El título de la entrada podría referirse al imprescindible melodrama y remake de Douglas Sirk o la canción de R.E.M. aunque realmente el objeto es la adaptación y supervivencia. Lana Turner después del juicio de la sociedad americana y destape completo de sus intimidades tras el asesinato de su amante, el semental mafioso Johnny Stompanato a manos de su propia hija, resucitó de cara al público con un melodrama que se convirtió en paradigma. Michael Stipe habla de cañas de azúcar, canela, lágrimas y por supuesto Hollywood. Pero este párrafo es mera introducción.
Renfe Cercanías convoca el IV certamen de relatos breves: 99 palabras para hablar del viaje y el movimiento hacía un destino. También menciona la palabra ‘tránsito’ pero en época de activias®, bifidus y fibras varias cualquier torsión lingüística tiende hacia el mundo-mundano, o lo que es lo mismo, a ‘irse por las pencas’ que es el acto más natural y diario del mundo. Aunque entiendo que Renfe no quiere promover e incentivar que miles de sus usuarios ‘depositen’ su cariño a diario de camino a sus destinos.
El año pasado les envié un relato breve de corte experimental donde la poesía confluía con la modernidad retórica del pensamiento contemporáneo. Vamos, un ente infecto de 99 palabras que no fue ni nombrado como lo peor del concurso. Mucho menos como lo mejor. Este año en un homenaje a “Zelig”, el mítico mockumentary de Woody Allen, he intentado mimetizar el estilo de los microrrelatos que se comen un colín o varios. El tema, al parecer, es ser lo más escandalosamente blando y dulzón, romántico y baboso para que el lector (seguramente fanático de las novelas de Danielle Steel) finalice su lectura con ojos resplandecientes de éxtasis sentimentaloide y un «¡Ayyyy, qué bonito!».
Es cierto que nadie quiere leer un relato en la Renfe (y de la propia Renfe) sobre asesinos en serie, invasiones alienígenas, visionarios quijotescos o grupos terroristas entre conspiraciones políticas. Obviamente Renfe no quiere que su imagen pase por el lisiado pidiendo dinero, las mafias rumanas haciendo caja, ladrones de bolsos, sobacos a falta de limpia, multitudes rejuntadas y sudorosas o niñas rumanas lanzadoras de CD.
Puestos a ese afán de endulzar los corazones podríamos optar por el trazo erótico, subidito de tono con pinceladas pornográficas y alguna escuálida penetración para no espantar a los más mojigatos. Pero va a ser que no: lo suyo es redimirse ante la evidencia y hacer historia. Todos los años los relatos ganadores han sido más rosas y pijos que las bragas de Victoria Beckham. En uno una pareja que no era tal y estaban en el trance del cortejo se ponían perfumes exóticos mientras que la otra parte dejaba pasar trenes hasta ‘oler a hembra’. Pura perversión. En el pasado certamen directamente se iban en un cercanías (que al parecer es más barato y discreto) después de echar un polvo en un hotel. Premio mayor, por supuesto.
Deberíamos vomitar al unísono y enviar, cual Fuenteovejuna, los relatos más pecaminosos y surrealistas de la galaxia para que, al menos, uno de ellos se alzase victorioso. Pero conseguir unidad en un país dividido, como diría la COPE o similares, es imposible por lo que este año espero que todos y cada uno de los relatos contenga sobredosis de almíbar en vena y cañas de azúcar, canela, lágrimas y melodrama. Historia de amor. Hollywood, por supuesto.
Esta mañana, por ejemplo he visto a una señora con una de esas socorridas imitaciones super-cutres de bolsos sin encanto que hacen que la marca original parezca un chiste. Rezaba en el asa OSSIS que al revés se lee SISSO, que es lo que aparecer le hace, a nivel comercial por la notable pérdida de clientes que ceden al poco encanto de la imitación de TOUS. Se podría escribir un relato de 99 palabras al respecto pero esta vida, pese a ser rellenada de imitaciones, quiere ir de original y encima no te dan ningún premio.
El año pasado les envié un relato breve de corte experimental donde la poesía confluía con la modernidad retórica del pensamiento contemporáneo. Vamos, un ente infecto de 99 palabras que no fue ni nombrado como lo peor del concurso. Mucho menos como lo mejor. Este año en un homenaje a “Zelig”, el mítico mockumentary de Woody Allen, he intentado mimetizar el estilo de los microrrelatos que se comen un colín o varios. El tema, al parecer, es ser lo más escandalosamente blando y dulzón, romántico y baboso para que el lector (seguramente fanático de las novelas de Danielle Steel) finalice su lectura con ojos resplandecientes de éxtasis sentimentaloide y un «¡Ayyyy, qué bonito!».
Es cierto que nadie quiere leer un relato en la Renfe (y de la propia Renfe) sobre asesinos en serie, invasiones alienígenas, visionarios quijotescos o grupos terroristas entre conspiraciones políticas. Obviamente Renfe no quiere que su imagen pase por el lisiado pidiendo dinero, las mafias rumanas haciendo caja, ladrones de bolsos, sobacos a falta de limpia, multitudes rejuntadas y sudorosas o niñas rumanas lanzadoras de CD.
Puestos a ese afán de endulzar los corazones podríamos optar por el trazo erótico, subidito de tono con pinceladas pornográficas y alguna escuálida penetración para no espantar a los más mojigatos. Pero va a ser que no: lo suyo es redimirse ante la evidencia y hacer historia. Todos los años los relatos ganadores han sido más rosas y pijos que las bragas de Victoria Beckham. En uno una pareja que no era tal y estaban en el trance del cortejo se ponían perfumes exóticos mientras que la otra parte dejaba pasar trenes hasta ‘oler a hembra’. Pura perversión. En el pasado certamen directamente se iban en un cercanías (que al parecer es más barato y discreto) después de echar un polvo en un hotel. Premio mayor, por supuesto.
Deberíamos vomitar al unísono y enviar, cual Fuenteovejuna, los relatos más pecaminosos y surrealistas de la galaxia para que, al menos, uno de ellos se alzase victorioso. Pero conseguir unidad en un país dividido, como diría la COPE
Esta mañana, por ejemplo he visto a una señora con una de esas socorridas imitaciones super-cutres de bolsos sin encanto que hacen que la marca original parezca un chiste. Rezaba en el asa OSSIS que al revés se lee SISSO, que es lo que aparecer le hace, a nivel comercial por la notable pérdida de clientes que ceden al poco encanto de la imitación de TOUS. Se podría escribir un relato de 99 palabras al respecto pero esta vida, pese a ser rellenada de imitaciones, quiere ir de original y encima no te dan ningún premio.
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