“Crematorio” llega al tercer asalto y sigue en pie. Parece victoriosa pero hay que esperar al final del combate con ese complicado rival llamado público. Un público, donde me incluyo, que quedará nuevamente atado a “Cambio de pareja”; a esa nueva confirmación que la miniserie basada en la novela de Rafael Chirbes funciona con resortes nunca vistos en la ficción televisiva española del siglo XXI. Parece que los lazos se convierten en maldiciones que encadenan a los personajes. Rubén Bertomeu está atado a grandes bloques que le arrastran hacía las profundidades de un abismo. Uno de esos pesados mazacotes es Traian, un mafioso ruso que ha utilizado los entramados de Bertomeu para limpiar dinero a espuertas en territorio español. Un equipo de fútbol, conexiones con la política e inversiones perfectas. El dinero para llamar a más dinero. Del tráfico de drogas, de las mafias extranjeras, de todo aquello que vive en subterfugio de la decrépita economía. Todo el dinero lleva al dinero. Y más en la Costa Blanca.
Ese punto crítico de “Crematorio” la convierte en la serie spanish por excelencia. No se trata de una americanización de otra serie. Es nuestra y describe perfectamente la sociedad en la que vivimos. Los políticos desfasados siguiendo la estela de la aroma de bragas de jovencitas aspirantes a modelos, los concejales corruptos, el arribismo o el enchufismo de la juventud como escuela de supervivencia ante su falta de talento y vaguedad. Hay mucho en “Crematorio” y todo bueno: su ritmo y pausa a son de las lentas olas que avecinan una tormenta sin precedentes. Eso sí, sigo diciendo que la canción de Loquillo me pone loquillo, en el peor sentido de la palabra.
EL MIRADOR DEL PASADO |
El flashback parece ser ha herramienta para poner todos los elementos en su sitio. Misent 1996, esta vez. Y cada episodio desprende una nueva gota de la memoria que ahoga a sus personajes. Esta vez nos muestran el inicio de la relación y cooperación entre Rubén Bertomeu y Traian y a un Rubén débil, nervioso y temeroso por un chantaje al que es sometido por uno de sus socios. Ni siquiera aguanta la bebida. Doce años después hemos visto otro hombre. Pero ahora nos muestran el segundo camino y etapa hasta su evolución. El primero fue ese México de 1982 retomando el 1981 de Finca Benalda del primer episodio; el segundo ubica a su personaje catorce años después pero con la debilidad de no disponer de un brazo ejecutor. Con la fuga de la prostituta Irina con su chulo parece que aquel que fue brazo firme y sin concesiones empieza a temblar. Al menos para Bertomeu. La cadena de favores y el final de Collado quemado y traumatizado ha provocado que Rubén deje de confiar en el ruso. Toca cambiar de pareja.
CAMBIO DE PAREJA EN EL PASADO |
Obviamente el clímax dramático está rodeado del proyecto más ambicioso de Bertomeu hasta la fecha, ‘Costa Azul’, y de la persecución policial. Collado pensaba que la policía iría a por Traian. No, lo que quieren es la cabeza de Rubén Bertomeu y el tiro de Collado le sale por la culata. Rubén no es tonto y sabe que el terror es síntoma de debilidad. Pese enviar a Zarrategui al hospital la visita policial posterior da el quiebro dramático a la serie. ¿Seguirá con su eterna pareja? Y ese significado de la pareja se traslada al resto de interrelaciones del episodio y de la serie. Mujeres y hombres, padres e hijas, madres, padres y nietos. A Miriam le indigna la actitud de su madre ante el mastedóntico descubrimiento. Su madre, que quiere guiarla por una buena senda, es una adultera que le engaña con un tipo que podría ser su novio perfecto. Además, ese contrapunto vengativo de Miriam con Silvia puede ser muy interesante. ¿Querrá quitarle el novio? Les une el ‘arte’, ¿no? ¿Querrá vengarse de su madre por tener a un chico que le gusta? ¿Podrá utilizarlo como extorsión? Desde luego la extorsión viene de familia pero más que utilizarla Bertomeu parece defenderse de la misma con todas sus armas. Para empezar, nos explican cómo Ruben acudió a los brazos de Traian para salvaguardarse de un intento de soborno con molestas grabaciones. Espada y pared. ¡Qué salten las alarmas!
ENCADENADOS |
María, la criada de Bertomeu, es fulminada por Mónica al confirmar que le conoce más que ella durante el numeroso paso de los años. Realmente Mónica descubre lo poco que conoce a Rubén. ‘Es que no le conoces’ le suelta Silvia en esa casa que es y no es suya. Mónica y su arribismo le han hecho ser excluida de la alta sociedad local, exceptuando ese personaje femenino, Marta, que conoce en el spa en anterior capítulo. ¿Un reflejo del futuro? Mónica quiere entrar en la vida de Bertomeu añadiendo su toque personal en el hogar. Un hogar que reúne a Mónica y Silvia a altas horas de la noche y que se ve amenazado por unos encapuchados. Su acento del ‘este’ denota la vinculación con Traian y un flashback previo con la acción sobre el extorsionador de Bertomeu nos deja claro que el ruso no se anda con minucias. Atraco a la caja fuerte que tiene que abrir un Rubén golpeado físicamente y anímicamente bajo un nuevo chantaje para salvar la vida de su hija. Parece que Mónica empieza a conocer a su novio. El reloj roto nos deja la metáfora de un tiempo quebrado y en caída libre.
FUTURO INCIERTO |
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Lea antes los Mandamientos de este blog.