Páginas Bastardas

sábado, 30 de septiembre de 2017

El joven Sheldon: ¿Dónde estás BAZINGA?

Serie de TV
“El joven Sheldon”
Título original: “Young Sheldon”
EEUU
2017

Sinopsis (Página Oficial):

Para el joven Sheldon Cooper (Iain Armitage) de nueve años no es fácil crecer en el Este de Texas. Ser una mente privilegiada capaz de entender matemáticas y ciencias avanzadas no siempre resulta útil en un lugar en el que la Iglesia y el fútbol americano se llevan el protagonismo. Así que mientras el vulnerable, superdotado e ingenuo Sheldon debe aprender a lidiar con el mundo, su convencional familia debe aprender a lidiar con él. Su padre, George (Lance Barber), lucha para hacerse una carrera como entrenador de un equipo de fútbol americano de instituto y también para ser el padre de un niño al que no entiende. La madre de Sheldon, Mary (Zoe Perry), protege y anima a su hijo en una ciudad en la que el chico no encaja. El hermano mayor de Sheldon, Georgie (Montana Jordan), intenta destacar en el instituto, pero resulta difícil ser popular cuando compartes clase con tu hermanito de nueve años. Por último, la melliza de Sheldon, Missy (Raegan Revord), que a veces se resiente del exceso de atención que recibe su hermano, pero siempre termina por ser la única persona que le dice a Sheldon las cosas como son. A lo largo de 10 años, la audiencia deThe Big Bang Theoryha conocido al icónico, excéntrico y extraordinario Sheldon Cooper (Jim Parsons). Ahora con “El joven Sheldon” podremos conocer su infancia, mientras se embarca en un viaje inocente, incómodo y esperanzador hacia el hombre en el que se convertirá.

Crítica Bastarda:

No sé hasta qué punto podíamos esperar encontrar en “El joven Sheldon” una comedia reveladora u original. Es cierto que es el spin off de The Big Bang Theoryse había convertido —por méritos más ajenos que propios— en uno de los estrenos televisivos más esperados del otoño. Hasta aquí podría llegar la nota de marketing de la cadena cuando el piloto ha demostrado ya unas credenciales que no sé si contentarán del todo a los seguidores de la sitcom creada por Chuck Lorre y Bill Prady. La comedia que protagoniza Iain Armitage  pudiera ser una versión descafeinada de The Goldbergs(que no de “Aquellos maravillosos años”) bajo el mandato de ciertas dosis de azúcar dramática para desarrollar el conflicto latente de este joven Sheldon Cooper. El amor por su familia frente a su racionalidad supone una dicotomía de la que los escritores quieren aprovecharse para posicionar los momentos más superficiales y emotivos de la propuesta. La razón es que el choque entre el crecimiento cerebral de Sheldon Cooper y sus pinceladas afectivas suponen una vía para conciliar dos mundos que alternan entre sus aventuras en el instituto y aquellas propiciadas por su entorno familiar. Nuestro héroe tiene mucho que aprender en la vida porque es un simple niño. Hay poco más que contar aparte de ese juego latente de la física en los trenes: un juego de niños que bien pudiera generar una ecuación en otra mente que se cree superior. El problema pudiera ser que el protagonista tampoco es que haya evolucionado como adulto y han tenido que pasar diez temporadas para que se acerque a ciertos cánones sociales. 


De este modo, resulta un tanto contraproducente que su versión infantil plantee rasgos alejados incluso del personaje actual. Sheldon Cooper siempre se creyó, en cierta medida, superior a los seres a su alrededor. Él nació, como Sauron, para gobernarlos a todos… pero, no obstante, sus delirios de grandeza venían determinados por su incapacidad de entender las emociones del mundo que le rodeaba. Este joven Cooper da la impresión de quedar atado tanto a la mitología y pasado que nos han ido desgranando en el show original como a esos entornos en los que el protagonista trata de hallar su espacio y lugar. “El joven Sheldon” peca de querer ser demasiadas cosas y enfatiza unas emociones incoherentes para el personaje. Creo que para aquellos que nos sedujeron las primeras temporadas de la serie original, la gracia era ver a ese joven Dr. Cooper siendo un ser insensible y repleto de filias y fobias para apuntalar tanto aquello que conocíamos del icono televisivo. Además, muchos entendíamos que estábamos ante una cita ineludible para dar forma a muchos de los detalles de su pasado que nos han ido contado. No creo que el problema de la propuesta de Chuck Lorre y Steven Molaro sean sus lastres por hallar el fanservice e incluso dejarse llevar por chistes zafios y groseros. Aquí la cuestión es que esa ridícula capa sentimental destruye el concepto del personaje original. De acuerdo, es solo un piloto e incluso puede que la sitcom —alejada de los focos de estudio— pueda perfilar y mejorar en el futuro. Sin embargo, la esencia actual nos lleva a ponernos en el lugar de un análisis del propio Sheldon Cooper: si una teoría es equivocada de raíz, su desarrollo puede que sea completamente innecesario. Ya sea por el narrador, por ese eje maternal que no acaba de encontrar su sitio aunque es lo más remarcable de la serie, por esa familia desagradable o, simplemente, por el hecho en el que nadie se plantea dar un par de azotes a ese impertinente niño listo que se cree superior a todos. Quitando del medio de la ecuación la posible detección del síndrome de Asperger el este de Texas de 1989, en el “El joven Sheldon” falta un BAZINGA que haga encajar muchas piezas con la comedia en la que se basa el spin-off. Ni la dirección (?) de Jon Favreau salva una visión más sardónica e inteligente de la crueldad excéntrica del joven Sheldon Cooper. Al fin y al cabo, el propio icónico personaje ya nos daba pistas sobre la crónica de una decepción anunciada: «Ya sé que te da miedo decepcionarme, pero espero que te consuele saber que mis expectativas sobre ti son muy pobres»

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