Páginas Bastardas

sábado, 10 de septiembre de 2016

Mascotas: La Verdadera Historia de Mascotas

“Mascotas”
Título original: “The Secret Life of Pets”
Directores: Chris Renaud y Yarrow Cheney
EEUU
2016

Sinopsis (Página Oficial):

En su quinta colaboración para una película de animación, Illumination Entertainment y Universal Pictures presentan “Mascotas”, una comedia acerca de lo que hacen nuestras mascotas cuando cerramos la puerta de casa para afrontar nuestra rutina diaria. Las superestrellas de la comedia Louis C.K., Eric Stonestreet y Kevin Hart debutan en el largometraje de animación “Mascotas”, coprotagonizada por Ellie Kemper, Lake Bell, Jenny Slate, Bobby Moynihan, Hannibal Buress y Albert Brooks. El fundador y presidente ejecutivo de Illumination, Chris Meledandri, y su colaboradora Janet Healy producen la película que dirigirá Chris Renaud (las entregas de “Gru - Mi villano favorito”) y Yarrow Cheney a partir de un guion de Brian Lynch y Cinco Paul & Ken Daurio.

Review y Crítica Bastarda:

Esta review de esta insoportable, ofensiva y desafortunada película contiene spoilers. 

O tal vez no… y confundamos el spoiler con la amenaza en absoluto velada. El FIN está cerca y se nos está avisando a golpe de ladrido y maullido… 

AVISADOS QUEDAN. 

Prólogo. La tortura comienza con los Minions estafando a unos ancianos con un desagradable y dantesco y espectáculo circense. La única alegría es comprobar cómo los propios Minions son también estafados por los timadores de la teletienda y, por lo tanto, sometidos a su propio terror. El cortometraje únicamente sirve para perder exactamente 1.589.666 neuronas y confirmar La Verdadera Historia de los Minions.


Vayamos a la película. Welcome to New York… y al Fin del Mundo tal y como lo conocemos. Al ritmo de la aborrecible Taylor Swift, “Mascotas” saca rápidamente sus garras para reducir nuestro cerebro al tamaño de una nuez con una premisa indecorosa y cercana al plagio del plagio que una vez fue plagio. El film está plagado de detalles para confirmar que el Fin de los Días está cerca y la elección de la más odiada cantante de la historia, apadrinada por el humilde Kanye West, es una referencia directa a esa alegoría sobre la destrucción del mundo tal y como lo conocemos. Si han incluido a humoristas como Louis C.K., Kevin Hart o Steve Coogan es para reflejar el chiste al final no va a tener ni fruta gracia. Lo dicho, AVISADOS QUEDAN. Max se considera el perro más afortunado de Nueva York pero es un perro faldero con una relación filozoofilica con su ama y ciertas tendencias posesivas condenadas a devorar a su dueña y mantener su esqueleto en una mecedora cerca de una ventana. Sabe que perfectamente que ella se va a trabajar día y noche como maraca y fufurufa para mantener las costosas apetencias y deseos de su chucho (y chocho) pero, al mismo tiempo, Max vive en la ignominia para mantener la llama hasta que un buen día decida apagarla con un bocado en la garganta y yugular. La idea es presentar también al resto de personajes sacados de un psiquiátrico. Gidget, por ejemplo, tiene unos ardorosos deseos sexuales sobre Max. Gidget es una adorable pomerana que fue abducida por alienígenas para blanquear su inmaculado pelo y entrenarla como parte de sus planes de dominación del mundo. No obstante, la perrita sucumbió a sus deseos románticos respecto a su vecino terrier y desistió de destruir a la raza humana… por el momento. Dentro de tal repulsivo acto, veremos a perros drogadictos que esnifan marihuana, mearse en plantas que se comen los veganos, otros pastilleros hiperactivos, cobayas retrasadas mentales por abuso de metanfetaminas, pájaros ludópatas, gatas con obesidad mórbida, perros salchichas que se masturban compulsivamente con la maquinaria de cocina y, en definitiva, bichos satánicos que se reúnen y conversan sobre cosas que poco o nada interesan a nadie. La intención es que veamos que los animales y mascotas llevan una doble y secreta vida mientras sus dueños abandonan el hogar para mantener a esas desagradecidas y destructivas bestias adictas a las bolas, los punteros láser o mantener conversaciones sobre Kant y Nietzsche mientras maquinan conspiraciones contra los seres humanos. En realidad, está película está confeccionada para retratar y humillar públicamente a los animalistas por defender a unos seres peligrosos e incontrolables que todavía no han actuado pero en breve lo harán.


El conflicto aparece cuando la dueña de Max trae a Chewbacca en cuadrupedia al hogar al haber adoptado a la gigantesca y peluda criatura que podría devorar niños menores de 10 años como aperitivo antes de cazar seres humanos adultos. Duke será el hermano de Max muy a pesar de ambos tendrán que iniciar una convivencia que pasa inicialmente por una fase a lo “Escenas de matrimonio” entre ladridos, gruñidos y relamidos. Duke descubre que Max es un sociópata en potencia y detecta la conspiración del peligroso y para nada inofensivo chucho para quitarse del medio a su competidor. Aunque “Mascotas” pretende tener cierto tono ‘realista’, vamos a empezar a ver que los animales hacen cosas inexplicables que solamente pueden ser entendidas dentro de ese plan global en el que los seres humanos serán exterminados. Max se comporta como un perro alfa y revela a los niños una gran lección que deberán aprender a partir de que vean la película: si tienes un problema busca la vía para extorsionar a tus antagonistas. ¡La extorsión es la única solución! Para intricar más el ya absurdo argumento, el estúpido cuidador Guillermo pierde a Max y Duke por ligar con otra hipster mientras los perros decidían putearse el uno al otro. Otra de las grandes lecciones existenciales que revela esta infecta película es que los hipsters no saben contar y que la sociedad ha dado el control de sus seres amados a semejantes y estúpidos elementos. Los perros tampoco se salvan de la estupidez ya que las acciones de Max y Duke acaban mal para ambos. Que los chuchos terminen en un contenedor de basura revela una metáfora sobre la ‘fecalidad’ argumental de la propuesta. Para complicar más las cosas, los perros se encuentran en el callejón equivocado con una gran y populosa banda de gatos chulapos-canís-espartanos-gitanos que desvalijan a Max y Duke sin reparos. El problema, además, es que la aparición sorpresiva de la pasma (los pobres tipos de Control de Animales que serán torturados durante todo el film) provoca que, al no tener collar, los protagonistas sean detenidos y conducidos a dependencias caninas. Duke fue un perro malo y éste se da cuenta de que si vuelve a la prisión de los canes su reputación afectará a su futuro. ¿O quién va a adoptar de nuevo a Chewbacca si no duró ni 24 horas con su nueva dueña? Por suerte para los chuchos, en el furgón va a Hannibal Lecter mientras que Gidget se percata que su Max ha desaparecido. La criatura es guiada por un culebrón que, en realidad, son emisiones alienígenas para controlar su desarrollado cerebro y, así, salvar a su amor para sacar de su interior todo ese entrenamiento que todavía no ha puesto en práctica. Gidget está condenada a ser la líder del alzamiento de los animales para someter y exterminar (en ese orden) a la raza humana y solamente así se explican sus poderes sobrenaturales para volar o teletransportarse a la azotea del edificio de enfrente. 




El rescate de Hannibal Lecter propiciará la introducción del gran y carismático conejito Pompón (Snowball). El comentario generalizado es que el villano de la película es más Joker que el Joker de Escuadrón suicida y que es lo único salvable de ese infinito sumatorio de copia-pegas. Acompañado de un cerdo tatuado y otros secuaces, el conejito nos revelará que es capaz de asaltar un furgón blindado o hacer con una zanahoria una llave maestra. Más tarde veremos a todos estos animales robar coches y conducir perfectamente. Muchos pensaremos que, realmente, la película es una clara advertencia de que los animales dominarán en breve el mundo y, desde luego, no nos equivocamos. Este año no ha sido casualidad el éxito de dos películas sobre las bestias que nos sirven para establecer una cronología de un genocidio anunciado. Si bien “Mascotas” nos presenta la precuela, Zootrópolisdispondría un mundo sin humanos dominado por animales que ocuparon su lugar y replicaron perfeccionando a la antigua y erradicada sociedad. Un nuevo orden postapocaliptico que, no obstante, revela ciertas y mínimas tensiones y conflictos respecto a la belicosa y destructiva raza que se asentó en el planeta Tierra durante millones de años. Algunos seres sin cerebro dirán que son películas para niños y de animación pero esconden un claro mensaje de advertencia… Y es que si el conejo puede hacer una zanahoria una llave maestra no sabemos cómo no dominaron el mundo si son capaces de conducir y seguramente manejar armas de fuego. Pompón es el líder de las mascotas callejeras que ahora buscan venganza en ese club en el que se araña, muerde o asesina si es necesario. Hay bandos y esas rencorosas mascotas desean acabar con los humanos desde sus mazmorras, alcantarillas y cloacas que han transformado en su nuevo hogar de odio y adicción al gore, Telecinco y a los creepypastas. Duke y Max compraron su billete de entrada a la salvación, ante una muerte asegurada, indicando que asesinaron a su dueño… Pero las mentiras tienen las patitas tan cortas como un ratón pigmeo…


Gidget, después de su viaje de 965.695.123.387.469 escalones llega a la azotea y conoce a Tiberius, un halcón sicario, que quiere comerse a la perrita por su instinto asesino pero que revela, por el contrario, que no tiene amigos. ¡Se los comió a todos, pobrecito! Gidget todavía no ha despertado de su letargo de estupidez pero se salva por azarosas casualidades del guion y seduce a Tiberius con pajas mentales sobre la amistad en formato Power Point. ¿Podrá el halcón mileurista averiguar dónde se encuentra Max y frenar los instintos uterinos de Gidget? Tiberius encontrará al líder de los gatos gitanos y Gidget comenzará a sacar su entrenamiento alienígena, con reminiscencias de la CIA, para sacar la información al gato toxicómano. Mientras tanto, en las profundidades del ejército del mal dispuesto a dominar el mundo se recuerda el instinto asesino de Ricky y su espíritu de acabar con todos los bastardos humanos que pueblan el planeta. Tras relatar Max y Duke cómo asesinaron a su dueño a sangre fría en la cocina, su ritual de iniciación pasa porque una víbora de diez toneladas tuerta te hinque en el trasero su único diente de dos kilómetros. El único alimento de esa víbora es un plato de odio a todos los humanos y, precisamente, la aparición de los gatos gitanos informando de que Max y Duke son en realidad animales domesticados anuncia el principio del fin. Joker-Pompón inicia las acciones para que su ejército de mascotas asesinas acabe con los chuchos pero éstos consiguen escapar a Brooklyn no sin antes acabar con la víbora gigante mediante un accidente para nada gratuito y absolutamente premeditado. Fue un homicidio en primer grado con ensañamiento y alevosía y todos fuimos testigos. Que se intente defender a partir de ese momento a Max, siendo un asesino, me resulta vomitivo. Gidget, por su parte, elude hablar de otros planes puestos en marca de las ardillas para conquistar el mundo y se ciñe a sus deseos de recuperar a su amor prohibido. Con la ayuda del resto de mascotas del edificio, inician un plan de búsqueda que pasa ir a la fiesta de un tal Pops, un perro ciego-paralítico y viejuno, que transformado su hogar en el garito de moda. Allí los perros swingers esnifan culos, se practica el mamading, se consumen numerosas drogas y se practican deportes de riesgo como aguantar diez minutos sin respirar dentro del inodoro. “Mascotas” también nos revela que los animales ya son capaces de grabar vídeos, editarlos y subirlos a Youtube en cuestión de minutos. Amén de manejar equipos informáticos y de disponer de la capacidad intelectual y corporativa de hacerlos virales en cuestión de horas… El próximo paso es dominar el mundo. Todos los sabemos y solamente los necios y estúpidos no se han dado cuenta, siendo los animalistas cómplices de aquello que se nos avecina.


Pops ayuda a las mascotas dirigidas por Gidget a cambio de sexo interracial con Chloe, la gata con obesidad mórbida, y un homenaje a “Con faldas y a lo loco” todavía investigado por los inspectores de la SGAE. “Mascotas” también nos descubre que los animales de compañía tienen acceso a numerosas rutas de (tele)transporte y atajos con los que fácilmente dominarán el mundo cuando una entidad suprainteligente dé la precisa instrucción. Por otro lado, unos hambrientos Max y Duke nos muestran otra lección de vital importancia para nuestros hijos como un allanamiento y robar descaradamente con completa impunidad. Dentro de una fábrica de salchichas, sus actos vandálicos y delictivos son toda una referencia y filosofía para nuestros más pequeños. ¿La propiedad privada? ¡Me la suda! ¿Plagiamos a “Grease”? ¡Me la suda! ¿Hacemos apología de las drogas? ¡Me la suda! ¿Salir de una alcantarilla y contagiar infinidad de virus letales a los consumidores de las salchichas que allí se produzcan? ¡Me la suda! ¿Estamos hablando de un genocidio y acto terrorista cometido por dos perros? ¿Me la suda? ¿De verdad que Max y Duke son un ejemplo para nuestros amados retoños? ROBAR, ROBAR y ROBAR, ESO es lo que únicamente tienen que entender los niños para sobrevivir según los guionistas de esta infecta película. Mientras que Joker-Pompón revela su esquizofrenia paranoide en un cuadro también robado del MoMA de Nueva York, los amigos de Max llegan al lugar para atar cabos sueltos y que la cobaya subnormal sea usada como un rehén de ella misma. “Mascotas” decide en este punto meterse de lleno a un melodrama tróspido ya que descubriremos que Duke tenía un dueño que no era otro que Morgan Freeman cundo cumplió 5.698.967.994.136 años. El relato de Duke es un tanto estúpido comiéndose en coches y una escapada que provocó que se perdiera de un modo random y absurdo. ¡Vaya perro de mierda que no sabe volver a su casa! Lo dicho, ¡vaya perro de mierda! Solamente es entendible semejante pifia de guion porque es de raza Chewbacca y no huele bien con tanto pelo sudoroso alrededor. Max decide que lo mejor es que vuelva al hogar que encuentran en dos minutos con su GPS, pero una gata psicópata que ahora ocupa el lugar revela que el dueño de Duke murió y ahora es habitado por otros humanos. Un momento, ¿ha muerto Morgan Freeman? ¡COBARDES, ASESINOS, GUIONISTAS DE PELÍCULAS DE ANIMACIÓN! 

¡NADA NI NADIE PUEDE MATAR A MORGAN FREEMAN, HIJOS DE FRUTA!


Aquello que también nos quiere plantear esta indeseable cinta es que el fin de los tiempos vendrá anunciados con la muerte del icónico actor. Max y Duke discuten en modo bipolar sobre sus idiotas decisiones pasadas y deambulan entre el odio, la amistad y el amor sin que sepamos si el anticlímax se ha convertido en un salón de un psiquiátrico o un plató de El Chirincirco. Vergüensa infinita. 



Vayamos al final. Duke será finalmente arrestado por la pasma y Max emulará al T-1000 mientras que en su eyaculación en plena vía pública será interceptado por el conejo loco y sus secuaces. Con todos arrestados menos Joker-Pompón y Max, ambos se alían para robar un autocar, conducirlo y asesinar a más humanos en su intento de alcanzar y destruir el furgón blindado que transporta a sus amigos. Pasan algunas cosas que no vamos a destripar porque hacerlo supondría un aneurisma cerebral tras otro hasta la muerte instantánea. Indicaremos que al final el conejo se convierte en el héroe de la historia y que éste desvirga a Gidget para que todos los animales vuelvan a sus frutas casas y nos dejen en paz hasta que decidan invadir el mundo y asesinarnos a todos con los animalistas como colaboradores y cómplices de un genocido. ¡OS ODIAMOS A TODOS POR MALTRATADORES Y ASESINOS DE ANIMALES HUMANOIDES! 

THE END

AVISADOS QUEDAN. 

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