“La conciencia es el perro que no puede morder, pero que nunca para de ladrar.
Proverbio
Primer episodio, “Happiness”, felicidad, segundo “Trust”, confianza, tercero “Fear”, temor, cuarto “Acceptance”, aceptación, quinto “Respect”, respeto y sexto “Conscience”, conciencia… ¿Ha tomado por fin consciencia (y conciencia) de serie “Wilfred”? De acuerdo, es una sitcom por su duración y género por el olfato (¿o era al revés?) pero su grabación en decorados naturales y exteriores, su persistencia por los momentos muertos que aplastan cualquier ventosidad y gracia o su carácter de bestia indómita dentro del formato por su personaje principal (un hombre disfrazado de perro a la vista de otro hombre) la distancian de lo que está nominado a los Emmys, por ejemplo. En “Conscience” hay un momento gélido y helado de humor donde Ryan intenta controlar por fin a Wilfred (o que éste deje de controlarlo a él) golpeando con un periódico su hocico para que obedezca. Los defensores de animales afilarán sus uñas para lanzarse… ¿sobre quién? ¿Es Wilfred un perro a los ojos de Ryan? ¿Vemos nosotros a Wilfred como un perro? Y lo que es peor: ¿y si Wilfred decidiera vénganse asesinando a Ryan? Que comience la post-sit-com o post-comedia canina con ladridos homicidas y chistes extremadamente gruesos.
“Conscience”, al igual que el quinto en discordia y anterior “Respect”, vuelve a mostrarnos nuevas armas de uno de los personajes caninos más oscuros, ambiguos y complejos de la historia de la televisión. Bueno, no hay muchos perros que hablen, beban cerveza y fumen marihuana en las series de ficción… Wilfred es un gran manipulador, en plan Benjamin Linus, pero con un pequeño e insignificante inconveniente: es un perro. Ryan están enamorado de su vecina Jenna (la dueña de Wilfred) pero tiene un novio estúpido y cachas llamado Drew (Chris Klein). Wilfred lo mataría con sus propias patas si no fuera porque es un perro y le obedece ante el abuso de autoridad que ejerce sobre él. Drew tiene muchos defectos: pone apodos a todo el mundo como Home-Ry o Ry-Pan para Ryan y sobre todo su profesión le hace ser súper-súper-competitivo. Además, a unos niveles enfermizos que enferman a la propia Jenna.
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Hamburguesa y crimen organizado |
Wilfred comienza su plan ejecutor y continúa con el lavado de cerebro sobre Ryan para provoque una ruptura en la relación. Pero Ryan es un animal de principios y no desea hacer nada en contra de ellos cuando Jenna es feliz con su decisión: esperará… ¿eternamente? Wilfred no puede aguantar tanta pasión sexual entre Jenna y Drew ya que le pone cachondo, pese a estar castrado. Para colmo la relación entre ellos se afianza al trasladar a Drew a Los Ángeles y, por lo tanto, a la casa de Jenna de manera definitiva. Ryan se ve sin posibilidades y Wilfred se las recuerda en palabras de siete letras para el Scrabble: ‘SinSexo’, ‘Flácido’ o ‘Pollaseca’… Bueno, la última tiene alguna más… pero Wilfred es un perro y también tiene un plan de Asesinato Perfecto: «Esperamos que Drew se duerma y ponemos su mano en agua caliente. Entonces, cuando empiece a mearse encima, cogemos una piedra y le reventamos el cráneo». Ryan tiene pensado atacar en el punto débil: Drew no sale perder y eso saca de sus casillas (de scrabble o no) a Jenna. Pero, ¿en qué puede vencer Ryan a Drew?
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Competición a extremos de toca-pelotas |
Es momento de sacar del fondo de armario (y de cajas perdidas del sótano) el pasado del personaje. Ryan jugaba con los juegos de química y con la cocina de su hermana… pero también se le daba muy bien el ping pong. Que comience el juego. Drew muerde el anzuelo y pese a ganar Jenna rompe con él. Ryan se siente culpable y su conciencia ladra… pero Wilfred no. ¿Tienen los perros conciencia acaso? Ryan no quiere que Wilfred le domine y desea que Drew y Jenna hagan las paces de nuevo (además Drew le visita para disculparse antes de irse lo que amplía los remordimientos) y pasa a la acción utilizando por primera vez la violencia educativa a golpe de periódico. Tiempo muerto. Humor muerto. Wilfred decide vengarse de su amigo envenenándolo de muerte con una neurotoxina… La venganza se sirve esta vez caliente y a golpe de brownie. La cuestión aquí es saber quién domina a quién y la cadena de mando, una vez roto el estatus de macho alfa que ejercía Drew, pasa por Wilfred. Ryan encuentra al perro homicida y en la pelea le salva de los gases tóxicos generados por el juego de química (con químicos tóxicos y peligrosos). Wilfred revela a Ryan, haciendo las paces de camino al hospital, que ha sido envenenado con teobromina. Una vez allí y tras el reconocimiento de rigor le informan que la teobromina solo es un compuesto químico que se encuentra en el chocolate y que sólo es venenoso si eres un perro. Jenna perdona a Drew y Wilfred a Ryan. Promete, además, no intentar matarle de nuevo… y compartir a su Oso de peluche mientras Ryan espera… y esperemos los tele-espectadores que no eternamente.
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Se ha escrito un... |
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crimen canino! |
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