Páginas Bastardas

domingo, 28 de abril de 2013

Iron Man 3: Esto NO es Iron Man sino El Show de Robert Downey Jr. patrocinado por Champín

“Iron Man 3
EEUU
Director: Shane Black
2013


Sinopsis (Página Oficial):


En “Iron Man 3” de Marvel, Tony Stark/Iron Man el industrial brillante, millonario y playboy se enfrenta a un nuevo enemigo que no conoce límite alguno. 

Cuando Stark descubre que su gran adversario ha destruido su mundo decide embarcarse en una espeluznante aventura en busca de los culpables y verá cómo cada paso que da en este viaje pondrá a prueba su valor. Stark deberá sobrevivir por sus propios medios, confiando en su ingenio y su instinto para proteger a sus seres más queridos. En su lucha por regresar Stark descubrirá la respuesta a la pregunta que llevaba tiempo haciéndose: ¿El hombre hace la armadura, o la armadura hace al hombre?

Crítica Bastarda:

En la primera parte la batalla se ganaba por el carisma del general, no por la potencia de las armas.

En la segunda, el general tuvo la regla… y comenzaron los dolores…

Y, ¿para terminar? y en la tercera, el general tendrá ataques de ansiedad y se comerá todas las palomitas compulsivamente mientras no para de rajar en el diván… ¡Y tiene la poco vergüenza de no PAGAR un reloj roto de Dora la Exploradora! ¿¡No era multimillonario!?

¿Y el alcoholismo… qué? En teoría iba a ser una adaptación de ‘Demon in a Bottle’ pero Marvel (y por extensión Disney) decidieron que Iron Man ya no sería la Massiel de los superhéroes sino una Lady Gaga con decenas de trajes para lucir en el escenario, montones de ‘bailarines y bailarinas’ que le hicieran las pegadizas coreografías y espectaculares fuegos artificiales para cerrar el show. Todo superhéroe debe tener un punto y débil y aquí, al parecer, ha sido… ¿ser el protagonista de la tercera película más taquillera de la historia del cine? El cine comercial no quiere a alcohólicos con resacas, terribles dolores de cabeza matutinos y arcadas espantando a los más pequeños de las salas. No se trata de ser purista sino consecuente. ¿Se imaginan a un Superman sin kriptonita porque el verde no está de moda? ¿A un Batman y Spider-Man siendo inmortales porque así les facilita el trabajo a los guionistas? ¿O a un Hulk que odia la violencia y resuelve sus combates con una partida de ajedrez? Esto NO es Iron Man sino El Show de Robert Downey Jr. porque aquí se aplaude más la gracia y carisma del actor que el abucheo por el poco respeto al superhéroe impuesto. Además, el resto de la adaptación (como tal y de los villanos) deja muchísimo que desear. ¿Cómo han podido defenestrar de esta manera al Mandarín? ¿Por qué ningún productor se fija en el Ra’s Al Ghul de las viñetas por una vez? Está claro que el subgénero de superhéroes necesita supervillanos y no un coro rociero que dé las palmas y el cante a la vedette afónica (y esta vez para nada borracha) de turno. 


El cine de superhéroes alcanzó sus dos cimas diferenciadas con El caballero oscuroyLos vengadores. Uno puede guiarse por las sombras o por los recovecos luminosos del entretenimiento… pero siempre llegará al mismo lugar. Shane Black ha optado, por imposiciones de producción, con el piloto automático del plan de vuelo de Joss Whedon, despuntando como la arista sarcástica e incluso cínica a lo Tom Clancy sobre la cultura norteamericana del envoltorio de los superhéroes en un mundo de maníacos y visionarios. Nos conocemos los trucos: romanticismo, pólvora, revelaciones, anticlímax y explosivo regreso de un millonario desahuciado a golpe de misiles. “Iron Man 3” resulta tan acertada como superficial, tan explosiva como escasamente predecible y poco sorprendente. La psicología, el thriller político, la burla y la inquietud hacen que el héroe resurja (y rebuja) de sus cenizas… otra nueva vez. El libreto de “Iron Man 3” podría ser perfectamente el de “Arma Letal” con los añadidos de gadgets, armaduras voladoras y kilotones de CGI. ¿Tan poco ha cambiado estructuralmente el cine de entretenimiento desde finales de los ochenta? No hay nada nuevo porque lo nuevo ya no es necesario sino el balanceo de lo estridente, el entreteniendo acaba mecanizado y enlatado, sin atisbo para la sorpresiva descarga o la chispa definitiva.


Aplaudamos sus tres ‘grandes’ secuencias de acción, devoremos nuestras palomitas mientras nos divertimos y evadimos de un rato que ya pasó tiempo atrás y emborrachémonos de blockbuster para olvidar nuestros problemas... porque, recordemos, que aquí vamos de botellón con Champín. En realidad, nosotros creamos nuestros propios demonios… y la propia cinta parece hablarnos al respeto. «¿El hombre hace el traje o el traje hace al hombre?», nos preguntaremos. ¿No es acaso este filme una crisálida de otro filme escondido mayor arrebatado por ese miedo escénico de no mezclar alcohol con las palomitas y ser infiel al personaje? ¿No da la impresión de que todo al final es un anuncio sofisticado de la PAH protagonizado por un egocéntrico y multimillonario hipócrita? En 1999 “Iron Man 3” sería una gran película, pero en 2013 un pasajero entretenimiento que se evapora al mismo ritmo que suben sus efervescentes burbujas. ¿Un hype a palo seco? No, con gas y ‘alcohol-free’. 

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