Páginas Bastardas

viernes, 24 de febrero de 2012

Polisse: Humor para sobrevivir a la dura realidad

Polisse
(2011)
Francia
Director: Maïwenn Le Besco

Sinopsis (Página oficial):

La rutina diaria para los policías de la Unidad de Protección de menores del Departamento de Policía: arrestar pederastas, perseguir carteristas menores de edad y discutir problemas de pareja a la hora de comer; interrogar a padres maltratadores, recoger declaraciones de los chicos, hacer frente a los excesos de la sexualidad adolescente, disfrutar la solidaridad con los colegas y reír descontroladamente en los momentos más insospechados. Sabiendo que lo peor existe y viviendo con ello, ¿cómo mantienen el equilibrio entre sus vidas privadas y la realidad que afrontan cada día de trabajo? Fred, el hipersensible chico para todo del grupo, va a pasarlo mal enfrentándose al escrutinio de Melissa, una fotógrafa con el encargo del Ministerio de documentar la Unidad.

Crítica Bastarda

De la reseña para Cinema ad hoc.
La primera imagen que viene a la cabeza sobre “Polisse” es la de Maïwenn Le Besco recogiendo su Premio del Jurado en el pasado Festival de Cannes entre sollozos y prácticamente ininteligibles palabras. Un reconocimiento no exento de polémica porque muchas reacciones tras ver su filme allí no fueron precisamente positivas. Se le acacharon problemas de forma con sus parecidos razonables a “La clase” (Palma de Oro en Cannes) de Laurent Cantet y “Ley 627” de Bertrand Tavernier. Y esa forma precisamente hace que tal vez los méritos de su fondo no salgan a flote correctamente. La mirada es pretendidamente documentalista y la propia Maïwenn Le Besco se reserva un papel como fotógrafa que sigue a esa unidad del Departamento de Policía de París especializada en menores. No obstante, la directora y escritora del filme cita como referencia los documentales de Virgil Vernier sobre la policía.
La mirada de la cineasta: desde el silencio
Creo que la visión de la autora del filme parte desde su silencioso personaje como espectador y al mismo tiempo ojo que pone el objetivo de la parcialidad de la historia. ¿Qué interesa de un departamento que tiene que lidiar con violencia sexual, explotación, malos tratos, etc. con menores? Ser parte de ellos en ese día a día conlleva enfrentarse a casos escabrosos y momentos extremadamente duros pero el humor se convierte en la única arma que encuentra la unidad para combatir con la miseria humana a la que se enfrentan en su jornada de trabajo. Es un proyecto valiente y arriesgado aunque con referentes obvios. Maïwenn Le Besco ha trabajado con completa libertad investigando y creando posibilidades en la historia. En una de las primeras versiones del guión los personajes que protagonizan la cinta se convertían en policías corruptos y cometían un atraco para huir a Las Vegas y gastar todo el botín. Con las posibilidades que le ofreció el seguimiento a ese reparto coral se completaron 150 horas de material rodado listo para montar, que fueron reducidas a poco más de dos.
Casos de menores sobre menores (no recomendados para menores)
Pasando al fondo a “Polisse” se le etiquetara como un filme policial (y de policías) sobre abusos a niños y pedófilos pero se volverá a la forma… del fondo. No sé si la cinta de Maïwenn Le Besco quiere entablar un debate como proponía la cinta de Cantet o, por el contrario, simplemente dar forma a un tema controvertido y normalmente enfatizado hacía el drama con aspavientos de telefilme. La pedofilia, como los delitos y declaraciones mostrados sobre menores, son retratados desde el punto de vista del delito, del delator y del delatado criminal. Ese diario nos mete de lleno en ese día a día de unos policías pero también pone rostros a víctimas y verdugos. El punto de vista también establece en algunos casos un previo a modo de incursión en los hechos para después pasar a su lado documentalista y enfrentar los testimonios frente a la cámara en los interrogatorios. Se le puede criticar que muestre pero, después, no desarrolle ni se moje en un planteamiento que quiere ser pretendidamente simplista e incluso esquemático. Tal vez la imposición de ese día a día pasa al espectador sea el objetivo de la cineasta. Realmente el trabajo de esos policías es ese… No existe una conexión posterior con los verdugos o víctimas, simple desconexión para no acabar hospitalizados por depresión terminal. Meramente trabajan en numerosos casos de manera rápida y la involucración personal no tiene cabida; el espectador, al igual que los protagonistas, queda excluido de esa otra historia posterior que vivan los denunciantes y denunciados.
Operación Policial: héroes anónimos y odiados por el pueblo
El grupo es retratado como un clan familiar juega con la práctica imposibilidad de conciliar la vida personal y familiar. Presenciamos cómo dan todo lo mejor de sí para poder ejercer lo mejor su profesión y ser unos anónimos héroes diarios que ofrecen lo mejor de sí mismos (y dejando lo peor en su vida personal) para recibir cierta incomprensión social e incluso palos secos desde sus superiores con una cierta crítica a la burocracia. Dentro de esa brigada, que defiende los derechos de los menores, nos encontramos con innumerables problemas familiares y personales, matrimonios rotos, problemas de anorexia, amores imposibles y otros probables. La película parece vivir de anécdotas reales y el nacimiento que origina la obra procede de un documental televisivo sobre el tema que retrata. Y precisamente esa compensación entre la vida privada y profesional lo que convierte en interesante una propuesta que divaga entre la comedia y el drama que imponen esos casos basados en hechos reales. La propia cineasta se ha basado en los hechos que ella misma presenció cuando estuvo junto con el departamento de policía que retrata o en historias que le contaron los oficiales. Tal vez esa apreciación de los casos quiere extenderse a la totalidad social que quiere plasmas: desde un incesto de las clases más altas hasta la explotación de niños para ser carteristas. Su gran mérito es creerse a los actores (todos están esplendidos) pero a esos secundarios aparentemente anónimos que parecen sacados de la calle y ofrecen una cara del dolor o la ignorancia. Lo que no he cogido es su final, en montaje paralelo, que nos ofrece dos caras tal vez de una misma moneda: la sonrisa ante la tragedia y el suicidio de una parte de la sociedad al sentirse aislada. ¿Las víctimas del silencio? 

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