Páginas Bastardas

domingo, 24 de julio de 2016

La mirada del silencio: No hay peor ciego que el que no quiere ver

“La mirada del silencio”
Título original: “The Look of Silence”
Director: Joshua Oppenheimer
Dinamarca / Indonesia
2014

Sinopsis (Página Oficial):

A través de la obra cinematográfica de Joshua Oppenheimer (“The Act of Killing”) sobre los responsables del genocidio indonesio, una familia de supervivientes descubre cómo fue asesinado su hijo y la identidad de los hombres que lo mataron. El hermano más joven se decide a romper ese silencio y miedo con el que viven los supervivientes, enfrentándose así a los responsables del asesinato de su hermano ―algo inimaginable en un país donde los asesinos permanecen en el poder―.

Crítica Bastarda:

Algo que no está enseñando el documental actual, ya sea en formato televisivo o cinematográfico, es que admite la posibilidad de establecer un punto de inicio para avanzar en el objeto que lo general, haciendo que el material se expanda hacia nuevas temporadas o películas. En el caso de la estupenda película The Act of Killingde Joshua Oppenheimer nos encontramos ante un nuevo trabajo que permite al cineasta aportar otro tipo de mirada ante un mismo tema a tratar, siendo el golpe de Estado del general Suharto —y la posterior la matanza de comunistas en Indonesia una de las mayores del siglo XX— un foco de interés que permite adentrarse tanto la atrocidad como en sus consecuencias. Ese genocidio todavía admite una lectura más humana al permitir articular una alegoría respecto a la búsqueda de un joven oftalmólogo, que vive con sus provectos padres. No hay peor ciego que el que no quiere ver… aunque unos idóneos anteojos a medida sean colocados en sus ojos. “La mirada del silencio” avisa en su propio título que ese mutismo, que habita todavía todos rincones de un país, ha sido la forma de pasar página y asimilar uno de los recientes horrores que marcó la historia de Indonesia y que está tratando de ser distorsionado para adoctrinar a las futuras generaciones. Evidentemente la historia siempre la escriben los vencedores pero el material a tratar y el formato permite tanto a ese joven como a Oppenheimer hacer frente a aquellos verdugos, que siguen todavía gobernando el país, a modo de un fantasma hecho corpóreo como conciencia. Lamentablemente en el presente documental no tenemos un juego de roles que permita a los asesinos sentir aquello que sufrieron sus víctimas sino que el pasado ya ha sido enterrado junto a los crímenes que allí se cometieron y el olvido es el único sentimiento posible. 


Hallar la verdad siempre es ejercicio amparado en el dolor y no exento de posibles peligros y contratiempos. “La mirada del silencio” ofrece respuestas a ese protagonista que trata de conocer a los verdugos de su fallecido hermano, al que ni siquiera llegó a conocer, durante la masacre y genocidio del 65. Es obvio que tanto el cineasta como ese joven oftalmólogo se encuentran con ambiente hostil ante sus preguntas incómodas, elevando la tensión ante esa sociedad que ha distorsionado el pasado a su antojo para poder seguir conciliando el sueño cada noche, que ha decidido vivir en su cobardía ante su incapacidad de responsabilizarse de las consecuencias de una barbarie. No hay respuestas ni arrepentimiento, no hay redención, simplemente el desagrado de revivir unos actos que ya son tabús para una sociedad que ha enterrado el pasado en toneladas de silencio. El documental, por lo tanto, se ciñe a la desesperanza de una imposible reconciliación ante unas heridas que siguen sangrando y atravesando las profundidades de Indonesia. Y más que un díptico de The Act of Killing nos hallamos ante un anexo necesario y fundamental para encontrarnos un reverso mucho menos optimista e incluso tremendamente desolador. El cine documental, no obstante, ha de desempañar un papel de activismo y visibilidad, ser ese grito que incomode y quiebre el silencio impuesto. Oppenheimer también desea remitirnos a la propia incomodidad que propia exhumar esos recuerdos, que comprobemos que ni siquiera muchos de los asesinos sabían qué era un comunista sino que simplemente se unieron a esa jauría de salvajismo y brutalidad de una matanza perturbadoramente indiscriminada y eternamente condenable. Por el contrario, “La mirada del silencio” desea posicionarnos en el lugar ideológico y psicológico de los verdugos, inmutables ante ese pasado desenterrado ante sus ojos y dejando claro que así es cómo funcionan las cosas en el planeta Tierra. Muchos de aquellos entrevistados se preguntan si el protagonista desea buscar venganza, al entender la violencia como la única respuesta y lenguaje que pueden albergar unos monstruos y asesinos. Ese oftalmólogo, por su parte, simplemente trata de ‘abrir’ los ojos ante aquellos que han optado por imponerse una silenciosa ceguera y que no albergan ninguna clase de remordimiento. Pero Oppenheimer desea llegar más lejos dentro del horror de los asesinos que recuerden sus sanguinarias hazañas, ilustrándolas con dibujos e incluso evocando esos tiempos en los que bebieron sangre de sus víctimas. El documental también desea denunciar la permisividad de EEUU en los márgenes de la Guerra Fría, admitiendo incluso que los propios comunistas pidieron ser masacrados para investigar aquello que ellos mismos habían desatado en su batalla ideológica frente a la URSS. Y, aunque ninguno está libre de pecado, la idea es sintetizar un sombrío ejercicio de periodismo de investigación que permita también cierto tratamiento cinematográfico y narrativo tanto a los ojos de su protagonista como de aquellos ciegos que han dejado de ver.

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