Páginas Bastardas

miércoles, 31 de mayo de 2017

Unbreakable Kimmy Schmidt: Tercera temporada


Recordemos brevemente la esencia del cosmos catódico ideado por Tina Fey y Robert Carlock. La inquebrantable Kimmy Schmidt ha tratado de rehacer su vida en Nueva York tras perder 15 años de su vida con ese ‘reverendo’ y criminal que le convirtió en una mujer topo. Tras dos temporadas Kimmy sigue buscando un antídoto para enderezar su vida y superar viejos traumas y, precisamente, esta tercera entrega de la comedia de Netflix desea airear más el futuro que ese pasado sobre el que su excéntrica heroína ha quedado suspendida. Tal vez esta nueva colección de trece episodios no sea tan acertada y atinada como las anteriores porque se ha olvidado parcialmente ese núcleo traumático ya superado. Quedan otras heridas por cicatrizar pero Kimmy es conocedora de que su pasado le persigue y que vivir en la era de internet ha convertido sus intentos de reinventarse, manteniendo su secreto alejado de las personas que conoce, en una simple búsqueda de Google. Esta vez la cuestión es pensar en el futuro con esos lastres pesados que siguen captando y reteniendo a Kimmy Schmidt. Hablamos evidentemente de ese matrimonio con Richard Wayne Gary Wayne (Jon Hamm) y las consecuencias directas de la crónica de un divorcio anunciado. ¿Se acabó o ser buena? ¿Y qué es ser buena? No obstante, nada en “Unbreakable Kimmy Schmidt” suele suceder como se esperaba y es hora de repasar las sensaciones que nos ha dejado esta tercera temporada. 

¿Empezamos con Titus o Lillian? Ciertamente esos dos personajes tan importantes en la comedia de Netflix se han enredado en las aventuras de Jacqueline White generando todo tipo de situaciones variopintas y absurdas. Parte de los encantos de “Unbreakable Kimmy Schmidt” es ese sentimiento de imparable ametralladora de chistes y referencias irónicas a la cultura popular como un baluarte de la propuesta. Que uno de los nuevos personajes de esta temporada retrate de Titus y a Kimmy como dos personajes que no paran de hablar tan rápido, sin que podamos entender todas las oraciones (y chistes) que están diciendo, conforma una capa de los diálogos de los libretos de la propuesta. El germen sigue siendo, por el contrario, la evolución de todos los protagonistas y la asimilación de sus problemas para seguir avanzando. Los escritores han pensado en unificar toda esa materia a través de las guías profesionales que ofrecen auténticas respuestas a los personajes aunque, no obstante, también generen nuevas dudas sobre el futuro que eligieron ‘interpretar’. Pensemos en que una de las vías para disfrutar de “Unbreakable Kimmy Schmidt” es ver cómo unos excéntricos y caricaturescos seres subsisten en un mundo tan hostil como absurdo. Es obvio que la vuelta de tuerca en sus acciones siempre está ejecutada desde lo inverosímil pero sin olvidar una afilada crítica social a la sociedad norteamericana. «Nada más motiva a los estadounidenses que la ira». Ciertamente las nuevas aventuras de Jacqueline vienen determinadas por sus raíces y esas mecánicas comunes en las que el pasado arrastra los intentos de prosperar en un futuro nublado e imperceptible… hasta que el season finale parece poner algo de orden. Que Jacqueline consiga todos sus objetivos, como cambiar el nombre de los Washington Redskins (por el de los ‘quita-armas’ de Washington), y consiga —gracias a un absurdo accidente— transformar a su esposo por un marido buenorro, no deja de remarcar la predisposición de Jacqueline a ser un simple florero para una sociedad en que las mujeres de multimillonarios son simples y remplazables complementos. En esta entrega el feminismo cobra forma respecto a esa sátira del mundo en el que la mujer también puede tener determinado un rol inamovible e incluso agradecido, buscado y voluntario. Las tramas del personaje interpretado por Jane Krakowski nos cuentan la hipocresía tanto de la clase alta como de una élite atrapada en mecanismos retrógradas y la propia Jacqueline decidirá convertirse en una mujer independiente y futura representante de estrellas. ¿Será Titus su primer cliente? 



Por parte del compañero de piso conoceremos los motivos por los que ‘abandonó’ el crucero y se creó en su cabeza un mix deLa vida de Pi, Titanic y “Eva al desnudo” en versión musical gay. El musical es su vida y que tengamos una parodia de ‘Lemonade’ de Beyoncé no va a ser opcional. Sea como fuera, Titus es uno de los personajes más complejos del espectáculo ya que, por fin, se desvelará el auténtico conflicto a su naturaleza: es un villano… aunque él se niegue a reconocerlo. Muchas de las peripecias de la tercera temporada de “Unbreakable Kimmy Schmidt” son obra de sus muchas surrealistas aventuras que conllevan un trío ‘interruptus’ con una marioneta de “Barrio Sésamo”, la grabación de un pegadizo hit ofensivo o sus intentos de sobrellevar el trauma hitchcockiano (?) en ese crucero que podía haber reinventado su vida. Pese a todo, Titus está condenado a destruir todo lo que toca y sus extraños hábitos (¿por qué esa obsesión por no utilizar el baño de su casa?) conllevan que Kimmy y otros personajes hayan de sumarse a su espiral de perdición. Kimmy, no obstante, pone límites morales a su amistad… aunque la bipolaridad de Titus sea tan insondable como divertidamente absurda. ¿Quiere triunfar o no? ¿Por qué ‘libera’ a Mikey Politano y vuelve a intentar regresar con él por todos los medios? ¿Hay alguien en el mundo que lo entienda? El arco argumental de Lillian Kaushtupper será mucho más definido con su conflicto respecto a la aceptación de los cambios y la evolución en su barrio. Las promesas van dejar de estar incumplidas y Lillian se va a dar cuenta que esta vez los ‘ricos’ pueden traer cosas prósperas para ese lugar que habita y enamorarse de Artie Goodman conforma un espacio en el que las convicciones de Lillian van a estar puestas a prueba. La vuelta de tuerca puede ser la maldición de Lillian respecto a sus esposos y los problemas de salud de Artie que confieren a su historia de amor una fecha de caducidad. Aquí queda plasmada la moralidad de Artie frente a esos estereotipos y etiquetas con las que Lillian había despachado a los empresarios, ricos y burgueses. Donde las dan las toman… ¿Y ahora qué? ¿Hay crucero por Europa o desamor? 


Ante muchas dudas respecto al futuro pendientes, Tina Fey ha reunido a su troupe y tendremos cameos por doquier de Judah Friedlander, Scott Adsit, John Lutz, Chris Parnell, Rachel Dratch o la propia Fey… Puede que uno de los mejores y más sorpresivos momentos de la temporada sea un guiño a Orange is the New Blacky precisamente esas capas autoreferenciales de Neflix —y al universo de Fey— tomen el control de una comedia en piloto automático en la que se han echado en falta viejos traumas y nuevas curvas. ¿Sigue siendo divertida? Sí, pero queremos más frescura y locura desenfadada para un show en el que los androides van dominando, poco a poco, el control de la sociedad. ¿Y qué hay de ese drama soterrado sobre el que se recrea el espectáculo? Kimmy Schmidt tiene que dejar atrás su secreto (que ya es público en internet) y una de las maneras es hacer renovadas locuras que le alejen de la imagen de mujer-topo que tiene el mundo. ¿Podrá ganar a internet? El problema de “Unbreakable Kimmy Schmidt” es que toda esa posibilidad de chifladura queda tan apartada como el paso universitario de nuestra heroína. La cuestión es que ese test vocacional determinará un futuro como convertirse en guardia de cruces aunque, por el contrario, siempre ese pasado trate de perseguir a Kimmy hasta hacer que su presente sea tan oscuro como una alargada sombra. Y es que no divorciarse de ese monstruo, para proteger a otras desprevenidas víctimas, nos lleva a uno de los temas centrales de la temporada: el descubrimiento de la filosofía como modo de hacer lo correcto en la vida. Es obvio que el conflicto los establece el enfrentamiento entre el utilitarismo y el sacrificio como acto redentor y final. Siempre hay otra opción alejada del foco egoísta de la sociedad y, quizás, el destino tenga preparada una sorpresa a Kimmy entre guiños a “Regreso al futuro” como parte del proyecto de un joven genio millonario que ha dejado la universidad para centrarse en nuevos retos. Zach necesita a alguien con la inteligencia emocional de Kimmy para llevar la parte comunicativa y ‘laboral’ con sus nuevos empleados y nuestra protagonista es la interlocutora perfecta. ¿Habemus futuro? La vida ha de controlarla cada uno y Kimmy va a iniciar una nueva hazaña existencial que no veremos hasta 2018. Los escritores, desde luego, también van a tener trabajo para ponerse al día y pensar en el futuro de su comedia

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