La tercera temporada de “Homeland” debiera evaluarse al final de la misma para comprobar si sus pecados y debilidades finalmente se convierten en fuertes puntos y estructuras de futuro. Catalogar y comparar una ficción desde la inmediatez bien pudiera ser tan peligroso para el sujeto como para el objeto de la crítica. Criticamos porque queremos vivir cada respiro y bocanada de aire como si fuera el último de cada serie sin darnos cuenta del propio organismo que alberga el propio sistema y el equilibrio que genera. Posiblemente así se pueda explicar la falta de aire inicial de la tercera temporada de la serie de Showtime y la regresiva reacción de gran parte de su audiencia, para expulsar el aire (y a la innombrable) para inhalar nuevos vientos y aires y regenerarse. Los guionistas pueden equivocarse tanto como Dana Brody aunque se debe alcanzar un equilibrio entre la audiencia y el autor de la creación. Siguiendo la estela de “Breaking Bad”, la actual ficción donde todas pretenden reflejarse en cierta medida, si Vince Gilligan hubiera cedido a sus iniciales pretensiones un personaje como Jesse Pinkman sería fiambre en la primera temporada o Skyler abofeteada y estrangulada a manos de la audiencia en la tercera. Puede que en el futuro, entendamos los motivos de la tortura y, ahora, es momento de sumergirse en “A Red Wheelbarrow”, octavo capítulo de la tercera entrega de “Homeland”.
Del poema de William Carlos Williams al gran todo del que comencemos a hilvanar los detalles. Saul y Mira vuelven a estar juntos y pudiéramos intuir que algo se escondía sobre ese atractivo amante siguiendo el consejo de «no te fíes de nadie en una serie de espías». La noticia de Mira a éste sobre que quiere dar una segunda oportunidad a su matrimonio contrasta con la propia decepción que sentirá la mujer al enterarse de la actividad y ausencia de su marido. Por otro lado, el ya ex amante colocará un mecanismo de vigilancia en el ordenador de la casa de los Berenson sin que Mira le descubra. ¿Se venía venir o se ha anticipado parte del plan en curso? Quinn y Carrie siguen con su investigación de posibles sospechosos de los supervivientes del atentando y sus conexiones con la firma de abogados de Bennett. Les falta algo y también es hora que conozcamos mejor a Dar Adal y sobre todo a Fara Sherazi, que se ausentará de su trabajo deprimida posiblemente por la decepción de haber dejado escapar a Majid Javadi. Es normal que la lealtad Fara sea cuestionada tanto por parte de la CIA como por su propio padre iraní al que escondía su profesión real. Su padre le recuerda que su familia en Irán puede estar en peligro por sus actos y Fara deberá posicionarse. Efectivamente la dicotomía es tímida pero sabemos que “Homeland” va a utilizar este personaje como futuro y venidero golpe de efecto. ¿Recuerdan esas tijeras? Fara se encuentra entre dos fuertes y afiladas corrientes… y la decepción es aquí parte de esa ira que seguramente explote en la recta final de la temporada.
Decepción por la que Saul tendrá que dar respuestas al Jefe de Estado Mayor Higgins y a esa histérica llamada Andrew Lockhart. El Senador será puesto en su sitio y Higgins el encargado de que el mismísimo presidente se entere de los planes velados que esconde Saul como parte de esa jugada maestra que también se encuentra oculta al público. Aunque Javadi conozca el juego y su nuevo amo resulta curioso que indicara informaciones distintas aunque no contradictorias sobre el atentado de Langley y la participación de Brody en el asunto. ¿Buscaba enfrentar a Carrie y Saul? No obstante, el plan sigue activo y Adal contactará con Bennett para informarle de una investigación de la CIA sobre su empresa haciendo sonar las alarmas bajo la aparente tranquilidad. Franklin organiza una reunión con Carrie a tal efecto y la idea de la CIA es hacer un seguimiento de los movimientos y teléfonos de los abogados para conocer la identidad de aquel que movió la bomba mientras que Saul prepara un viaje oculto sobre todo para Carrie. ¿Por qué?
El embarazo de Carrie es uno de los puntos fuertes para potenciar que la rubia tenga tantas prisas por limpiar el nombre del padre, mientras que Saul también se queda corto en días para poder trazar un plan que no pueda tocar Lockhart. La advertencia de la médica sobre el cambio en su estilo de vida bien pudiera ser objeto de ese retiro junto a Brody que nos anunció cuando sonaban los himnos finales de la segunda temporada. “Homeland” (y por extensión “Homelamb”) siempre ha funcionado mostrando que Brody es el punto débil de Carrie y aquello que la hace perder los papeles. La inicial jugada de que Carrie se reúna con Franklin para informarle que el terrorista responsable de colocar la bomba contra la CIA sigue en EEUU y que Bennett está en el punto de mira, provoca una extraña reacción en cadena. Bennett ordena a Franklin sacar al terrorista del país pero en la reunión en el hotel previa, Carrie observará que el abogado tiene otros planes más radicales a golpe de ‘silenciador’. ¿Quién es aquí el jefe? Carrie quiere intervenir y mantener vivo al sospechoso, pero Adal recuerda que si salva al terrorista de las intenciones de Franklin comprometerá todo el plan que orbita alrededor de Javadi. Sabemos que Carrie saldrá de su escondite para evitar todo y, pese a las advertencias, Quinn tendrá que dispararle en su brazo para detenerla y rellenar la cuota de suspense necesaria. Franklin continúa con su plan: asesinar al terrorista y poner su cuerpo en una bañera para llenarlo con ácido. ¿Para borrar la cara e identidad del traidor?
Mientras tanto, Carrie es conducida a un hospital ya que una arteria se vio afectada por el disparo y conocemos que el cerebro de la agente de la CIA quiere unir las piezas: hay algo malo que está por llegar y en ciernes y también quiere saber dónde está Saul. ¿Dónde estará, por cierto? Evidentemente llega a la Torre de David en Venezuela para dar a El Niño 10 millones de dólares en efectivo y es llevado para ver a un Brody, en un estado de abandono aterrador para el olfato del director de la CIA, que comparte cara con gran parte de la audiencia. Sí, así nos hemos quedado con aquello que está por venir: Brody ¿trabajando? de nuevo para la CIA, Carrie y su bombo siendo descubiertos y una conspiración de gran alcance en marcha y movimiento que implica una especie de juego a dos bandas entre la inteligencia iraní y estadounidense. Simplemente, háganse una pregunta: ¿por qué querían cambiar de bando a Carrie Mathison y colocar un micrófono en casa de Saul Berenson? ¿Estará Mira en peligro? Esperemos que las respuestas sean algo mejores que un embarazo o una bomba… aunque intuimos que el componente mediático y la operación que descabezó al organizativo del atentando es parte de un gran contraataque que está por emerger y del que seremos testigos... ¿con la misma cara que Nicholas Brody al cerrar el capítulo?
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