Páginas Bastardas

viernes, 5 de agosto de 2011

Wilfred (1x07) Pride: Orgullo


En general, el orgullo está al final de todos los grandes errores.
Steven H. Coogler

Es curioso que Steven H. Coogler sea el primero en repetir con una de sus citas y que su anterior aportación en el quinto episodio, “Respect”, fuera sobre el respeto:
Busca el respeto sobre todo de ti mismo, por lo que ocurra primero desde dentro.
Ambas citas podrían resumir este episodio que se suma a los anteriores: Primer episodio, “Happiness”, felicidad, segundo “Trust”, confianza, tercero “Fear”, temor, cuarto “Acceptance”, aceptación, quinto “Respect”, respeto, sexto “Conscience”, conciencia y séptimo “Pride”, orgullo. Como pequeñas gotas de agua van cayendo los capítulos de “Wilfred” y van llenando ese cubo llamado amistad entre una de las parejas más significativas de la actual sitcom americana. Wilfred es un perro, de acuerdo, pero tal vez sea lo que Ryan necesitaba para afrontar cada uno de los obstáculos que se ponen en su vida y que le condujeron anteriormente a una fuerte depresión. Tal vez ese hombre disfrazado de perro sea una prolongación de su subconsciente como medida de supervivencia. Esa bestia acorralada que sale para sobrevivir ante un peligro mortal. Pero aquí hay doblez porque Wilfred actúa por propio beneficio y a veces parece que Ryan es una prolongación de aquello que necesita el perro. Tal vez esa cita que ya es cliché de ser el mejor amigo del hombre ahora quede contrastado plenamente.

En “Pride” Ryan tiene que hacer frente a un grave problema económico y no quiere bajo ningún concepto que su hermana le ayude con dinero. En cierta medida es prostituirse pero Wilfred llevará a Ryan a un extremo en el que comprenderá que el sexo por interés es una simple transacción, sin ninguna clase de complejidad, con un procedimiento que conoce perfectamente un perro. Ryan tiene que abaratar costes y opta por llevarse a Wilfred al centro comercial para gorronear el aire acondicionado. Pero donde Ryan ve un oso rociado de semen canino, Wilfred ve la complejidad de las relaciones de pareja. Y donde Wilfred ve simpleza, Ryan complicación. Wilfred de ‘nuevo’ complica la existencia a su amigo como terapia de choque empotrándolo frente a otro vehículo. «Trabajar es para inmigrantes», Wilfred lo tiene claro desde perspectiva de can con toda la vida resuelta. Pero Ryan no aceptará tragarse su orgullo y buscará trabajo, algo que Wilfred no desea.

Cortejo por la vía canina
¿Una demanda y dinero fácil? Para nada. La persona a la que ha golpeado Wilfred es una abogada de armas tomar y sólo aceptará un cheque bajo la coacción habitual de llamar a la policía y demandar a Ryan. Pero Wilfred ha encontrado en ese vehículo, aparte del hijo de la conductora, un nuevo amor: Raffi, una jirafa de peluche. Wilfred hace todo lo posible para que Beth, la implacable demandante, organice una cena en su casa para que Ryan vaya con unas intenciones exactamente iguales a las suyas con Raffi. La secuencia de montaje de sexo interanimal-peluchístico no tiene desperdicio. Raffi, tiene la garganta más profunda del reino de los animales de peluche aunque según Wilfred es un poco friqui. En cambio Beth quiere que alguien ejerza de animal intentando meter su hocico en su madriguera de conejo pero Ryan no parece el indicando… hasta que se topa  con Wilfred y un canuto cargado. Beth a la mañana siguiente se levanta encantada pero Ryan no sabe si fue él drogado o el propio Wilfred quién asedió la madriguera conejil.

Relación perfecta de salón
Los argumentos de “Wilfred” siempre ponen en un debacle moral tanto a su protagonista, Ryan, como al propio espectador. Una delgada línea en la que un hombre disfrazado de peluche puede practicar sexo con otros peluches o ver vídeos onanistas de jirafas practicando la reproducción para jugar con la sonrisa al otro lado de la pantalla. En el clímax se llega al súmmum de la depravación: Beth quiere que Ryan repita el trabajo en su madriguera y así quedarán saldadas las deudas (a petición del demandado, que conste) mientras que Wilfred desea profundizar su relación con Raffi (tiene que mentir a su pareja, el conocido oso tuerto de peluche). Pero Wilfred descubre que a Raffi le van otro tipo de juegos sexuales cercanos al bondage y al voyeurismo mientras que Ryan no sabe lo que le hizo a Beth ni cómo repetirlo… Ryan y Wilfred deben ayudarse pero éste le pide la última irreverencia: Raffi le ha pedido a Wilfred ser un voyeur mientras Ryan practica sexo con ella. Resumo: Ryan, un humano, tendrá que practicar sexo con una jirafa de peluche mientras Wilfred, un humano disfrazado de perro que es perro a los ojos del resto del mundo, mira sentado en un sofá. Como indicaba la cita inicial de Steven H. Coogler ‘el orgullo está al final de todos los grandes errores’. El hijo de Beth ejerce de censor para el espectador y de coitus interruptus. Ryan aprende la lección y pedirá dinero a su hermana Kristen. Wilfred se siente mayor para mantener esa vida sexual loca y piensa comprometerse con Oso, su actual pareja, aunque deberá corregir el tema de los dientes en las felaciones. ¿Tiene dientes los osos gigantes de peluche? Poco importa. Esta sitcom, aparte de irreverente, es incorregiblemente divertida. 

Opción I para no pedir prestado dinero a tu familia
Opción II para no pedir prestado dinero a tu familia

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