Páginas Bastardas

sábado, 21 de octubre de 2017

Madre!: Explicación de 'Madre!' de Darren Aronofsky

“Madre!”
Título original: “Mother!”
Director: Darren Aronofsky
EEUU
2017

Sinopsis (Oficial):

Una pareja se acaba de instalar en una gran y aislada mansión en el campo para que él, un poeta maduro en horas bajas (Javier Bardem), encuentre la inspiración de nuevo. Ella (Jennifer Lawrence), su joven esposa, está centrada en rehabilitar el magnífico edificio. Su relación será puesta a prueba con la llegada de una visita inesperada, ya que un día un extraño (Ed Harris) llama a la puerta, y al día siguiente lo hace también su esposa (Michelle Pfeiffer). A partir de ese momento, su tranquila vida quedará perturbada por completo. Una serie de acontecimientos realmente perturbadores, cada vez más, empiezan a suceder. Y es que, esta visita tan inesperada como inquietante abrirá la caja de Pandora.

Review Bastarda (contiene destripes y spoilers):

Hay películas en las que explicar sus intenciones y lecturas posibilita amarlas u odiarlas independientemente de su calidad artística. En el caso de “Madre!” resulta bastante contraproducente que el público necesite una ‘explicación’ cuando tanto director, actores e incluso su material publicitario dejan en evidencia aquello que realmente está contando el relato. Jennifer Lawrence fue bastante contundente en una declaración a The Telegraph al reflejar la alegoría de la historia: 
Representa la violación y el tormento de la Madre Tierra. No es para todos los gustos. Es una película difícil de ver. Pero es importante que las personas comprendan la alegoría que pretendíamos. Que ellos sepan que represento a la Madre Tierra, Javier, cuyo personaje es un poeta, representa una forma de Dios, un creador; Michelle Pfeiffer es una Eva de ese Adán que personifica Ed Harris, hay un Caín y Abel y el entorno a veces se asemeja al jardín del Edén.
No es que “Mother!” de Darren Aronofsky ofrezca esa única posibilidad para comprenderla aunque, sin embargo, es la forma de asimilar aquello que originó un filme controvertido y desigual desarrollado con muchos riesgos. La razón es que el gran mérito de la cinta es un unificar una grandilocuente historia bíblica y comprimirla y reducirla a una narración representativa —e incluso minimalista— sobre la crónica de una pareja en una casa. David Lynch hubiera guardado silencio y dejado al espectador decidir aquello que representa su proposición para la audiencia pero, no obstante, Aronofsky y Lawrence han sido bastante explícitos con una lectura que resultaba muy evidente para el espectador ya en el primer visionado de la película. Bienvenidos, por lo tanto, a la nueva representación de “La Biblia” en la que subyace otra asimilación más oscura e interesante. “Madre!” es parte de un eterno bucle en la que un dios creador, aquel poeta que personifica el personaje Javier Bardem, trata de crear un mundo en el que los seres humanos (que él mismo también ha instaurado) no provoquen la destrucción de la Madre (Tierra). La secuencia inaugural ya nos avisa que no solamente hay una Madre y ese sentido representativo viene determinado por la propia lógica y orden del universo. Podríamos hablar de Marte, de la Tierra o de otro planeta en el confín del cosmos. Él (Bardem) está condenado a repetir ese ciclo una y otra vez hasta que consiga revertir esa maldición a la que el ‘hogar’ que ama —y sobre el que se asienta su reino— y los seres humanos que le adoran consigan llegar a un entendimiento. Sobre tal propuesta, existe una contraposición entre el egoísmo de la Madre respecto al de esos seres que pululan por su hogar. Ambos desean acercarse a Él y acapararlo, convertir ese hogar en el suyo aunque el papel de la humanidad sea aquí divisado como un acto destructivo, aprovechado y materialista; dejando la destrucción y el caos y desorden a su paso. ¿Y qué significa el elixir misterioso que bebe el personaje de Lawrence? Parece que la visión de ese hogar y casa es un organismo vivo que está estrechamente vinculado con la Madre Tierra. Todo lo que pasa a uno repercute en el otro y nuestra protagonista da la impresión de interiorizar todo el dolor y destrucción de la paz de su morada. Esa poción, con un color mágico representativo de la fuerza de una estrella como el sol, pudiera ser un elixir de la vida con el que paliar cualquier daño que recibiera la Madre Tierra aunque, no obstante, plantee al personaje que interpreta Lawrence una dependencia de la que desea escapar. Pensemos en que la madre naturaleza tiene sus propios remedios para lidiar contra los males a los que se enfrenta aunque olvide que el amor de Dios es tanto su cura como, irónicamente, su condena. El propio Aronofsky ha declarado que se llevará a la tumba el secreto de lo que significa ese misterioso líquido… así que cualquier interpretación es libre.


En el jardín del Edén hay una casa (y mansión octogonal) y da la impresión de ser el único lugar en el que los seres terrenales pueden acabar, atraídos por el influjo de ese ‘creador’ y escritor falto ahora de inspiración. He aquí un sentido religioso y filosófico a la obra de Aronofsky, ya que nos deja en evidencia la necesidad de la humanidad de buscar a Dios aunque, por el contrario, acabe desintegrando su ‘palabra’ y corrompiendo el espíritu de su obra. En “Mother!” ese sentido —y sentimiento inicial— de un relato de terror, que cruzara de modo original “La semilla del diablo” con “El ángel exterminador” bajo un seguimiento exhaustivo a golpe de encuadre y primer plano del punto de vista de su protagonista, acaba trastocado por sus intenciones claramente bíblicas. Existe también aquí una lectura sobre el autor tras rodar la decepcionante Noéy podríamos entender su última película desde una simbiosis del director con el personaje principal. Aronofsky, ante la falta de inspiración e ideas, busca salir de su crisis creativa buscando a su musa y engendrando a su criatura; alejándose de esa turba representativa de un material bíblico que lo idolatra y acosa sin que pueda avanzar. Tal vez el Libro de Génesis sea ese conflicto en el cineasta y haya quedado atrapado en un eterno bucle para buscar una vía satisfactoria de retratarlo. De este modo y tras la considerada peor película de su filmografía, Aronofsky trata de regresar al control creativo partiendo del material que engendró su fracaso. Es obvio que ese retrato de la madre naturaleza, personificado en Jennifer Lawrence, invite a la reflexión de que el ser humano es capaz de convertir el paraíso en el peor de los infiernos y que nuestra continuada violación sistemática del medio ambiente —y del hogar que habitamos como invitados— conducen al caos y la destrucción. Incluso en “Madre!” el propio gran diluvio no fue desatado por Dios sino por la despreocupación y estupidez de esos seres humanos con el hogar que se niegan a cuidar por mucho que se les avise de las nefastas consecuencias de no hacerlo. 


La naturaleza, por lo tanto, puede ser tan bondadosa como vengativa cuando está en peligro de muerte. Y ese aviso es precisamente la nota final a un relato en el que el cielo puede convertirse en un infierno. La fruta prohibida aquí es sintetizada como un cristal misterioso que protege Bardem como recordatorio del amor incondicional ante su fracaso previo. No hay que decir que Eva (Pfeiffer) va a tocar ese fruto prohibido y accidentalmente destruir la felicidad de un hogar condenado de ese mismo instante. Él, entonces, decide proteger parte de ese hogar de los hombres y mujeres que habitan el planeta y podríamos entender aquí aquello que simboliza un ‘cielo’ y porción del paraíso inalcanzable para todo ser terrenal desde entonces. Esa naturaleza descuidada y egoísta de la humanidad es divisada en esos primeros compases en los que Adán (Harris) inicia el encuentro con Él ante el descubrimiento de que se está muriendo. En cierto modo, Aronofsky plantea que la mortalidad del ser humano es el motor existencial para que éste active la búsqueda de Dios. Su mujer aparece (en el sentido literal) tras perder su costilla… en un inodoro. Los hijos de Adán y Eva (interpretados curiosamente por dos hermanos reales como Brian Gleeson y Domhnall Gleeson) van irrumpir en el desorden impuesto para que se culmine una pelea a muerte y ese acto finalice con las consecuencias del funeral de Abel tras ser asesinado por Caín: el diluvio universal ante el caos impuesto por la humanidad en el planeta. Es posible que ese alargado acto sea uno de los problemas de “Mother!” ya que Aronofsky podía haber reducido perfectamente el metraje de su obra a 90 minutos sin perder un ápice de su espíritu, pudiendo ser mucho más digerible y efectiva en su discurso.


Sea como fuere ante esa idea de que la humanidad desciende de Caín y la imperfección de Adán y Eva, esa crisis entre Dios y la humanidad —con la madre naturaleza de por medio— origina la gestación tanto de un bebé como de una obra definitiva de ese poeta con la capacidad de seducir a las personas. El problema es que ese viaje emocional de la pareja va en paralelo a la devoción desproporcionada de esos seguidores del poeta tras leer sus ‘sagradas escrituras’ y una variación del Decálogo ofrecido a Moisés. Sin embargo, el caos va a ir in crescendo y ser el humano va a revelar la peor versión de su naturaleza violenta y destructiva tanto con su entorno con otros seres vivos. Es el principio del fin… y solamente esa vida que lleva en su interior la Madre Tierra puede salvarnos… Aronofsky es de ascendencia judía y da la impresión de ignorar pretendidamente gran parte del Nuevo Testamento, desquitando a Jesús de ser un profeta y reduciendo su crucifixión a su fatídica muerte por aquellos a los que trataba de salvar de sus pecados. El asesinato de Jesús, reducido al espectro de un mesías en la forma de un bebé, es divisado como un acto accidental ante el fervor de la pasión popular y esa descuidada y destructiva humanidad. La Madre Tierra tendrá que ver, además, cómo la religión ha transformado a su hijo en alimento: comer su carne y beber su sangre es identificarse con él para aquellos devotos. La ira y furia de la madre naturaleza no se hace esperar pero el ser humano ya ha demostrado de ser violento y peligroso y toda la contienda es un acto suicida tanto para unos como para otros. Toda la devastación reinante también delimita una guerra de clases ante la anarquía como un concepto ya divisado enHigh-Rise. La Madre Tierra, por su parte, conoce los secretos de su hogar y desciende a las catacumbas para exponer a la humanidad y a su amado esposo ante el fuego del infierno (vía combustibles fósiles), desatando el apocalipsis y retornando a estado previo de ese lugar antes de la creación. Pese a todo, la madre naturaleza y el dios creador siguen teniendo un vínculo que los une y no es otro que el amor sintetizado en ese corazón que toda madre está dispuesto a dar por un bien mayor. Y ese bien mayor es dar el poder a Él de intentarlo de nuevo, generando que ese corazón se cristalice en una piedra preciosa que provoque que dios pueda desatar nuevamente el poder de la creación y comenzar la existencia en otro hogar (bajo la reconstrucción de su antigua mansión) y renovada madre naturaleza. 


¿El círculo está condenado a repetirse o, por el contrario, Él podrá revertir sus errores y hacer a los seres humanos mejores? ¿Por qué la respuesta a la locura y el culto enfermo de unos fanáticos que participan en matanzas horribles y rituales irracionales han de ser respondidos por el perdón de la Madre Tierra? ¿Es que se ha vuelto Dios loco? Toda acción, en definitiva, tiene una reacción y Él considera que el amor y el perdón pueden salvarnos a todos pero, no obstante, el ser humano está delimitado por sus muchos errores y condenado a engendrar demencia, caos y destrucción. Y el problema de todo pudiera ser el egoísmo y pasividad de Dios para no corregir los tropiezos de sus creaciones, como si quisiera que el propio universo estableciera el orden sin ninguna intervención por su parte. En realidad, se haya el núcleo de los problemas de la religión respecto a la ‘idolatrización’ sobre una entidad eterna e indestructible que puede repetir una y otra vez a su antojo el proceso de crear la existencia. ¿Somos algo más para Dios que un simple ‘experimento’? Dejando apartadas lecturas sociopolíticas e incluso respecto sobre la fama y redes sociales, la descompensada “Madre!” de Darren Aronofsky nos habla sobe la necesidad de entender a la madre naturaleza y respetarla para romper, de este modo, un vicioso circulo y bucle establecido. La Madre Tierra no nos necesita en absoluto para existir pero nosotros, al igual que ella, precisamos de un hogar donde vivir y del amor y palabra de nuestro creador para seguir nuestros pasos. Una dependencia, en definitiva, irreversible que solamente podría solucionarse con un entendimiento con el entorno en el que habitamos aunque, ¿podremos dejar apartada nuestra naturaleza implícitamente egoísta, caótica y violenta? La pregunta, sin embargo, que tendríamos que plantearnos es a quién llama la madre naturaleza en caso de una emergencia. Kristen Wiig desde luego que no… ¿Va a venir alguien o algo a socorrerla o todo forma parte de un delirio, pesadilla y sueño hecho película?

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