Páginas Bastardas

viernes, 28 de marzo de 2014

Fleming: The Man Who Would Be Bond

Miniserie de TV
“Fleming”
Reino Unido 
2014

Sinopsis (Página Oficial):

No hay cuestionamiento para el estatus de icono del un hombre que se hace llamar 007, pero antes de que sus emocionantes aventuras golpean la páginas o la gran pantalla, existieron vivencias de primera mano por aquel que sería su autor, Ian Fleming. Elegante y explosiva, “Fleming” cuenta la fascinante historia de un hombre cuya vida y aventuras propias fueron la inspiración para una de las figuras más emblemáticas de la literatura moderna: James Bond. La estrellas del nuevo drama original dividido en cuatro partes es Dominic Cooper, que encarna al rebelde encantador y sofisticado Fleming, cuya búsqueda del placer en la vida dio un vuelco con la Segunda Guerra Mundial para dar lugar a la creación del mayor espía jamás conocido en la historia.

Crítica Bastarda:

La miniserie sobre Ian Fleming se inicia —en cada uno de los cuatro episodios que la componen— con la misma frase célebre de su propio autor: «Todo lo que escribo tiene un precedente en la verdad». Desde su arranque el doble juego de referencias nos enmarca y remite a ese ‘envejecido’ Fleming a punto de presentar al mundo ‘Casino Royale’. Desde la ubicación y el cúmulo de guiños se propone una ruptura clásica para que el relato (y la propia miniserie) sea un gran flashback. No es una estructura novedosa pero su debilidad es que realmente rompe los mecanismos de tensión sexual en el romance de Fleming y aquella condenada a ser la mujer de su vida. Entiendo que la miniserie quiere ser un coqueteo del autor con su álter ego y su múltiples e imperfectos reflejos en uno mayor llamado ficción. De hecho, es en la ficción donde aparecen recursos discutibles y no me convencen en absoluto algunas decisiones técnicas en las secuencias sexuales, dando cierta impresión de que “Fleming” ansía ser más superficial e instantánea para epatar al público adolescente o menos adyacente al clasicismo del que muchas veces de empapa. 


Dirigida por Mat Whitecross y escrita por John Brownlow y Don MacPherson, la miniserie de cuatro desiguales partes nos remite al guiño y a la recreación de una precuela de James Bond protagonizada por un antihéroe que pertenece al pasado y mutila la elegancia de la ficción. El doble juego pudiera interesar si fuera un retrato sobre la violencia y la apropiación, sobre el poder y la transformación. Que un playboy vividor, amparado por la fortuna familiar y a la sombra de su hermano, sea aquel que decepcione a propios y extraños pudiera engendrar el relato dentro esa constante evolución de su protagonista al tratar de ser otra persona, ese bruto seductor y perfecto amante que es el eterno héroe. Las vivencias de Fleming, como ayudante del Almirante John Godfrey para la Inteligencia de la Armada y su lucha contra los nazis, proyecta a nuestro protagonista a empaparse de aventuras para demostrar su valía y talentos... y que surjan, evidentemente, los conflictos.


El juego del espionaje, intrigas y la línea de romance prohibido con Ann O'Neill estable el marco de un espía playboy sometido por una mujer capaz de seducir y reducir sus entrañas. “Fleming” se supedita a esa verdad que dio origen a James Bond y los paralelismos entre las reiteradas imperfecciones y demonios interiores de su autor chocan con la lluvia de señas y referencias de esa otra gran historia que todavía estaba por escribirse. No es que tampoco (y de nuevo) la idea sea novedosa y hemos tenido producciones remarcables como “Iris” (2001), “Miss Potter” (2006) o “Descubriendo Nunca Jamás” (2004) a tal respecto, ni la miniserie ofrece más allá de una prolongación a las vivencias bajo el glamour del género. Simplemente, tras varias horas de una colección de postales sin demasiada asiduidad y con un final un tanto incoherente desvirtuando sus créditos finales (y punto de partida), descubrimos que detrás de Bond estuvo Fleming, Ian Fleming. Como si fuera la única verdad de esa frase tan recurrente como publicitaria: «Todo lo que escribo tiene un precedente en la verdad»; con la cita, que nos remarcaban en cada prólogo, y con tanta página, mención, subrayado y reseña comprobamos la fatalidad de encontrarnos la ausencia de un epílogo, de un gran y real epílogo.

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