“Searching for Sugar Man”
Director: Malik Bendjelloul
Suecia
2012
Sinopsis (Página Oficial):
En los años 60, un músico fue descubierto en un bar de Detroit por dos productores enamorados de sus melodías y sus letras conmovedoras. Grabaron un álbum que ellos creían que iba a situar al artista como uno de los grandes de su generación. Sin embargo, el éxito nunca llegó. De hecho, el cantante desapareció en medio de rumores sobre su suicidio encima del escenario. Mientras la figura del artista se perdía en el olvido, una grabación pirata encontrada en la Sudáfrica del apartheid se fue convirtiendo en un fenómeno.
Dos fans sudafricanos se empeñan ahora en averiguar qué pasó realmente con su héroe. Su investigación los ha llevado hasta una historia extraordinaria, hasta el mito de ‘Rodríguez’. Esta es una película sobre la esperanza, la inspiración y el poder de la música.
Podríamos ceder a la post-vorágine del hype y posicionarnos, como espectador que ha llegado tarde a uno de los 10 documentales más celebrados y populares del Siglo XXI, dentro de un territorio de inconformismo gritando sobre un escenario que estamos ante el timo cinematográfico más sobrevalorado de los últimos años. Y timo con razón porque se puede acusar a “Searching for Sugar Man” —ganador del Oscar y decenas de premios sumados al añadido de las ‘Cinco Estrellas’ de rigor en cada crítica escrita y originada tras su visionado— de ser un fake… si seguimos por esa vía tremendista. (Sixto) Rodriguez fue ninguneado en su país y época pero fue considerado un mito mayor a Dylan o Elvis en Sudáfrica donde le creían muerto… hasta que descubrieron que realmente vivía en el anonimato del fracasado siendo arrastrado a una gira de masas que le redimía del éxito arrebatado. Todo lo que cuenta Malik Bendjelloul es cierto, pero omitió (presumiblemente y a conciencia) detalles que apartan del misticismo, magia y emoción la inédita y misteriosa historia (digna de leyenda urbana) de Rodriguez. ¿Qué pasó en realidad?
Pasó que antes de Sudáfrica (y esas líneas revolucionarias que no se cree nadie) existió Australia, donde realizó dos giras repletas de fama (y todo aquello que propone Bendjelloul) a finales de los setenta y ochenta. ¡E incluso el propio Rodriguez tenía una web activa desde finales los 90 apartando el halo de misterio de esa búsqueda sobre su paradero y que tanto metraje se lleva en el la primera parte del documental! Si “Searching for Sugar Man” relatara los hechos reales en orden cronológico perdería ese final que incita a cualquier cinéfilo a bajarse los pantalones y masturbarse compulsivamente mientras que moja su sexo con las lágrimas que caen por su rostro. En resumen, entre hispters y el hype (con ese halo de fake) se ha construido un mito que ha demostrado en los conciertos que ha dado a rebufo del documental que no está a la altura de las circunstancias. No es que estemos ante Tamara Seisdedos diciendo que está afónica para evitar cantar hacer el ridículo, pese a copiar parte del estilismo a la diva, sino que la leyenda ha envejecido mal y su minúsculo repertorio no funciona correctamente en directo más allá de la historia que ampara al mito. Entonces, ¿merece o no merece la pena “Searching for Sugar Man” o la culpa del hype también la tiene la piratería?
En realidad, merece la pena por un simple y decisivo motivo: el propio mito (como ficción, fábula y leyenda) que ha construido Malik Bendjelloul gracias a la historia manipulada tanto en guión como en sala de montaje sigue vigente con el documental, por encima de la polémica, controversia y contradicciones internas. Porque le gran misterio que construye el misterio es que Rodriguez se aparta de la (recreación de su) historia que propone el director sueco y queda ensombrecido por esa oscura ventana que rodea a ese otro cuento inspirador, insólito y conmovedor de principio a fin. Y sin protagonista, queda el icono y aquello que se fabula sobre el mismo. Realmente “Searching for Sugar Man” (y su polémica generada) es el perfecto documento para reflejar el mito que desprende toda canción y artista, por olvidado o confirmado que quede, por mucha crítica, arañazo, historia negra colindante. El icono siempre sobrevive gracias a la música que lo creó. Como si fueran dos figuras distanciadas entre sí a través de esa ventana que separa al personaje real del propio espectador de su obra. Rodriguez sobrevive gracias a la música. Y, en resumen y sentencia definitiva, “Searching for Sugarman” hace lo propio con el cine, como mecanismo de ficción por encima del documental, como herramienta para construir un mito que ya es historia. ¿O es al revés?
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