“American Horror Story: Coven” llega a un punto sin retorno para iniciar las esencias de un desenlace brutal. Esta temporada poco (o nada) tiene que ver con la anterior salvo esas credenciales de triturar elementos múltiples ajenos (“Dark Shadows”, “Frankenstein”, “La noche de los muertos vivientes”, ‘Compendium Maleficarum’) junto al imaginario de la fantasmagoría del pueblo norteamericano (las brujas de Salem, el vudú de Nueva Orleans) y personajes reales con hueco y pasado negro e histórico como El Asesino del Hacha, Marie Laveau y Delphine LaLaurie. No es “American Horror Story” ni “American Horror Story: Asylum” sino algo distinto, cocinado a fuego lento… y puede que aquí los defectos sean más sobre el espacio y las numerosas tramas que por el concepto en sí. Veamos, Briarcliff era tan inmenso que se podían someter múltiples tramas paralelas y cuantiosos personajes en los rincones más oscuros del lugar. No estamos en esa casa encantada donde los fantasmas aparecían, desaparecían, mataban o te violaban a voluntad del guión pero sí en una Academia tampoco tan extensa y vasta como para hacernos creer que nadie se entera de nada entre tantas tramas paralelas. Nos han hecho esperar dos semanas y ya estamos hartos. Es momento de repasar “The Sacred Taking”, octavo capítulo de “American Horror Story: Coven”.
Ryan Murphy y Brad Falchuk siguen ahondando en esa guerra explosiva que será el clímax de esta nueva temporada del universo AHS y la secuencia de apertura, con el reencuentro de Queenie, Zoe y Madison a corazón abierto. Los bandos están definidos pero teníamos pendiente un cazador de brujas (que todavía la ciega de Cordelia, por necesidades del guión) no se ha dado cuenta que es su marido. Lo mismo nos lo explican en el futuro. ¿Está bendecido y forma una especie de agujero negro en el poder brujil? Aunque las visiones de Delia con la infidelidad de Hank y esa bruja a la que ella misma entrevistó (Kaylee) deberían haberle dado cierta visión de conjunto, ¿no? Las historias de amor también van a fluir en paralelo (Nan y Luke, Zoe y FrankenKyle, Fiona y The Axeman) junto a ese (único) golpe de estado que va a dar una instaurada líder vocacional llamada Cordelia sobre su propia madre. Las piezas se juntan y el aquelarre se complementará con el martirio y prisión de Madame Delphine LaLaurie.
A la espera de que llegue Stevie Nicks, tendremos el proceso de degradación de Fiona dentro de un capítulo melancólico con sus puntos de humor negro y esos giros siempre sorpresivos con acción y mucha sangre. La muerte de Spalding no va a ser un contrapunto gratuito del guión aunque cuando Delia echa de menos a su mayordomo (y también a ese sirviente centenaria) queda claro que el vodevil está a la orden del día y que la propia serie tiene que pasar de puntillas por ahí. Queenie informa a sus antiguas compañeras de aquelarre que Marie Laveau va a prepararla una poción para convertirla en el primo de Zumosol pero se verá sometida a sus propios remordimientos de traición también con Delphine LaLaurie, que será trinchada por la Reina del Vudú como un pavo. No todo se reduce a dos únicas salidas, hay variables.
Desde ese palpitante corazón (oscuro) en la mano de Queenie y Delia confirmando que la afroamericana está muerta para ella, tendremos la degradación por el cáncer de Fiona y el intento del aquelarre a manos de su hija por destruirla a la actual Suprema. Desde la voz en off con referencia a “Embrujada”, Myrtle y Misty volverán a la Academia después de ser atacadas presumiblemente por Hank. Myrtle cree que Misty es la nueva Suprema y nosotros no lo compramos todavía con tanto giro y engaño. Con el equipo reunido el plan es confundir a Fiona con el regreso de la muerte de Madison, realizar el rito Sagrado (que únicamente se ha hecho en tres anteriores ocasiones en el aquelarre) y realizar un gran teatro para que sea Fiona aquella que se suicide. El poder de la pelirroja le muestra el futuro abandono de su amante (El Asesino del Hacha) y le ofrece, al igual que Madison, morir dignamente. Nadie cuenta que el asesinato de Spalding a manos de Zoe le va a liberar y dar una voz para seguir ofreciendo a Fiona sus servicios… y revelándole todo el engaño. La catarsis emocional entre madre e hija no sabemos si forma parte de una gran mascarada de Fiona como parte de su venganza o lo primero que tiene que hacer es sobrevivir y así poder perpetuarse después. Para dejar claro que el peligro es inminente a todos, Hank fusilará a la madre-católica-doña-lavativas y también tratará de poner fin a la vida de Nan, que será salvada por el rescatado Luke. Joan muere (pero es resucitada por Misty), Luke es llevado al hospital y las balas de plata dejan claro a Fiona, que conocerá a Misty, y a Delia que un cazador de brujas amenaza gravemente al aquelarre.
Acabaremos con una secuencia similar a la entrega de la cabeza de Minotauro… ¡con la cabeza de LaLaurie dentro de una caja de cartón! ¿La misma tal vez? ¿Un homenaje a “Freddy contra Jason”? Sea como fuera, nos gusta ver a Delia más bruja que nunca (normal que su maléfica y sibilina madre esté tan contenta) y esas torturas en forma de enema dejando claro que aquí las madres son la peor de todas las pesadillas. Y, por cierto, ¿alguien se hubiera enterado de lo que dijo Nan a su cuasi-churri si no tuviéramos subtítulos? ¿Batirá el récord Guinness de resurrecciones Misty Day? ¿Qué opina de todo esto Jesucristo? Ah, no se olvide de reservar mientras tanto el regalo perfecto para estas navidades: una cabeza parlante de Kathy Bates.
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