[AVISO SPOILERS] En un lado, literatura culinaria. En el otro, “Ladrón de bicicletas”, “La noche”, “La dolce vita”, “Fellini, ocho y medio (8½)”, “Amarcord” y “La aventura”. En medio, un soñador en busca del amor… La segunda temporada de “Master of None” ha vuelto a situar a Aziz Ansari como uno de los maestros en contar ‘la nada’ con clase, talento y calidad dentro del reino televisivo. Ante el espacio y hueco dejado por “Louie”, la comedia de Netflix pretende hacernos viajar en bloques temáticos para alanzar tanto un crecimiento emocional en su protagonista junto a un trasfondo claramente personal en su camino. Dev, tras probar el desamor, se refugió en Italia como parte de un viaje de descubrimientos en el que pudiera aprender a hacer pasta y acercarse a una cultura por la que sentía atracción. ¿Se encontrará a sí mismo e incluso podrá volver a enamorarse? El blanco y negro y una clara concepción cinematográfica abren una entrega centrada en elementos neorrealistas en el que nuestro héroe compendie “Manhattan” y “Annie Hall” de Woody Allen con ecos fílmicos europeos e incluso orientales en la inspiración de Wong Kar-wai en algunos pasajes. Esa satisfacción por lo italiano también es un pasaje a un menú de degustación de diez platos con episodios sobresalientes que ya forman parte de las joyas televisivas de 2017. Ansari se siente a gusto jugando con el tiempo como un juguete y encuentra por distintas vías, como en “Thanksgiving” (2x08) o “First Date” (2x04), elementos para construir un universo que está condenado a crecer dentro de nuestras pantallas. Repasemos esos avances y fracasos en la vida de Dev en la segunda temporada de “Master of None”.
Es evidente que esta segunda temporada de “Master of None” es todo un tour culinario y gastronómico en el que vamos a ir conociendo los interiores de los personajes a través de la comida… y comedia que se pueda desatar. Esa celebración está caracterizada por la levedad pero también por un retrato irónico de aquello en lo que se ha convertido la cocina dentro de la televisión. ‘Batalla de Cupcakes’, por ejemplo, marca una salida al protagonista para que encuentre la estabilidad profesional de la que careció en la primera temporada. No obstante, no halla una auténtica vía de dar forma a la creatividad vocacional de su interior y sigue buscando respuestas de aquello que desea hacer con su vida. Esos toques paródicos también surgen en el acercamiento al mundo de las citas por parte de una sociedad que busca rellenar huecos y vacíos y que, por el contrario, simplemente halla un entretenimiento pasajero. Allí tampoco hay salida porque, en realidad, Ansari nos revela que el auténtico amor surge en los lugares más insospechados y generalmente está condenado a la imposibilidad. Ese pesimismo absorbente es contrarrestado por la familia y amigos en el que la comedia de Netflix sabe moverse como pez en el agua para ofrecernos brillantes piezas aunque los ejes de la temporada quedan establecidos por la relación de Dev con su nuevo amor (Francesca) y esa parodia de los celebrity chefs —y sus escándalos— que propicia el personaje interpretado por Bobby Cannavale. Tal vez Ansari trate de compensar las mecánicas en las que se encuentran atrapados Arnold (Eric Wareheim) y los padres de Dev con otras vías alrededor del universo que ha construido el autor de la comedia. Hay más vida en Nueva York y multitud de historias que contar y “New York, I Love You” (2x06) se convierte en otra de las pequeñas obras maestras dentro de una temporada con distintas percepciones y un sentido netamente cinematográfico.
El sentido fílmico de “Master of None” viene determinado de ese toque italiano que se filtra hasta en la banda sonora y la contraposición de la comedia norteamericana a la europea. Ese encuentro queda sintetizado a la perfección en el romance de Dev y Francesca, donde la imposibilidad y la emoción hallan resquicios en los matices y diferencias culturales de ambos. La serie de Netflix también sabe desarrollar temas universales para la sociedad actual como la aceptación familiar entre otros tabús latentes como la brutalidad policial, el racismo o la religión. Generalmente esos frentes están desarrollados desde una perspectiva culinaria, adentrándose en el humor incluso por la contraposición inapropiada en estos tiempos de superficialidad de las redes sociales. Ansari es conocedor de que no es Antonioni, De Sica o Fellini e incluso Allen o Louis C.K. pero, no obstante, busca su propio camino para crecer como ‘cineasta’ dentro de los márgenes televisivos. Al mismo tiempo, Dev trata de buscar su lugar en el mundo y gracias a ‘Los amigos tragones’ da la impresión de hallar todo aquello que buscaba. Lamentablemente Jeff (Cannavale) representa esos escándalos sexuales en los que Dev va converger en el eje de un huracán mediático. Si bien Jeff fue presentado como un amigo/jefe bocazas, que encontraba en la sinceridad de Dev una atracción para que creciera su amistad, otros personajes alrededor van a ir desvelando al nuestro protagonista que nada es lo que aparece. La imagen de Jeff puede ser tan atrayente como sugerente (sobre todo si John Legend actúa en tu cumpleaños como marca de presentación) pero es todo un caramelo envenenado que nos hace replantearnos sus conversaciones previas acerca de las mujeres alrededor de la vida de Dev. El chef Jeff esconde en su interior a todo un acosador sexual en serie. Desde el principio de la temporada presencias cómo Dev estaba condenado a la mala suerte y es coherente que “Master of None” se ampare en la propia realidad para retratar un escándalo. La aproximación al material va a ser establecida a través del punto de vista de Dev y en el que los escritores hábilmente introducen los testimonios previos de Benjamin y Lisa para que el protagonista tenga un posicionamiento previo. Incluso su agente, interpretada por Danielle Brooks, ya sitúa a Dev ante el rechazo ante el comportamiento inapropiado de aquel que parecía ser su amigo. En realidad, Dev es víctima del propio marketing y “Master of None” genera el humor gracias precisamente al eslogan que anunciaba que esos amigos ‘tragones’ hacían todo juntos… El chiste negro se adentra en los límites del humor y la humillación televisiva que sufre Dev —y la posterior pelea con Jeff— nos sirven para que la comedia de Netflix pueda enfrentarse a todo tipo de temas candentes por polémicos que sean. Aziz Ansari utiliza esa interesada crisis profesional de su personaje para enlazarla con el anticlímax de la relación romántica con Francesca. Ese amor prohibido también esconde el egoísmo de ambos intérpretes de una historia proscrita en la que es difícil una solución a una ecuación que exigiría el sacrificio de una de las partes. En cierta forma, la propuesta nos revela que el ser humano se mueve por la comodidad ante la complicación que pueden suponer los cambios e irónicamente Rachel regresa a Nueva York en ese maremoto emocional del protagonista. Dev, por su parte, está condenado a quedar con el corazón roto en cada temporada… y no podrá ver aquello que presenciamos los espectadores respecto a la reciprocidad de sus sentimientos por parte de Francesca. Quizás la letra de ‘Amarsi un po'’ sea la clave de la crónica de una tragedia romántica anunciada: Cuántos obstáculos y sufrimientos y luego abatimientos y lágrimas para ser nosotros, realmente nosotros unidos indivisibles, cercanos pero inalcanzables. A Dev le sigue quedando la única posibilidad de recorrer mentalmente esos paisajes de un Nueva York desértico y helado como metáfora del interior de su corazón y regresar a ese comienzo en el que solamente puede fantasear entre referencias culinarias y cinematográficas a la cultura italiana. Su amor, su sueño…
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