Páginas Bastardas

sábado, 4 de marzo de 2017

Transparent: Tercera temporada


Bienvenidos a la fase de madurez de toda serie por la vía dramática y del crecimiento de sus personajes. Jill Soloway se ha percatado del material netamente melodramático que tiene entre las manos y esta tercera tercera temporada ha servido para afianzar ese discurso de insatisfacción y eterna infelicidad que rodea a la clase burguesa estadounidense aderezado con un claro alegato sobre ciertas ‘imposibilidades’ impuestas, tanto a nivel social como a una escala médica/biológica, respecto a la comunidad transexual. En estos nuevos episodios de “Transparent” todo vuelve a girar alrededor de Maura Pfefferman. Ha conseguido todo lo que deseaba… pero realmente sigue sin haber conseguido nada. «La vida es una mierda… y después te mueres». Tal percepción filosófica existencial también nos transporta a un viaje de imposibilidades para nuestro protagonista en el que uno de los clímax lo marca “If I Were a Bell” (3x08) y ese pasado que siempre ha estado presente para el personaje interpretado por Jeffrey Tambor. «Eres un chico, no importa los vestidos». En cierta media, la serie de Soloway es consciente de esos impedimentos que se instalan alrededor de Maura a modo de una gran muralla. Marcada como un hombre desde sus cromosomas hasta por el premiado actor, que ha creado uno de los personajes más atrayentes de la ficción estadounidense de la presente década, Maura trata de seguir avanzando en el tiempo; aunque quede atrapada y encapsulada como esa tortuga de los Pfefferman que apenas sobrevivirá (?) unos días dentro de esa vorágine y caos. Es posible que la dramedia de Amazon nos revele esos obstáculos de los transexuales para encajar en una sociedad no demasiado proclive a aceptar cualquier tipo de diferencia respecto a un canon impuesto. Un precepto que generalmente, recordemos, viene marcado de la propia genética humana y de un ‘marca’ de nacimiento. Podemos analizar estos días nuevos episodios desde una perspectiva biológica y médica en la que un joven doctor trata a Maura como un hombre, como si nuestra heroína fuera de nuevo consciente que no puede engañar a la ciencia y a la medicina. Recordemos, siempre ha sido una mujer atrapada en el cromosoma XY y el velo de la interesada (in)diferencia de los suyos. ¿Podrá ser feliz algún día? ¿Resolverán las hormonas y la cirugía sus problemas? 

“Transparent” también puede ser descrita a través de sus instantáneas musicales. En “The Symbolic Exemplar” (1x07) Maura se mostraba ante su familia utilizando ‘Somebody That I Used to Know’ de Gotye para escenificar la crónica de un desencuentro anunciado. En “Flicky-Flicky Thump-Thump” (2x02) Maura se descubría a sí misma frente a un espejo a con la banda sonora de Sia (‘Chandelier’). Pero, ¿qué momento musical define esta tercera temporada? Posiblemente Jill Soloway se haya dado cuenta de que su drama familiar va más lejos que el ombligo y melena de Maura Pfefferman y en esta tercera temporada haya decidido amplificar el drama familiar hacia todos sus integrantes, detonando esa insatisfacción que los rodea y que define en parte a la actual clase burguesa (estadounidense). ‘Domino’ de Jessie J podría marcar los tiempos en “Off the Grid” (3x09) y servir para una nueva conexión de Maura con el mundo, estableciendo aquella que será su identidad sexual a partir de ese momento. No obstante, el momento (musical) más remarcable de toda la entrega es la actuación de Shelly Pfefferman en ese crucero que despide la temporada en “Exciting and New” (3x10). Su cover de ‘Hand In My Pocket’ es un reconocimiento interno de la propia ficción de que algo está cambiando en su exterior (e interior), como esa modificación de música inicial de los créditos en uno de los episodios. Se trata, por lo tanto, de una aceptación que se traslada al propio discurso de la entrega. Es hora de despedirse de las fajas de culos apretujados y oprimidos y encorsetadas mecánicas. ¡Es hora de liberarse! Maura, por su parte, necesita conectar con el mundo que le rodea rompiendo esas etiquetas que pone la naturaleza y que la propia sociedad se encarga de remarcar. Esta colección de capítulos, por lo tanto, trata de romper las costuras para liberarse de una crisálida sin que sepamos qué clase de bella mutación emergerá en el futuro. 


En la segunda temporada de “Transparent” la exploración de la sexualidad y de la identidad alcanzan una nueva fase y siguiente nivel, declinando aportar una estructura similar a la de su anterior entrega y concediendo en un capítulo en forma de flashbacks a dar sentido la vida presente de Maura. El sueño de la protagonista es perseguir esa transformación que le permite ser considerada por el resto de la sociedad como una ‘mujer’, sometiéndose a una vaginoplastia y las cirugías necesarias. En ese sentido, la propia serie de Jill Soloway se somete al principio de no contradicción de la lógica aristotélica. La condición orgánica y sexual de Maura está estrechamente ligada a la de Jeffrey Tambor y, al mismo tiempo, la propuesta de Amazon. Maura fue, es y será un hombre en su interior; nada podrá cambiar su genética. No obstante, la ficción juega con la posibilidad de una transformación integral de su personaje principal. ¿Podría seguir “Transpartent” sin su actor y fichando a una nueva actriz para remarcar esa transición de su protagonista? Es evidente que el espectáculo creado por Soloway no puede desprenderse de esa ‘identidad de género’ y los escritores buscan un recurso que remarca esa imposibilidad física y médica. El resto de personajes siguen buscando la madurez. Ali se aferra a una relación seria e incluso nos regala algún momento delirante y alucinógeno en busca del rostro de Dios. Josh trata de sobreponerse, pese a su éxito en el ámbito de la industria musical, al mazazo que supone el suicidio de la madre de su hijo y el rechazo de éste. Sarah, por su parte, sigue sin tener nada claro en su relación con su ex marido y la forma de criar a sus hijos. Hay algo aterrador en su interior siguiendo ese tono autodestructivo del resto de personajes al que suma incluso Raquel y, por supuesto, Shelly. Todos ellos viven atrapados en mentiras, transformaciones, cambios e imposiciones, como si “Transparent” deseara también existir en los márgenes de la comedia estadounidense y cerrar su último episodio con un ‘especial’ de vacaciones (con una ‘road movie’ previa). Ese mundo cambiante alrededor de la propuesta de Soloway supone una ‘transición’ en un universo en el que la incomprensión y la transfobia están a la orden del día. Pero, asimismo, existe una sociedad confundida en conceptos elementales como la identidad sexual, de género o la orientación sexual trasladando la ambigüedad y el relativismo a un debate que no debería tender hacia otros márgenes que no sean los científicos y los de evitar el rechazo, acoso y discriminación social. Tal vez el sufrimiento y dudas de los Pfeffermans sinteticen los conflictos de una sociedad aferrada a alucinaciones de óxido nitroso, disputas religiosas y sociopolíticas e incluso fiestas e infelicidad por doquier. Y, de nuevo aquí y ante el aplauso final, surge esa imposibilidad médica que ata al personaje principal y al resto de la familia a tener que soportarse en la exasperación y la necesidad de encontrar una identidad; de encontrarse a sí mismos.

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