Páginas Bastardas

domingo, 7 de agosto de 2016

Blackhat - Amenaza en la red: La imagen por encima de la mecanizada historia

“Blackhat - Amenaza en la red”
Título original: “Blackhat”
Director: Michael Mann
EEUU
2015

Sinopsis (Página Oficial):

En el mundo global de la ciberdelincuencia, “Blackhat - Amenaza en la red”, de Legendary Pictures, sigue a un convicto liberado y a sus compañeros estadounidenses y chinos, que van tras la pista de una red de ciberdelincuentes de alto nivel desde Los Ángeles a Yakarta, pasando por Hong Kong.

Crítica Bastarda:

Pulverizada y defenestrada injustamente tanto por la crítica como por el público, “Blackhat - Amenaza en la red” fue una de las más elegantes y brillantes propuestas que aterrizaron en 2015. No obstante, el film de Michael Mann fue la crónica de una decepción generalizada, sumida a un odio por su supuesta falta de realismo y pulso cinematográfico y narrativo del autor. El director de “Heat” tal vez deseaba plasmar el mundo de la informática como una común constante y lenguaje global, enlazando su discurso a su diversidad fílmica, como si tratara de captar la esencia del cine hollywoodiense, oriental y europeo bajo el mismo marco y matriz. A Mann no le importa recrearse en las imperfecciones del género y de los personajes que los protagonizan, utilizando recursos formales generalmente desnudos y parcialmente errados en ese cosmos que ya ha quedado informatizado. Los nuevos mapas son microscópicos servidores y discos duros que mueven información y datos. El actual sistema está subyugado a ese universo cibernético, atando desde la energía nuclear (la planta en China) hasta la Bolsa (de Chicago), para revelar la inexistente necesidad de desplazarse hasta el lugar en cuestión. Los crímenes han dejado de tener un espacio físico por parte del delincuente, siendo herramientas de control remoto aquellas capaces de ejercer como nuevas armas en sus acciones. El cine siempre se ha basado en la ubicuidad y Michael Mann encuentra un diálogo con el mundo de la informática y los citados ataques, capaces de poner en jaque a las dos naciones que dicen ser las más poderosas del mapa sociopolítico. Y precisamente en su comunión y alianza surge esta propuesta que tratar de ceñirse al guion de un thriller cibernético al uso al que poco o nada parece importarle tanto la historia como el diseño de sus personajes. ¿Desde cuándo importaban en el mainstream salvo que mantengan unas líneas de coherencia en sus conflictos? 


Siendo además uno de los grandes fracasos en taquilla del 2015, “Blackhat - Amenaza en la red” nos remite a comprobar que los códigos informáticos y de programación se han establecido como un nuevo lenguaje. Mann desea integrar esos conceptos dentro de un film completamente digital, capaz de alternar distintos escenarios internacionales para conjugar el discurso que plantea. El director de “Hunter” trata de rebuscar en los horizontes que reposan sobre sus imágenes, tratando de alcanzar la poesía que subyace en todo thriller estructurado en persecuciones o tiroteos con bloques de hormigón a modo de escudos. Ese caos reinante también desea fusionarse con el control informático inherente de la propuesta, alternando el arte visual con las imágenes en movimiento sobre atmósferas cambiantes. Al fin y al cabo, el guion poco o nada ya importa en el actual cine comercial, parece recordarnos Mann, utilizando el cine como un lienzo para enfocar y desenfocar la luz y oscuridad de un mundo integrado y diseccionado en pantallas. Su paso al formato digital en “Blackhat - Amenaza en la red” es ya íntegro, como si fuera el final del camino tras experimentar en “Ali”, “Collateral”, “Corrupción en Miami” y “Enemigos públicos”. Dentro de esa materia digital, muchas veces tan realista como abstracta y confusa, el director intenta ceñirse a un factor humano en un mundo deshumanizado para también integrar el concepto al leitmotiv que plantea su afán integrador de todo tipo de referencias y enfoques. Ese mundo físico que conocemos ya es netamente virtual, da la impresión de contarnos un cineasta mucho más preocupado de los escenarios que de sus personajes, como si éstos fueran ya meros objetos que siguen cánones y comandos prestablecidos a modo de programas dentro de un prototípico thriller. En realidad, interesa ver cómo disecciona visualmente Mann la muerte de algunos sus personajes por encima de los rasgos dramáticos. Los hermanos Coen utilizaron uno de esos recursos originales y sorprendentes, marca y seña de su talento, para revelar el absurdo y desconcierto que puede producir la expiración. En el desenlace “Sangre fácil” observamos cómo uno de los protagonistas acababa boca arriba sobre el reverso de un lavabo para revelar una extraña metáfora sobre ‘el otro lado’ y la última gota que tal vez nunca sentiremos siendo el propio cine un elemento divino y con un poder conclusivo. En “Blackhat - Amenaza en la red” uno de los personajes también finalizará su existencia tumbado, observando en el firmamento una de esas grandes torres de Hong Kong que envuelven de melancolía y fatalismo la secuencia. Los tiempos han cambiado y también las corrientes cinematográficas, como si el misticismo del ser humano actualmente fuera perderse entre esa oscuridad antes de vislumbrar las grandes proezas que la civilización la levantado sobre sus cimientos. Posiblemente Mann nos aliente a que todavía queda camino fílmico por recorrer siempre que nos quede un último aliento y parpadeo… y, sobre todo, quitando muchos prejuicios sobre esos medios informáticos y audiovisuales que gobiernan el mundo.

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