El escenario que plantea “Homeland”, el mejor y constatado estreno
de este otoño, es el siguiente resumido por uno de sus personajes políticos:
« Bin Laden está muerto y
América cree, o quiere creer, que esta guerra está llegando a su fin. Los
políticos están presionando para que haya una retirada total de Afganistán.
Pero todos sabemos que los terroristas
todavía están ahí fuera… buscando
sangre. El Gobierno necesita a Brody sometido al escrutinio público, que
recuerde a América que esto está lejos de acabarse. »
Pero el problema principal es que el sargento Nicholas Brody puede ser el arma más terrible que hayan utilizado los propios
terroristas. Es necesario que las piezas comiencen a encajar. Sobre todo para Anderson Carrie. En el segundo episodio de “Homeland”, titulado “Grace”,
aparecen sus títulos de crédito: la protagonista sumida en el sueño y en el
crecimiento de amenazas catódicas… de la era Reagan, Clinton… y
un invertido Obama… que recupera el orden natural entre voces e imágenes
paridas de la paranoia y la esquizofrenia y con los dos personajes principales
atrapados en un laberinto de jardín. ¿Es esa la tierra soñada llamada
casa?
Nicholas
Brody está bajo sospecha pero sólo Anderson Carrie y su pequeño equipo ‘autónomo’ se encuentra tras la pista. El mentor de la agente de la CIA que
mantiene oculta su enfermedad mental, Saul
Berenson, consigue ‘legalizar’ la operación por viejos favores de un juez
durante cuatro semanas. Ese será el plazo de Carrie para desenmascarar a Brody.
Pero el comportamiento del supuesto militar que ha cambiado de bando no es el que
se espera de él tanto si es un héroe como si es un terrorista. Tendría que
estar hablando con la prensa y rentabilizar su posición pero parece que quiere
estar con su familia y recuperar el tiempo perdido.
Daños colaterales |
De nuevo los flashbacks del encierro de Brody son determinantes así como sus recurrentes pesadillas. Es
obvio que se siente culpable por matar con sus propias manos a su compañero de
secuestro y que está reviviendo, por la presión de los medios, las secuelas de
su anterior aislamiento. El primer día lo pasa acurrucado en una esquina de su
cuarto, el segundo siente la amenaza de un periodista y lo golpea en la tráquea
huyendo al bosque… Carrie pone a uno
de sus agentes en seguimiento de Brody
y se dirige a la ferretería del centro comercial. Pero la inexperiencia del
agente hace que Brody se quede fuera
de cuadro… y que no sepamos lo que hiciera aunque sepamos que el tacto de una
alfombra es algo que nos va a llevar a una acción futura.
Pastillas y Familia |
Es momento también de conocer la familia de la agente Carrie. Su hermana es la que le da las pastillas y el trabajo parece ser la obsesión de la protagonista cuya enfermedad parece heredada por su padre. Todavía quedan muchos ángulos que explorar en la vida personal de la persona que va tras la pista de un terrorista que el resto del país ve como un héroe. Hay que iluminar todos los posibles ángulos. Y uno de esos ángulos muerto se revive en el seguimiento oculto que
lleva a cabo la CIA a lo ‘Gran Hermano’. En el garaje no hay cámaras colocadas
y se convierte en el lugar perfecto para que veamos que la liberación de Brody se llevó a cabo mediante la nueva
fe y religión en el Islam. Las piezas comienzan a moverse: Abu Nazir fue visto junto al príncipe Farid Bin Abbud por una acompañante reclutada por Carrie. Es necesario que pase toda la información de la blackberry del príncipe a la CIA aunque la prostituta de lujo esté muy asustada y Carrie no tenga los suficientes efectivos. Desde luego, la aparición del príncipe, vinculado con el terrorista más peligroso del planeta, no es casualidad para Carrie... ni tampoco que Brody empiece a actuar como un terrorista infiltrado lo haría al volver a su país: como un héroe.
El (anti)héroe ha vuelto |
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