Páginas Bastardas

lunes, 13 de agosto de 2018

Malditos vecinos: Cum Laude

“Malditos vecinos”
Título original: “Neighbors”
Director: Nicholas Stoller
EEUU
2014

Sinopsis (Oficial):

Aparentemente, Mac Radner (Seth Rogen) y su esposa Kelly (Rose Byrne) han hecho realidad el sueño americano: acaban de tener una niña adorable y se han comprado una preciosa casa en las afueras. La pareja de treintañeros está convencida de que ha adquirido el aplomo necesario para la vida de adultos, pero estos ex juerguistas van a enfrentarse a un reto inesperado. Cuando Mac y Kelly descubren que sus nuevos vecinos son los miembros de la fraternidad Delta Psi Beta, con el carismático presidente Teddy Sanders (Zac Efron) a la cabeza, intentan estar a la altura de la situación y parecer más colegas que adultos. Pero las juergas de los chicos adquieren proporciones épicas y a la pareja no le queda más remedio que poner un poco de orden. La guerra entre vecinos escala a la velocidad del rayo a medida que el matrimonio se las ingenia para que expulsen a los universitarios, y estos últimos, para hacer perder la poca cordura que les queda a los nuevos padres.

Crítica Bastarda:

Hubo un tiempo en el que los vecinos comenzaron a ser los más peligrosos enemigos. La secta satánica de “La semilla del diablo” de Roman Polanski fue, en cierta medida, responsable de la desconfianza a las supuestas atenciones y buenas acciones de todo ser colindante que osara llamar a la puerta de su casa. El mensaje fue claro y evidente: nunca se fíe de su vecino. En los 80 “De repente, un extraño” pulverizaba de nuevo ese canónico paso del sueño americano y “Malditos vecinos” bien pudiera ser un thriller si Nicholas Stoller y Seth Rogen hubieran decidido lo contrario. “Malditos vecinos” es una comedia negra, claramente sexual y políticamente nuevo. Nada nuevo, son etiquetas. Etiquetas, tanto fans como haters dentro de la ya consolidada filmografía de Rogen.


Posiblemente el miedo a crecer y el histerismo de avanzar de esos personajes sean correspondidos por el de los propios espectadores. Los tiempos cambian y seguramente consideremos insípido, aburrido y escasamente divertido el comportamiento inapropiado de una pareja de treintañeros con un bebé que quieren conservar esa adolescencia y pubertad que ya dijeron adiós. El choque con sus nuevos vecinos y miembros de una fraternidad supone una prueba para esa juerga que congele su crecimiento. Es un placebo con fecha de caducidad y el filme de Nicholas Stoller va a desembocar en una guerra donde las referencias sexuales (e incluso cinéfilas) van a ejercer un nuevo orden sobre ese descontrol pretendidamente hilarante. Y he aquí una propia tentativa para la audiencia y posicionarse como invitado de excepción a la fiesta o como declaración de una contienda belicosa. Puede que Will Ferrel, Judd Apatow, los hermanos Farrelly y el efecto post “Resacón en Las Vegas” hayan condenado y enviciado la fuente de humor. Que el contexto haya delimitado que cualquier acercamiento a la fórmula por parte de Seth Rogen esté condenado a la primera erección y referencia sexual lactante. Posiblemente nuestros seamos esos ‘malditos vecinos’ que no toleramos ya ningún comportamiento indecente al otro lado de esa venta que forma la pantalla. 


El otro resumen de la película es más simple: drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo, drogas, sexo… and again. Odio, odio, odio. Debería haberse titulado ‘Cum Laude’. You know. 

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