Páginas Bastardas

jueves, 9 de junio de 2016

Houdini y Doyle: Arthur Conan Doyle y Harry Houdini encadenados y hundidos en un procedimental

Serie de TV
“Houdini y Doyle”
Título original: “Houdini and Doyle”
Canadá / Reino Unido
2016

Sinopsis (Página Oficial):

“Houdini y Doyle” se inspira en hechos reales, la amistad entre dos grandes personajes de comienzos del siglo XX, Harry Houdini, mago, artista del escape y descreído ante lo paranormal, y Sir Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes y aficionado a lo inexplicable. Ambos se verán de algún modo forzados a unir sus fuerzas con las de Scotland Yard para investigar algunos de los crímenes más inexplicables de la ciudad y con un tinte sobrenatural. Les acompañará en su aventura diaria la primera agente de la policía metropolitana de Londres, Adelaide Stratton.

Crítica Bastarda:

El problema principal de “Houdini y Doyle” pudiera ser ese cúmulo de expectativas desde su propio título e ilustres nombres que lo enmarcan. Puede que aquí un gran número de espectadores imaginaran un sustitutivo seriéfilo hasta el regreso deSherlocke incluso un segundo evento de la resurrección de Expediente Xpasado por un filtro anacrónico. No obstante, todo se van a dar de bruces con la dura realidad: la serie que protagonizan Stephen Mangan y Michael Weston es un flojo entretenimiento tan pasajero como el más simple bobalicón truco. Inspirada en hechos reales (cogidos por el mero entrecomillado y encuentro de los personajes reales), tal vez el proyecto llegue demasiado pronto tras Houdini de History Channel y todavía la imagen residual de Adrien Brody esté presente la conciencia catódica. Posiblemente la mejor explicación de la artimaña de esa coproducción británica y canadiense sea la implícita mecánica de los actuales procedimentales televisivos, donde una insólita pareja (de opuestos) tiene que resolver los más complicados casos y crímenes. El enfrentamiento (y amistad) entre Sir Arthur Conan Doyle y Harry Houdini es, en teoría y sobre el papel, una materia de primera para conceptuar ese choque entre lo inexplicable y el descrédito sobre lo paranormal, basándose también en la primera agente de policía de Scotland Yard para crear a Adelaide Stratton y conformar ese trío de investigadores atrapados entre lo espiritual y lo científico. No sé hasta qué punto Doyle y Houdini se estarán revolviendo en sus propias tumbas por un espectáculo prototípico que no aporta nada más que el membrete y la icónica referencia, muy alejada de la calidad alcanzada por la creación de Mark Gatiss y Steven Moffat. Incluso aquellos que esperen que Mangan y Weston estén a altura de una réplica de Benedict Cumberbatch y Martin Freeman pueden sentirse tremendamente defraudados. Por no hablar de esa conexión meta-visual de ver trabajar juntos al psicópata de  “A dos metros bajo tierra” y al guionista tontorrón de Episodescon la cola peluda de una rata muerta por bigote.


“Houdini y Doyle” quiere colgarse ciertas etiquetas como ese toque de producción ‘british’ como uno de sus muchos reclamos, aunque una vez dentro de esa carpa televisiva de la propuesta el espectador se da rápidamente cuenta que está en un espectáculo de feria ante un truco ya que conoce y que apenas va a emocionarlo. ¿Se han equivocado en el reparto o ceñirse al manual del procedimental menos sugerente provoca queden encadenados, hundidos y sin posibilidad de escape? Poco a poco, los dramas y conflictos de ese extraño trío de investigadores van surgiendo junto a algunos secretos personales, aunque retornamos a ese escaleta prototípica en la que el desenlace está marcado siempre por la duda que traspase al otro lado de la pantalla. Atrapada en esa mecánica entre lo sobrenatural y el arte del engaño, la serie suele reincidir en el humor como complemento y el concepto descriptivo de la época, tratando de conectar ese pasado que representa con ese futuro que es nuestro presente. Pero ni siquiera en ese juego de conexiones y referencias, los libretos de “Houdini y Doyle” alcanzan el brillo que una producción con dos ilustres personajes se mereciera, sintiéndose en todo momento como un concepto anacrónico y falto de magia. Desconozco hasta qué punto esos espectadores que quedaron decepcionados con el regreso de Mulder y Scully aplaudirán un procedimental de FOX al uso que únicamente pudiera salvar su carcasa de época entre su inverosimilitud y anacronismos para epatar la audiencia contemporánea. Por mi parte, me sigo sin creer este engaño para nada sobrenatural y sí bastante explicable.

P.D.: Al final salvan al presidente de los EEUU del marido secreto de Adelaide Stratton y ésta misma se encarga de volarle los sesos un tanto despechada por todo el asunto. Mientras tanto, Arthur Conan Doyle herido de una bala en la tripita tiene una visión en la que aparece Sherlock Holmes pidiendo una resurrección y 858 novelas más. Mientras tanto, todos se montan en el Titanic para que Houdini vea a su madre muerta, en versión fantasmal, tomando el fresco y lea una nota para confirmar que no está soñando porque si lanzaba la peonza de Origenhabía una demanda. Más o menos. THE END? 

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