tiene menos arrugas que Justin
Bieber… ¡Mamá, es imposible!
Del artículo para Cinema ad hoc.
Pocas franquicias han
podido contar con nombres en la dirección como Brian De Palma, John Woo,
J.J. Abrams y ahora Brad Bird, que parece querer hacer un “Los increíbles” con actores reales
bajo el ‘patrocinio’ que le propone Tom
Cruise. Después de ver la saturación de acción continuada al límite,
explosivo entretenimiento y sin aparentes fisuras me pregunto si no hubiera
quedado mejor como una película animada centrándose en el beneplácito a lo ‘increíble
e imposible’ que le proporcionaba dicho medio. Spielberg en “Las aventuras
de Tintín: El secreto del Unicornio” utilizó a actores reales pero los
envolvió y amparó en la animación como guiño de la imposibilidad ‘real’ que planteaba
en esa montaña rusa, sin apenas paradas, vibrante y emocionante. Bird nos propone prácticamente lo mismo
pero su vocación de realismo tantea en todo momento con lo inverosímil y la
imposibilidad haciéndolo por obviedad más palpable. ¿Todo un punto de partida
fantasma y artificial para que sea misión imposible empezar a creer?
¿Timo-fónica? |
“Misión
imposible: Protocolo Fantasma (Misión imposible IV)”
me parece la mejor película que se ha realizado desde el clásico televisivo por
su espectacularidad y clara vocación del espectáculo pero que acaba siendo tan
complaciente como vacua en cuanto profundidad. Podría ser un emocionante arranque
de la saga pero como cuarta parte y después de una sombra como la de Jason Bourne una parte de los
espectadores pedimos más. Una parte, no obstante, que tal vez sea mínima o que
ha encontrado en las aportaciones comerciales de Nolan y Greengrass
suficiente inteligencia y originalidad en sus propuestas visuales y/o
argumentales. Bird tiene
ingredientes para compensar las limitaciones de Ethan Hunt: un bufón (Simon
Pegg), un cuerpo (y percha) del deseo (Paula
Patton), un cameo catódico popular (Josh
Holloway) y un secundario y escudero con clase (Jeremy Renner). Con todo el equipo e ingredientes posibles la
cuenta atrás comienza para que nadie abandone las salas durante sus más de dos
horas de metraje… El coctel de entretenimiento es obvio y funcional pero la
profundidad que se le intenta dar al Sr.
Hunt, con un trauma pasado, queda hueco y a calzador. Un resorte dramático
que realmente contradice a la propuesta. Si uno se fija en los filmes de acción
de Nolan o Greengrass comprobará que el motor dramático que aceleraba e
impulsaba a sus protagonistas era colocarlos a su frontera emocional para que
ese desconcierto propulsara las secuencias de acción y nos colocase a nosotros
también, como espectadores de sus aventuras, al límite. En “Misión imposible: Protocolo Fantasma”
ese límite está impuesto por ubicarnos simplemente a la espalda de sus
protagonistas (y en lugares muy altos aunque no tengamos vértigo desde nuestras
butacas): somos simples observadores de persecuciones, inventos y acrobacias
imposibles de un héroe, que esta vez es más imperfecto que de costumbre, aunque
el resultado de la ecuación siga siendo el mismo. ¿¡Es que se imagina alguien
otro!?
El filme de Brad Bird me parece únicamente creíble
desde la distorsión informativa que plantea. Nosotros, los mortales…, somos
simples víctimas inconscientes y lobotomizadas de un sistema mayor que dirige
el mundo. Siempre se ha dicho que se vive mejor en la ignorancia y al revelarme
“Misión imposible: Protocolo Fantasma”
‘aquello que me he perdido’ me siento todavía más estúpido: tendría que haberme
comprado el videojuego para ser al menos ser yo quien dirija los pasos de ese
indestructible héroe (o con vidas ilimitadas). Si John McClane durante los 80 elevó la
excelencia de la acción al ser el tipo corriente en el lugar equivocado ahora
los agentes secretos, con un entrenamiento que les convierte en seres cercanos
al universo “Matrix”, han inundado
las pantallas. Todo está tan coreografiado y el ambiente impuesto tan original
como orquestal que parece un gran anuncio aunque realmente no se sepa qué es lo
que anuncia realmente. Entre ‘La semana fantástica de El Corte Inglés’ y el hit
de Mecano,
‘Hawaii-Bombay’ Bird despliega un
excelente bufet de medios, explosiones, caídas, re-caídas y re-re-re-caídas. El
término ‘fantasmada’ que inducido por la ‘ciencia ficción
bonita-buena-y-nada-barata’. ¡Cuánta leche… y qué bonita! ¡Cuánta explosión… y
qué preciosa! ¡Qué coche más maravilloso… a juego con el traje de Tom! Saquen sus dedos de entre las
butacas para señalar que aquí nada es de mala educación. Nada importa si ibas a
ver una película de agentes que hacen misiones cuasi-imposibles y te encuentras
con una precuela de “Matrix”.
Por los pelos... de la pierna |
Tom,
que en este entrega aparece en pantalla mucho más joven que en la anterior para
remarcarnos que estamos ante un videojuego filmado, sale algo mal parado al
rematar algunas de sus imposibles acciones. Tal vez para que veamos ya no es
tan D. Perfecto como en anteriores
entregas o puede que sea el único
recurso para indicarnos que se está haciendo mayor… O tal vez sugiera la
inmortalidad del héroe o un guiño a uno de los mejores personajes que ha
interpretado: Lestat de Lioncourt. Lo
que está claro es que toca renovarse o morir. Su vestimenta quiere ser actual y
se inspira (y roba) en lo que parece un cruce de Jin Kazama de “Tekken 4”
y Justin Bieber para volver locas a todo
tipo de masas. A mi masa, tanto cerebral como muscular del corazón, al parecer
no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Lea antes los Mandamientos de este blog.