Serie de TV
“Star Trek: Discovery”
EEUU
2017
Sinopsis (Página Oficial):
Tras un siglo de silencio, estalla la guerra entre la Federación y el Imperio Klingon, con un oficial de la Flota Estelar caído en desgracia como protagonista.
Tener miedo de todo implica no aprender nunca nada.
¿Existe miedo en los trekkies de que el futuro de su franquicia quede delimitado por el influjo del universo “Star Wars”? Parafraseando a la Primera Oficial Michael Burnham (Sonequa Martin-Green), es imposible descubrir y explorar… bajo el mandato de ese pánico escénico. Ya sea por la salida de Bryan Fuller del proyecto o por la marca impuesta de J. J. Abrams en el ‘reboot’ cinematográfico, muchos seguidores de la saga creada por Gene Roddenberry han inundado internet de furibundas críticas tras el estreno de “Star Trek: Discovery”. ¿La razón? Después de la digestión acelerada de “The Vulcan Hello (El saludo volcano)” (1x01) y “Battle at the Binary Stars (Batalla en las estrellas binarias)” (1x02) la sensación generalizada es que la apuesta de CBS —para el otoño televisivo— se ha volcado en unos fuegos artificiales intergalácticos más propios del cosmos parido de George Lucas que de la auténtica naturaleza de ‘Star Trek’. Es presumible que el accidentado camino hasta el estreno del espectáculo, producido por Alex Kurtzman y Akiva Goldsman, nos haya llevado hacia el presente enfrentamiento entre el ‘hype’ del seriéfielo y el odio encendido de los trekkies más puristas. Rediseñando a los klingons y cambiando el punto de vista habitual, la idea instaurada desde la primera secuencia es que el simbolismo de la Flota Estelar marque el camino y actúe como estrella ante una posible perdición. Precisamente nuestra heroína arrastra un conflicto entre su humanidad y razón debido al trauma que originó la pérdida de sus padres por un ataque de los klingons. Su figura paternal desde entonces fue Sarek (¡el padre de Spock!) y la intención es establecer una precuela de la serie original… si es que podemos evitar hacer elucubraciones sobre cómo tenemos ante nuestros ojos una tecnología más sofisticada y tecnológica.
Viajando al año 2256, el contexto de esta nueva ficción se ampara en el desarrollo del fin de la ‘guerra fría’ entre la Federación Unida de Planetas y el Imperio Klingon tras el plan de T'Kuvma para unir a las 24 grandes casas de la raza bélica y de guerreros. La paz va a dar paso a un enfrentamiento directo y espectacular en el que la Primera Oficial Michael Burnham va a verse inmersa con desastrosas consecuencias. El enfrentamiento entre la razón y los sentimientos de nuestra heroína son el eje dramático del comienzo de la serie y, en sus intentos para salvar a toda la tripulación de la inminente amenaza, hará unos arriesgados movimientos enmarcados en la insubordinación y un motín. Michael descubrirá que los vulcanos hallaron la paz con los klingons irónicamente a través de la violencia: siempre dispararon primero y tal acto condujo al respeto y, posteriormente, a la paz. Es evidente que la capitana de la USS Shenzhou, Philippa Georgiou (Michelle Yeoh), no va a poder tolerar tal acción que contradice toda la esencia de la Federación y esa red de inmovilismo que supone la diplomacia. Es un tanto obvio que toda la introducción que compone ese díptico, compuesto de dos episodios, está condenada a marcar un claro origen del contexto para el desarrollo de toda la propuesta. Entre cliffhangers y un despliegue pirotécnico de efectos visuales, “Star Trek: Discovery” se ciñe a las mecánicas del entretenimiento planteando un palpable anticlímax para la protagonista. ¿Ha perdido todo? ¿Lo han perdido todo también los aficionados del ‘show’ original?
Considero que, pese a la salida de Fuller, parte de su ADN parece presente en las laceraciones físicas e interiores de sus protagonistas. Obviamente aquí subyace un predominante contexto influenciado por rasgos políticos —un tanto pesimistas y enraizados en la desesperación— aunque, sin embargo, se suma todo ese entramado de marketing habitual para un gran proyecto amparado en estudios de mercado y demográficos. Si a “The Orville” le hemos dado un periodo de gracia y ha demostrado una notable mejora, afianzándose en ese espíritu de “Star Trek: la serie original” con toques caricaturescos de Seth MacFarlane, “Star Trek: Discovery” simplemente se ha limitado a conformar el backstory necesario para un espectáculo de futuro que desea construirse en golpes de guion y sorpresas argumentales. La idea también de la creación de Bryan Fuller y Alex Kurtzman es presentar un universo repleto de caras nuevas que trate de alejarse de algunas mecánicas de la franquicia sin despegarse de sus genes primitivos. Obviamente los trekkies más impacientes han pulverizado con sus ‘phasers’ ciertos rasgos comerciales y ese claro espíritu warsiano de sus dos primeros episodios. ¿Estamos ante ‘Star Trek: Discovery’ o ‘Star Wars: Discovery’? En mi opinión, todavía es demasiado pronto para hace un juicio al respecto, ya que aquello que da la impresión de quedar latente tras el cierre de “Battle at the Binary Stars (Batalla en las estrellas binarias)” (1x02) es que estamos ante una concepción mucho más oscura y reflexiva de la guerra aunque, no obstante, los productores sepan que en los fuegos artificiales de toda batalla climácica espacial también está el anzuelo para atraer a las masas. A pesar de contar con la distribución internacional de Netflix, “Star Trek: Discovery” necesita audiencias millonarias cada domingo en CBS. Los más de siete millones de espectadores de media con los que contó la primera temporada de “Supergirl”, por ejemplo, no fueron suficientes para que la cadena continuara con la serie. Pese a todo, aquí existe otro caramelo llamado CBS All Access y la idea es explotar la serie en el mercado estadounidense mientras que Netflix trata de sacar provecho del mercado internacional. Quizás para explicar esta propuesta baste con atar todos los puntos anteriores. Desde la palomitas hasta el marketing pasando por el influjo filosófico y un esencia de tenebrosidad sociopolítica de fondo. Esas credenciales expuestas son irónicamente parte de la recepción de aquel «venimos en son de paz» por parte de muchos trekkies que se sentirán como airados y violentos klingons. ¿Van a perder su individualidad bajo el mandato de los actuales cánones comerciales de la industria televisiva y cinematográfica o, por el contrario, únicamente pueden tomarse a broma la chilindrina en la que se ha convertido su saga favorita? «Tener miedo de todo implica no aprender nunca nada». ¿Nos animamos a explorar y descubrir aquello que quiere contarnos “Star Trek: Discovery” o preparamos los tambores de guerra? Y, como en toda guerra, hay bandos. Así que usted decide ir con esos señores envueltos en látex que parecen que hablan constipados klingon o con esa señora sin orejas picudas pero al borde racional de un ataque de nervios.
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