[AVISO SPOILERS] Hablar de la cuarta temporada de “Transparent” supone tratar el culebrón alrededor de Jeffrey Tambor y su [no] salida de la serie de Amazon. Tras las acusaciones de acoso sobre el protagonista, la creación de Jill Soloway está en el aire y se desconoce ese futuro incierto alrededor de una ficción que también representa un terremoto en la vida de sus protagonistas. Nada en sencillo en la existencia de esos seres generalmente a la deriva y que muchas veces no puede comprender una audiencia que sigue sus peripecias. Sabíamos que el material melodramático era la base para el crecimiento de los actores y que Maura Pfefferman va encontrando su sitio en el mundo. Precisamente estos nuevos diez nuevos capítulos sirven para que Tambor pueda alcanzar con su personaje algo más sólido y constante de lo que había conseguido previamente. En cierto modo —e irónicamente—, Maura se acerca a su mejor versión y el final de un camino cuando el actor que la interpreta está al borde abandonar la serie. Da la impresión de que Maura empieza a conseguir todo aquello que deseaba pese a no poder transformarse en una mujer en plenitud. ¿Desde cuándo importó a la comunidad transexual un cambio ‘exterior’ sino que la sociedad respete su reivindicación interior? En esta cuarta temporada de la propuesta de Amazon tenemos otros maremotos emocionales que va a afectar a todos los protagonistas. ¿Hay esperanza para sus respectivos futuros o todo está tan perdido como ese bucle y espiral de confusión en el que orbitan?
• ¡Qué mala suerte! Ahora es cuando golpea el tsunami…
La familia es un infierno pero también la sociedad. Pensemos en que la situación de confusión en el aeropuerto, que sufre la protagonista, forma parte de la problemática alrededor de los trans. ¿Es un hombre? ¿Es una mujer? ¿Solamente nos queda llamar a un supervisor o acabar en un vídeo viral? Da lo mismo el protocolo para una inspección física, porque el problema de sociedad parece lo políticamente correcto. Y no hay gominolas de marihuana que nos salven, ni siquiera los juegos de palabras con «cool guy». Ni padres caídos del cielo o viajes mesiánicos porque la realidad en esta cuarta temporada de “Transparent” es la propia deriva y contradicción que se establece en cada uno de los personajes. Todo se podría sentir como ese trío que asientan sobre su vida Sarah, Len y Lila (Alia Shawkat) a través del cibersexo (y la wifi fallando). Todavía les falta algo a los protagonistas para conectar con el mundo y Jill Soloway instaura una paradoja en un viaje a Israel para tratar las fronteras, la ocupación y esa sensación de que todo es tan intenso como inabarcable. Pensemos en que la parábola habla sobre sentirse cómodo con uno mismo. «No me siento en mi cuerpo», reitera uno de los protagonistas de una familia que se va a reencontrar con el patriarca perdido que abandonó tiempo atrás a los Pfefferman.
La cuarta temporada de “Transparent” establece una exploración personal y familiar a través del propio descubrimiento de Israel y Palestina. Todo parece un extraño sueño irreal en el que una opinión se transforma en otra y en el que ese discurso sobre la confusión de un mundo complicado ejerce como leitmotiv. ¿Es todo un absurdo y parte de un despropósito? ¿Transforma Jill Soloway su serie en una radiografía de un mundo convulso? La idea, tal vez, sea la de seguir los pasos de todos esos seres que han deambulado por el espectáculo de Amazon y que incluso tengamos un backstory de Davina y cierta esencia del pasado de los Pfefferman. Ya esa familia acabó con una provecta —y al parecer inmortal— tortuga en apenas cinco minutos. ¿Cuánto aguantará Moshe Pfefferman dentro de ese nuevo clan? Esta entrega también trata sobre miedos y secretos y Soloway se sirve de abusos sexuales como marca y estigma de conflictos. En todos esos tumultuosos cambios, Ali parece coger el timón aunque, sin embargo, la creadora del espectáculo ofrece peligrosos puntos de vista. ¿De verdad que la serie ve a los trans como parte de una ‘enfermedad’ hereditaria? Todo quizás parte de la base de ser una propuesta más previsible y la idea sea perder los miedos y que cada personaje establezca su lugar en el mundo. Entre falta de ‘protección’ sexual, todos los protagonistas van a comenzar tomar el control de sus vidas y Ali inicia su descubrimiento sin tampoco descubrir nada. ¿Fue todo una alegoría sobre Israel y Palestina con la historia familiar y la transexualidad de fondo? No sé hasta qué punto todas esas proposiciones tienen cabida dentro de un planteamiento real. ¿De verdad que en Palestina aceptan a lesbianas, gays y hipsters o somos víctimas de la intolerancia generalizada o presuposiciones? ¿Podemos entender todo como una alucinación de Ali y los efectos secundarios de esa ‘droga’ proporcionada por su diosa personal y particular? ¿Aceptamos hijos ‘violados’ por sus niñeras como catarsis existenciales? Posiblemente “Transparent” acepte vivir en una cuerda floja, estableciendo en su estado ficcional las bases de una reveladora realidad al otro lado de la pantalla. Es lo que nos queda de esta inicialmente notable serie que se está revolviendo en la deriva de sus propios personajes.
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