Páginas Bastardas

domingo, 19 de noviembre de 2017

The Punisher: La venganza

Serie de TV
“The Punisher”
EEUU
2017

Sinopsis (Página Oficial):

Un antiguo marine decidido a castigar a los asesinos de su familia termina atrapado en una conspiración militar. Consumido por el recuerdo del brutal asesinato de su familia, el exmarine Frank Castle, alias The Punisher, regresa con un objetivo en mente: la venganza.

Crítica Bastarda:

La misión ha terminado. (…) ¿A quién quieres proteger? (…) Están muertos… No queda nadie, han muerto. Todos muertos por tu culpa. (…) Eres un espectro, vagas por el mundo sin saber que ya estás muerto. 

[Este primer párrafo es para meterme con la hipocresía de Netflix]

Pensemos en lo políticamente correcto y la vergonzosa doble moral del gigante del streaming. Viajemos a esa época tan cercana en la que gigantes carteles publicitarios nos mostraban la iconografía de Pablo Escobar vendiendo aquello de «Blanca Navidad» o «Sé fuerte». ¡Qué chungos son los publicistas de Netflix! ¡Cuánto atino, ironía y mala baba! ¡Qué ‘destroyers’! Vayamos a la polémica como forma de llamar la atención y vender un producto. En Fé de etarras! la cuestión era hacer revolverse el estómago de las víctimas del terrorismo bajo la coartada de la libertad de expresión y ganar un espacio en la controversia informativa. La pregunta es simple: ¿se hubiera atrevido Netflix con uno de sus productos herir los sentimientos de las víctimas de la violencia machista o abusos sexuales? ¿O se dispondría faltar al respeto a las víctimas del franquismo en pos de una cuota de publicidad? La hipocresía de Netflix es clara: herir y buscar la publicidad a base de controversia en un país en la que el Código Penal delimita los límites del humor a la interpretación de fiscales y jueces. El súmmum de su incoherencia ha llegado con el retraso de “The Punisher” debido a la masacre de Las Vegas. ¿Por qué reclamar la libertad a gritos en redes virtuales y demandas en los juzgados y autocensurarse bajo el mandato de lo políticamente correcto? ¿El límite lo imponen las víctimas... mortales o la inmediatez del abominable crimen? Ni lo uno ni lo otro. Mientras que Netflix ha descabezado House of Cards por los escándalos sexuales de su estrella y tampoco ha tenido piedad con Louis C.K. por su inapropiada (e injustificable) conducta, el estreno de “The Punisher” no ha tenido ninguna clase de congruencia o sentido a los puntos anteriores. El día 5 de noviembre un tiroteo en una iglesia en Texas dejó 27 víctimas. 27 inocentes perecieron. El día de 13 noviembre un tirador provocó otra masacre en el norte de California, hiriendo a 10 personas y quitando la vida a cinco, incluyendo a su esposa. Netflix ha demostrado que no le han importado ninguna de esas vidas perdidas. Ninguna de las mismas. Al menos, es la única lectura que ofrece el estreno este 17 de noviembre de una de sus más esperadas series otoñales. ¿En qué ha cambiado la cuestión de fondo? ¿En el número de víctimas mortales? ¿En el impacto mediático? Todo esto podría recordar a “Thought and Prayers” (4x05) de “BoJack Horseman”. El episodio hablaba sobre la doble moral, las contradicciones de esas estrellas de Hollywood que denuncia la violencia con armas de fuego mientras trabajan en una industria que las explota o las fetichiza. Si algo quedaba claro en el episodio es que EEUU es un país que odia a las mujeres más de lo que ama a las armas. He ahí el afilado dardo que dejaba la serie de animación. Todos esos riegos para plasmar una oscura sátira social contrastan con las decisiones del gigante del streming respecto al estreno del último producto de su franquicia de Marvel. O, lo que es lo mismo, una explosiva hipocresía y vergüenza ajena con la que Netflix ha quedado desacreditado para siempre. A todas las víctimas, mis condolencias. 


Hablemos ya de los trece episodios de la primera temporada “The Punisher” y retomemos todo el debate que ha engendrado la idiotez supina de los dirigentes del gigante del streaming. La serie creada por Steve Lightfoot ya se enfrenta internamente al debate de las armas de fuego y el uso de la violencia. La idea es que todos aquellos, que se han tenido que enfrentar a la misma, se encaren al silencio cuando acaban los disparos. La propuesta de Netflix trata de articularse sobre las heridas abiertas de los veteranos de guerra y el problema implícito que tienen de mirarse en un espejo y dejar de reconocerse a ellos mismos. Es evidente que el espectáculo, que rompe con la dinámica de los superpoderes en la franquicia televisiva de Marvel, trata sobre monstruos que han de volver a ser personas. ¿Cómo enfrentarse a la vida cuando no hay que librar una guerra? “The Punisher” habla de esos miedos aunque, sin embargo, la pulpa sea la de un justiciero atrapado por su pasado y la repetición continuada de ver a su familia asesinada. Precisamente la violencia es retratada como un trauma constante en la mente de aquella persona que la vive frente a frente; algo desagradable que incluso trasciende al otro lado de la pantalla. Frank Castle, inclusive, considera que fue él aquel que apretó el gatillo con el que su esposa e hijo al activar una serie de acciones… Todo, en definitiva, trata sobre la vendetta y los cabos sueltos de una orquestada misión encubierta en Kandahar que ya descubríamos en la segunda temporada de Daredevilcon la introducción del personaje interpretado por Jon Bernthal. Desde los primeros compases vamos a ver a Castle siendo una completa máquina de matar pero, ¿hay algo más después de masacrar a todo tipo de peligrosos delincuentes? La vuelta a la realidad del protagonista nos trae un acercamiento a una comedia negra soterrada, con ese look de ‘hipster’, que en cierta medida le sirve para camuflarse de una sociedad dividida. ¿Hay un parcela que teme a ese monstruo asesino pero que, contrariamente, llega a justificar sus acciones? El espectáculo desea instaurarse como un thriller que va cocinando a fuego lento a sus personajes mientras va dando fogonazos de ultraviolencia. Castle queda sintetizado en el comienzo como ese ser que ha dejado de ser una persona normal y que, como miembro de un equipo de construcción, soporta el peso de una almádena con el destruye con su infinita ira interior todos los muros que se pongan delante de él. Tanto una agente de Seguridad Nacional, Dinah Madani, como un misterioso personaje interpretado por Ebon Moss-Bachrach van a comenzar a orbitar alrededor de la vida de nuestro antihéroe. Y todo, obviamente, está conectado con su pasado. “The Punisher” funciona precisamente por la química que desarrollan Frank Castle y David Lieberman y los ecos de la familia de Micro sobre la tragedia vivida por el protagonista. La serie de Netflix desea demostrar que puede introducir un territorio violento y sangriento mientras, al mismo tiempo, posiciona un desarrollo personal de esos personajes que se enfrentan a sus propios demonios. 


La ficción dedicada a El Castigador desea oscilar entre el drama personal y las dicotomías de las heridas mentales que deja todo trauma en la mente de aquellos individuos que se sumergen en la guerra (o la violencia). El caso de Castle es evidentemente mucho más oscuro al formar parte de un comando de la muerte que asesinaba y torturaba a objetivos para oscuros intereses del gobierno estadounidense en Afganistán. Esa concepción del espectáculo dinamita los interiores de esos personajes que tratan de hallar alguna clase de timón moral entre la corrupción y conspiraciones que los rodean. Es evidente que The Punisher va a volver a activar su venganza tras descubrir que los responsables del asesinato de su familia todavía siguen libres… En tiempos en los que Los Defensores yLuke Cagehabían defraudado (en mayor o menor medida) y, para colmo de males, Iron Fist había provocado la narcolepsia generalizada, la propuesta de Netflix supone un interesante giro para el Universo Marvel. Aquí el superpoder es sobrellevar esas terribles heridas que desgarran el interior de los personajes y el tormento que viven. Es obvio que la dicotomía a la que se enfrentan es la lucha de su oscuridad interior frente a la luz que puede salvarlos. Pero, evidentemente, los fantasmas del pasado de Castle lo inducen a despertar una ira exterminadora y brutalmente salvaje que no suele dejar supervivientes. Sobre tal proposición, “The Punisher” no desea glorificar ni estilizar las monstruosas acciones de su antihéroe sino revelar una fuerza violenta que las engendra. En el caso de nuestro protagonista es un vacío interior saturado por la venganza y el miedo a enfrentarse a su reflejo en un espejo cada vez más roto y distorsionado. Al mismo tiempo, tanto la introducción de los veteranos de guerra como personajes como Lewis Walcott ayudan a comprender ciertas ínfulas del espectro sociopolítico norteamericano: sus dicotomías, contradicciones y doble moral. Ese contraste también ese sintetizado por el enfrentamiento de la violencia gráfica frente a otras capas dramáticas de los interiores de esos torturados seres. La idea, por lo tanto, es que veamos a que ciertos (anti)héroes no se esconden respecto al uso de las armas de fuego siendo su incomodidad complementada por la cobardía de ciertas acciones. ¿O el enfrentamiento moral y discursivo de Castle / Walcott no desvela que la políticos y medios de comunicación ven cualquier uso de las armas de fuego como actos terroristas sin importar el trasfondo? ¿O no era sumamente cínico e hipócrita el posicionamiento de todos los implicados en ese arco argumental? Sin embargo, toda la valentía del producto de Netflix ha quedado fulminada por la hipocresía del gigante del streaming. ¿Qué sentido tenía reivindicar un discurso capaz de sobrevivir por encima de los abominables tiroteos en suelo estadounidense si la cobardía de los responsables de Netflix ha quedado expuesta junto a su hipocresía? Todo pudiera quedar plasmado en ese espejo final en el que se revela su antihéroe y comprueba la facilidad de la muerte que puede sembrar. La venganza puede estar también la justicia, en que sus enemigos conozcan todo el dolor y pérdida al que se ha enfrentado él día a día. La violencia, al fin y al cabo, siempre sumerge a sus víctimas o aquellos implicados en el silencio. Y, ahí, se encuentra el auténtico miedo.


[AVISO SPOILERS] RESUMEN DE LA TEMPORADA:

 20%: Lloros y lamentos de Frank Castle por su esposa y niños. 
 20%: Lloros y lamentos de David Lieberman por su esposa y niños. 
 10%: Lloros y lamentos de Frank Castle por la esposa y niños de David Lieberman. 
 5%: Lloros y lamentos de Dinah Madani por su compañero. 
 5%: La cara bonita de Billy Russo chupando planos.
 40%: Ultraviolencia.
 Arco agumental sobre las heridas y traumas de los soldados.
 180 minutos de relleno. 
 Me repito tanto como el asesinato a sangre fría con los traumas de los protagonistas.
 Médicos-psicólogos con certificación de Twitter.
 El "calvo" siempre es el malo. POR FAVOR, ¡NO A LA DISCRIMINACIÓN!
 Plagio a la muerte de la Víbora Roja a manos de La Montaña en GOT. 
 Villanos que no se desangran y heroínas que sobreviven a un disparo en la sien de la Estrella de la Muerte. 
 En resumen, mucho 'hype' para una serie entretenida y ultraviolenta que hace justicia al personaje de Marvel. 

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