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jueves, 22 de febrero de 2018

Shutter Island: La duda

“Shutter Island”
Director: Martin Scorsese
EEUU
2010

Sinopsis (Oficial):

Verano de 1954. Los agentes federales Teddy Daniels (Leonardo DiCaprio) y Chuck Aule (Mark Ruffalo) son destinados a una remota isla de la bahía de Boston para investigar la desaparición de una peligrosa asesina (Emily Mortimer) recluida en el hospital psiquiátrico Ashecliffe, un centro penitenciario dirigido por el siniestro doctor Cawley (Ben Kingsley). Pronto descubrirán que el centro guarda muchos secretos, y que la isla esconde algo más peligroso que los pacientes. “Shutter Island” es la cuarta colaboración entre el director Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio, después de “Gangs Of New York”, “El aviador” e “Infiltrados” (ganadora de 4 Oscar). La película es un auténtico homenaje al film-noir y a los films de misterio y terror de la década de los 60.

Crítica Bastarda:

“Shutter Island” no creo que busque un objetivo de sorpresa, reverso o giro para asombrar al espectador. Es más, podría trazarse numerosos enlaces con películas que abarcan la mente y locura humana. Desde las recientes “Una mente maravillosa” (¿es real todo aquello que nos rodea?), “Memento” (¿somos lo que queremos ser o fingir ser?, ¿podemos mentirnos tantos que acabamos por creemos nuestra propia farsa?), incluso de mismo Christopher Nolan en el mismo año con idéntico actor principal tenemos Origen con numerosos elementos comunes en atrapar el recuerdo del ser amado hasta las últimas consecuencias. Pero, en esta propuesta, no se busca el envoltorio de ciencia ficción diseñado por el mandato del videojuego de acción con capas oníricas y cierta relevancia acústica sino que, no obstante, el género crea una nebulosa potenciada en la disección de Scorsese. Porque más que la sorpresa aparece un elemento disuasorio y contraproducente para el espectador: la duda. Y esa duda, como elemento de auto-defensa, aparece para crear cierta predisposición sobre el discurso. 


Esa duda se traslada a la propia mente de espectador ya que lo obvio tiene y debe ser justificado y remarcado para creernos la contraposición a la mentira, lo falso. Ese descoloque y reapertura mental/onírica puede recodar a “Mulholland Drive” y, sobre todo, a “Carretera perdida”, ya que “Shutter Island” parece una relectura de la película de David Lynch: chica peligrosa, asesinato, trauma y escape. Pero aquí aparece “Laura”, la duda razonable. La doble versión de la verdad o el sueño. La locura. El spoiler puede ser aquí una mentira disuasoria ya que nada puede ser lo que parece en una isla que recree la mente humana: una entrada de un barco a través de la niebla (punto de encuentro con el arranque del excelente episodio piloto que dirigió para Boardwalk Empire), una isla inhóspita, inaccesible, a veces, y normalmente en constante tempestad con diferentes apartados de peligro, recuerdos y emociones. No habita la introspección sino la diversidad en la plasmación de realidades. Parece que al igual que “Corredor sin retorno” para una persona que, en este caso se evade de su realidad mediante otra, el lugar perfecto para permanecer afinado es un psiquiátrico, donde convivir con la locura engendra una mayor o permanece con cierta constancia. 


Una placa en el cementerio avisa en el arranque: «Recuérdenos porque también hemos vivido, amado y reído’. Y efectivamente el recuerdo se erige como manera de aceptar la realidad pasada y vivida de ser un monstruo o no creer serlo».

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