Páginas Bastardas

viernes, 23 de julio de 2010

El indiscreto encanto de la burguesía

Existe un decálogo encubierto para todos aquellos que viven en este país y pretenden recubrir de gloria su llamado spa-burgue-nish-way-of-life. Ese modo de vida consiste en ser (o creerse) superior al resto mediante un sistema clasista y constructivo únicamente para sus intereses. Lo suyo no es ser feliz sino convertir en infelices al resto de mortales que vean que los castillos, aparentemente lujosos, son más que carcasas huecas. Pura fachada, vamos. 

Y en tiempos en los que todo se construye por la imagen y un cambio de nariz (nada de cambiarse la lengua que hay que mantener la ordinariez pasada) uno debe permanecer al pie del cañón para derribar las murallas enemigas y provocar un cataclismo con el deporte nacional: la envidia. Y es que hay gente que todavía piensa que es mejor que tú por vestir un polo Burberry (seguramente imitación o comprado en las rebajas) aunque compren del Metadona, Día y tengan la ordinariez y desfachatez de gritar al mundo que viva el made in Hacendado



Repasemos los diez mandamientos del buen indiscreto burgués español: 


•    Wifi: Todo burgués tiene que tener wifi porque todo el mundo tiene wifi y un burgués bajo ningún concepto puede ser menos que todo el mundo… y, ¿qué es un Router wifi? Al aburguesado le da lo mismo, simplemente tiene y debe tenerlo. No sabe ni de WEP ni de WPA, mucho menos de canal aunque con su indeficiencia mental más de uno se abre en canal. ¡Vaya paquete de burgués que no sabe ni para qué tiene wifi! ¿Para ver porno en el baño? ¿Por qué no quiere poner un cable de dos metros? ¿Para poner en la cocina al día el facebook? Burgués, desde luego, tenías que ser. Lo único wifi que tiene tu cabeza es esa única neurona que no conecta nunca con esa red inalámbrica llamada cerebro. Muchos piratas de esos que no pagan ADSL en este país agradecen que todo el mundo (incluso Dios que emite su gracia por wifi) tenga wifi. ¡Vivan los gorrones in Spain!


•    Chalet: El mono evolucionó y bajó de la rama de un árbol para dar saltos a una cueva. Pasados los años se metió en una cabaña súper-cutre-de-la-muerte que se caía a pedazos y pasó a las casas de barro y adobe. El ladrillo les golpeó en la cabeza y los cuadriláteros empalizados comunitarios se alzaron de la tierra. De la escalera al ascensor. Pero el mono, que no sabía vivir comunidad y quería alcanzar el súmmum de la vida burguesa e hipotecar a sus tataranietos, se fue a un chalet para que las bandas del este y las compañías de seguros no se quedaran sin trabajo. ¡Gracias, buen burgués!



•    Móvil: Nos vendieron la moto que el móvil era súper-útil y con aquello de que era para el coche cayó la mitad la población. Sólo conozco a gente que se encontró sin cobertura cuando se quedó tirado por su vehículo... La otra mitad caímos en el engaño tecnológico porque Telefonica y Airtel se gastaron una millonada y pusieron unas vainas en las camas de nuestros hogares para hacer copias nuestras… con móvil. Después de chuparnos la sangre mediante el compromiso de permanencia y hacer adicta a la población (incluso infantil con aquello de tener controlado a la criatura) ahora sacan el internet móvil para chupar más mediante cuota y tarifa plana. 
Ahora estamos controlados vía satélite las 24 horas mediante un apéndice que implantarán a nuestros descendientes a su cuerpo. No hablemos de las radiaciones y de que nuestro cerebro saldrá a borbotones burgueses por nuestras orejas. Por supuesto, un buen burgués cambia de móvil cada seis meses, aunque el nuevo y su pantalla táctil sea igual o peor, y proclama al mundo sus megapixels.


•    Coche: Se cambia cada dos años. Lo dice un buen burgués. El nuevo tiene que ser más grande, lujoso y con más extras que el anterior y por supuesto hay que sacarlo cada tarde de paseo para que lo vean los vecinos. Recuerdo cochazos de 50.000 euros, pasando la noche en la calle, mientras sus dueños vivían en nidos de cucarachas de menos de 60 metros cuadrados de cuarenta años sin reformar, sin ascensor y sin humanidad. ¿Y el garaje? Un buen burgués muestra sus lujos a los demás.


•    Vacaciones (Santillana): Los burgueses tienen y deben ir a la playa para volver morenos a sus trabajos y que se note el poderío. Lo suyo es ir a la zona de moda aunque se tomen únicamente aquarius (y de marca Hacendado) para el desayuno, merienda y cena. Un mal burgués no se va de vacaciones una vez al año sino que debe y puede ir más de tres veces. A lugares exóticos, mejor que mejor. Muchos realmente no salen de sus cuevas y pasan los los rayos UVA antes de incorporarse al trabajo y retocan las fotos por el Photoshop.


•    Ropa de marca: No importa que se coma del Día o de Hacendado. Lo suyo es ponerse marcas en todo el cuerpo para que la imagen valga más que mil palabras y diarreas gástricas. El buen burgués compra todo de rebajas o de imitación para lucirlo aunque le salga una urticaria para caer muerto. 
La marca es la mayor tontería del milenio ya que a partir de cierto importe uno paga… ¡marca! Miren lo que valían las Converse y las Puma de nuestra infancia y porque cuatro progres y niños alternativos se las calzaron y se pusieron de moda valen ¡diez veces más! Yo he ido con G-Star y Jack Jones por dos duros cuando nadie llevaba esas marcas y ahora valen más porque ¡son de marca! ¿De la marca del gilipollas o el timado? ¡Vaya burgués que hace publicidad gratis! ¡Hay que ser tonto para llevar la marca que sea vea! Un momento, voy a sacar brillo a mis Nike



•    Portátil: Hay que tener portátil pese a valer el doble que uno de sobremesa y ser diez veces peor. ¿Ein? «Es que así lo tengo por toda la casa…» ¡y te envicias como un perro a ver porno en el portatil mientras estás… ¡viendo porno en el LCD de 52” del salón! Hay que ser gañan y burgués para tener portátil cuando simplemente vas a hacer el mismo uso que con la Wii y los cuarenta mil cacharros que no entran en los armarios de toda la casa. Claro, pero como todo el mundo lo tiene… un burgués no puede ser menos.


•    Botox: Como el buen burgués, que no sabe donde caerse muerto, tiene que echar más horas que un chino en su tienda… tiene que seguir cuidando su imagen. El Botox es la solución y la envidia de las oficinas aunque uno se quede con la misma cara de gilipollas eternamente.


•    Colegio de pago: Los niños tiene que ir a un colegio de pago para evitar el contacto con inmigrantes y los porros. «No pienso tener otro niño para así dar éste todos los Burberrys del mundo». El niño se enganchará a la coca a los ocho años proporcionada por el camello burgués del colegio de pago mientras que los niños del colegio público aprenderán chino gracias a sus compañeros… ¡chinos! y alcanzan la otra vida burguesa. «Le daremos al niño lo que no tuvimos». ¿Educación pagada? En el mundo y el país de la titulitis lo importante es el papel, así que emporrémonos en títulos a golpe de talonario.


•    Sigue al conejo blanco: GPS forever y cualquier gadget que se ponga de moda forever. Eso sí, los juegos de la Play, de la Wii, los CD y DVD todos pirateados que hay que gastar lo justo y eso no lo ve el vecino. Ah, es que el GPS lo pongo cuando voy a comprar el pan con mi súper-coche (el súper-chalet está a cuarenta kilómetros de cualquier atisbo de humanidad) mientras hablo con mi súper-móvil mediante bluetooth y miro mi nueva cara súper-botoxizada por el retrovisor. ¡Qué bien me queda mi Ralph Lauren de rebajas! Aunque me está repitiendo el yogur de Hacendado. ¡Qué moreno, qué guay, que bonito mi portátil con wifi!  Burgués forever!

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