Citizenfour: La conspiranoia continúa fuera de nuestras pantallas…

“Citizenfour”

Director: Laura Poitras

EEUU

2014

Sinopsis (Oficial):

En enero de 2013, Laura Poitras comenzó a recibir correos electrónicos cifrados cuyo remitente era Citizenfour, quien aseguraba tener pruebas de los programas de vigilancia ilegales dirigidos por la NSA en colaboración con otras agencias de inteligencia. Cinco meses después, en junio de 2013, Poitras viaja a Hong Kong, junto con los periodistas Glenn Greenwald y Ewen MacAskill, para el primero de los muchos encuentros que mantendrá con su misterioso confidente. Poitras acudió a todos esos encuentros acompañada de una cámara para registrar todo lo acontecido. Al salir a la luz toda esa información clasificada y desatarse el escándalo deberán hacer frente a los medios y mantener su seguridad y la de los suyos que ahora están en peligro.

Crítica Bastarda:

Galardonada con el BAFTA y Oscar al Mejor Documental, “Citizenfour” pudiera ser parte de ese nuevo formato documental que ofrece un contraplano a la realidad informativa para apuntar otra clase de espectro periodístico. Más allá de una humanización de Edward Snowden la verdadera identidad de la propuesta de Laura Poitras es enfocar un debate al otro lado de la pantalla sobre los programas de la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (NSA) y la traición del antiguo empleado de la CIA para destapar otra traición del gobierno frente a los ciudadanos. El descubrimiento de un programa como PRISM convulsionó un mundo marcado por los fantasmas del 11-S y si la posibilidad de espiar a los ciudadanos realmente servía para frustrar atentados terroristas o daba un poder excesivo y desproporcionado a aquellos que lo manejaban para acotar las libertades con la excusa de interceptar cualquier actividad criminal y/o peligrosa. Los peligros de esa distopia en la que vivimos pudieran ser incluso una cortina de humo para la verdadera naturaleza de esa mentira y farsa de todos los partícipes en el programa de espionaje. “Citizenfour” es, por lo tanto, una mezcla de esa evolución de los documentales de Michael Moore junto al formato periodístico que se ha impuesto en la ficción por parte de Mark Boal, como una especie de posicionamiento y artículo de defensa  

De “Citizenfour” interesa más lo que expone que realmente aquello que representa, integrando el propio documental en el propio fantasma de la ficción actual y espectro sociopolítico. ¿Es Snowden un héroe o villano? ¿Ese ‘diablo’ personificado para los agentes gubernamentales de EEUU tal y como nos indicaba Dominique DiPierro en “Mr. Robot” o, por el contrario, una persona que supo discernir entre el mal y el bien común para destapar una de los grandes escándalos de los últimos tiempos? Tal vez la realidad sea mucho más oscura y perniciosa, rememorando esos comentarios de que con la llegada de WikiLeaks cambiaría todo pero, en realidad, no cambió nada. Posiblemente la sociedad viva anestesiada o feliz en una autoconsciente farsa y que los gobiernos espíen a sus ciudadanos, retratados con pruebas y documentos filtrados, no cause una conmoción más allá de unos márgenes informativos o periodísticos. Con seguridad en tiempos de thrillers cibernéticos, los testimonios de Snowden  en “Citizenfour” van más allá de un aire épico sino de una racionalización de sus decisiones para presentarnos a un idealista que siempre creyó que estaba haciendo lo correcto. ¿Y cuál es el precio sino la propia traición sobre aquello que al mismo tiempo son traidores? Tal contradicción nos posiciona también a nosotros como abogados del diablo respecto a una persona que arriesgó todo para destapar las oscuras maniobras de vigilancia de un estado utilizando la coartada de  su lucha frente al terrorismo. Quedó estigmatizado como un traidor en el proceso como parte de su sacrificio. Aquello que nos queda claro es que somos menos libres desde el 11-S. ¿Vivimos dentro de una distopía en la cada vez que utilizamos internet somos espiados? ¿Tiene sentido volverse conspiranóico o mejor vivir en la ignorancia? Tal vez aquello que plantea el documental de Laura Poitras es que su discurso continúa después de nuestras pantallas. La historia no ha terminado. Posiblemente nunca acabe. 

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