[AVISO SPOILERS] Este post podría servir para compensar la falta de un texto en este bastardo blog sobre la segunda temporada de la serie de Rob Delaney y Sharon Horgan teniendo en cuenta, además, la noticia del reciente anuncio de que “Catastrophe” se tomará un largo respiro después su próxima entrega. Hasta llegar a esa despedida, los nuevos seis capítulos alrededor de la vida de los Morris/Norris nos han adentrado en una relación que va a vivir nuevos baches. Sabíamos que la crisis inmediata del matrimonio protagonista pasaba por una supuesta infidelidad aunque, no obstante, toda esa inestabilidad provoca que el espectáculo se adentre en el territorio de la comedia dramática. Rob tiene que lidiar tanto con la presión de tratar de adaptarse a un territorio constantemente cambiante en que tiene que crecer a marchas agigantadas y ser la respuesta que su familia necesita. La búsqueda de un nuevo empleo por parte de Rob y el desequilibrio económico de los protagonistas nos llevan a un deambular de situaciones realistas y, al mismo tiempo, excéntricas bajo ese halo embarazoso que también recrea la serie que en Reino Unido emite Channel 4. Uno de los aciertos para esa nueva colección de episodios es el tratamiento de ese gran abismo al que se enfrentan Sharon Morris y Rob Norris y en el que únicamente parece que puedan sobrevivir porque se tienen el uno al otro. Da lo mismo, de este modo, cualquier precipicio o crisis sobre el que deambulen porque su atracción y amor es aquel secreto que los mantiene aferrados a cierta estabilidad. Sobre tal concepto, “Catastrophe” sabe oscilar entre lo emotivo y escasamente apropiado dentro de los márgenes familiares sobre los que se suele mover la propuesta. Ese choque de sufrimiento, lo impropio y lo importuno y una carcasa de incorrección y mal gusto son las grandes bazas de una comedia que desea ser creciendo y derribar nuevos tabús dentro de los muchos clichés del género romántico. ¿Qué nos han dejado estos nuevos seis capítulos de nuestra amada propuesta británica?
Rob Delaney y Sharon Horgan van a volcarse en especial en el Rob en la tercera temporada de “Catastrophe”. Es cierto que el regreso a su antiguo trabajo por parte de Sharon —y su rápida promoción por una muerte oportuna y hábilmente celebrada— conforma un espectro interesante junto su deambular para tratar de ocultar una supuesta infidelidad que no fue tal. Si algo saben hacer meritoriamente los escritores de este espectáculo es que mueven sus argumentos entre arenas movedizas y estereotipos un tanto trillados de la relaciones de pareja. La vuelta de tuerca suele ser un toque grosero de incorrección política para hacer volver a la realidad a sus personajes a través de un golpe de efecto real lo más duro y brutal posible. Si uno se fija en la articulación de los conflictos de esta nueva entrega de las vivencias de los Morris/Norris comprobará que Delaney y Horgan se rigen por esa mecánica para tratar desde el alcoholismo de Rob (eso te pasa por creer parecerte a Don Draper) o incluso esa infidelidad escrotal que ocupó el espectro argumental del inicio de la temporada. Es evidente que nuestros protagonistas son bastante mezquinos y estén hechos el uno para el otro pero, no obstante, “Catastrophe” también mantiene ciertas credenciales de dulzura y emotividad en aquello que cuenta ciegamente y sin pelos en la lengua. Yal vez necesitemos historias como las de este matrimonio que alterna la felicidad con la pesadilla dentro de situaciones en absoluta alejadas de la realidad de los espectadores de su espectáculo.
Si volvemos hacia el comienzo de todos, veremos que Ron y Sharon siempre quedaron atados y condenados el uno para el otro a través de distintas y variopintas catástrofes… generalmente relacionadas con el sexo. Pese a lo anterior, “Catastrophe” ha crecido y nuevos personajes se han sumado al eje dramático y argumental de una comedia que sabe alternar cualquier escenario personal, laboral o familiar para producir situaciones generalmente desternillantes amparadas en tragedias o temas tabús para el resto de series. Es interesante cómo la escritura de los guiones se enfrenta al alcoholismo de Rob y la llegada del cameo póstumo de Carrie Fisher. Posiblemente esta temporada sea más oscura y sombría, como si por fin el espectáculo hubiera encontrado una simbiosis entre el existencialismo y la comedia de situación hallando una madurez a través de su recorrido. Entre salas de emergencias y funerales, los secretos de la pareja afloran para enfrentarlos a sus demonios. Conoceremos que el pasado del padre de Rob fue tan turbulento como violento respecto a su madre, desencadenando la separación de ambos. Es viable que nuestro protagonista se tope con el destino impuesto y sus intentos de pedir ayuda son apagados por el humor negro de esos continuados golpes trágicos de efecto. Esta vez la idea es que el matrimonio quede atrapado en sus mentiras y partiendo de una infidelidad acabemos en un abrazo en el que Rob reconozca sus problemas con el alcohol. Ante esa destrucción y precipicio vital nuestros protagonistas dan la impresión de fortalecerse, acrecentando en todo ese proceso el dramatismo que permite una historia capaz de ponernos un nudo en la garganta con todo ese sentimiento trágico y mortuorio que aparece en la recta final. El adiós de Fisher, en realidad, forma parte de ese espíritu característico de la serie en la que lo repentino y lo imprevisto toma un cariz honesto e incluso poético. Y es que el gran mérito de “Catastrophe” es que nada al final parece gratuito e incluso su desenlace pudiera plantearnos un interesante debate moral sobre el consumo de alcohol dentro de la pequeña (y gran pantalla). Socialmente puede ser aceptado e incluso ser aparentemente ‘divertido’ (véase las muchas vivencias de Sharon) pero, por el contrario, esconde otro tipo de silenciosa complicación en el interior de Rob. Nada ya tiene ni puta gracia, la tragedia y la gran catástrofe están aquí. Veremos cómo el futuro inmediato de la propuesta de Channel 4 se adentra en la adicción de su personaje principal en un mundo en el que ni el trabajo uno puede librarse de sucumbir al alcoholismo. Lo dicho, todo esto te pasa por creer parecerte a Don Draper… Para todo lo demás, una dedicatoria sentida a Carrie Fisher puede ser el perfecto broche final para congelarnos las risas y que la emoción se entrometa en nuestro camino. La muerte, al fin y al cabo, es parte de la vida misma y “Catastrophe” siempre ha dado la impresión de saber de lo que habla.
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