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domingo, 22 de abril de 2018

Juega hasta el fin: La hoguera de las vanidades

“Juerga hasta el fin”
Título original: “This Is the End”
Directores: Evan Goldberg, Seth Rogen
EEUU
2013

Sinopsis (Oficial):

Un grupo de seis amigos que se ven atrapados en una casa después de una serie de extraños acontecimientos catastróficos en Los Ángeles. A medida que todo avanza en el mundo exterior, los suministros escasean y comienzan a peligrar las amistades en el interior. Con el tiempo los amigos se ven obligados a salir de la casa y enfrentarse así a su destino y al verdadero significado de la amistad y la redención.

Crítica Bastarda:

Desconozco si la traducción empaña el significado de la obra porque “Juerga hasta el fin” no es lo mismo que “This Is the End” por mucho que las carreras grupales de Seth Rogen, Jay Baruchel, James Franco, Jonah Hill y compañía inviten a la fiesta y, evidentemente, al desfase. De hecho, la gracia de la presentación y premisa argumental gira sobre una fiesta en la inauguración de la nueva casa de James Franco llena de famosos y gente variopinta como Emma Watson, Mindy Kaling o Rihanna… e incluso una aparición estelar y cachonda de Michael Cera. El sketch, en definitiva, es que llegue la Apocalipsis a Hollywood y en esa fiesta nadie se entere de nada como alegoría de su universo propio y ajeno al mundo terrenal… hasta que no queden fans que puedan aplaudir y elogiar a esas estrellas que serán estrelladas junto al resto de cosmos. El show debe continuar con las pocas providencias que sobrevivan dentro desde microcosmos y burbuja hollywoodiense porque el show siempre debe continuar incluso aunque ya el público que pueda disfrutar del mismo sean las propias narcisistas estrellas.


También desconozco si el filme de Evan Goldberg y Seth Rogen, basado en su propio cortometraje, desea llevar la ironía de Robert Altman al extremo políticamente incorrecto en el que ha quedado empapada la comedia norteamericana. El mundo llegó a su Apocalipsis y demonios y sus protuberantes falos van a llevar a esa vanidad en vida a un purgatorio digno de un survival-horror. Tal vez no nos guste el comadreo que habita en esa troupe que forman Rogen, Franco, McBride, Hill, Robinson y Baruchel, esos niñatos (de casi cuarenta tacos) que se piensan que son graciosos y que se atreven a parodiarse valiéndose de todos los clichés que les envuelven. Los monstruos son ellos, neuróticos, egoístas, cobardes y, por supuesto, llorones. Y esa línea entre la realidad y ficción bien pudiera establecer el guión y dirección de Goldberg y Rogen, por condesar esa explosión de comedia generada entre la improvisación y distintos niveles de apocalipsis. El juego de espejos está servido y el mal gusto se eleva como nueva arma de parodia. Pero ellos son tan guays… que pueden reírse de sí mismos con estilo. Con su estilo, claro. Orina a la cara y falos satánicos predominantes de una oda y canto a la vulgaridad entre lo divino y lo mediocre con Michael Cera de Rey de un primer acto y una especie de Janet Leigh en “Psicosis” pasada por el filtro contemporáneo de la comedia trash impuesta. 


Podríamos hablar del diálogo continental con Bienvenidos al fin del mundoy la fiesta como respuesta ante el Final de Todo, aunque más que ceder al primer acto de desfase, Goldberg y Rogen llegan a una anti-buñueliana conclusión: si hemos de morir… que no sea en la casa de James Franco o acabar como Channing Tatum. ¿Siempre nos quedarán los Backstreet Boys? Quién lo diría o, mejor dicho, quién lo vería… porque realmente la crónica de ese demoniaco o angelical narcisismo es que el show siempre debe continuar.

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