Ravenswood: Acción enemiga

Serie de TV

“Ravenswood”

EEUU

2013

Sinopsis (Página Oficial):

“Ravenswood” es una serie de los productores ejecutivos de “Pretty Little Liars”. La serie se centrará en una ciudad, no muy lejos de Rosewood, que ha estado bajo una maldición mortal por muchas generaciones. Cinco extraños se encuentran de repente conectados por esta maldición fatal y su necesidad de profundizar en la historia misteriosa y terrible de la ciudad antes de que sea demasiado tarde para que cada uno de ellos.

Crítica Bastarda:

No me considero parte del público objetivo de “Ravenswood” ni me he acercado todavía al fenómeno originado por “Pretty Little Liars”, guilty pleasure de muchos seriéfilos. Aquí los fans y seguidores de las misteriosas y glamurosas intrigas de Aria, Hanna, Spencer y Emily deberían atestiguar las credenciales del supuesto spin-off que proponen Joseph Dougherty, Oliver Goldstick y I. Marlene King sobre ese nuevo, maligno y macabro ‘Club de los Cinco’. Me da impresión de que Ryan Murphy tomará nota de los fallos de ese pueblo maldito para adentrarse en su triturada de clichés cuando llegue el momento porque la nueva serie de ABC Family peca de múltiples lugares comunes y se acerca a la onda teenager de The CW. Como si la cadena que ha servido en bandeja de plata “Crónicas Vampíricas” se adentrara en una revisión espectral de “Destino final”. Lo mórbido es completamente efectista en “Ravenswood” y todo podría resumirse en el peinado que luce en el piloto Tyler Blackburn: simple pose e incitación a parte del público a hundirle en una bañera llena de agua más para dejarle como un gato mojado que para asesinarle. Aquí, lo que importa es la humillación, no la muerte. Blackburn interpreta a Caleb Rivers, habitual de “Pequeñas mentirosas” y cuyo personaje junto al que propicia la actriz Nicole Gale Anderson son esas coincidencias que dejaron de ser casualidad siguiendo la estela del mejor momento del libreto en su primer capítulo.

— Una es casualidad, dos veces es coincidencia, tres veces es una acción enemiga.

— Es profundo.

— Es de “James Bond contra Goldfinger”.

En “Ravenswood” la profundidad queda reducida a la simple cita popular y la puesta en escena gótica y con elementos de misterio entre su vertiente bobalicona y cursi para hallar el equilibrio entre “Silent Hill” y “Sensación de vivir”. Ridículo, ¿verdad? No sabemos si estamos ante un capítulo de “Scooby-Doo!” sin perro y con mucha perra o ante una escritura de guión aderezada con el mismo acondicionador de pelo que usa el protagonista. Desde un fantasma con onda nipona y viral hasta una viuda negra y relaciones imposibles de instituto, hay algo raro que flota en el ambiente de ese pueblo de leyenda negra y no es la tontería de las tramas y los diálogos. Posiblemente duela más a la legión de seguidores de “Pretty Little Liars” que aquellos bastardos que sí cojamos el autobús para no volver jamás a esa aldea maldita y donde te tiran un bote de pintura roja en menos de nada. Para aquellos que se queden, que se preparen para el recital de brazos muertos emergiendo de las cortinas, sustos a golpe de decibelios y ese miedo de parvulario entre un compendio de caras bonitas. ¿Es que no hay nadie feo en este tipo de series y pueblos? ¿Dónde ha quedado el viejo loco borracho con look de indigente que avisaba a los protagonistas?

En fin, Tyler Blackburn quería su show para lucir ombligo y peinado y le han dado “Ravenswood”: una telenovela gótica en la que la muerte la pone el propio espectador con una pistola en la sien antes que volver a ver un nuevo capítulo. No obstante, pudiera ser un éxito ya que hay mucho emo y mucho suicida viendo la televisión en nuestros oscuros días… Ellos ya tienen su nuevo abrelatas en la muñeca y nosotros unas preguntas sin respuesta del tipo: ¿qué marca de acondicionador usa Caleb Rivers o donde compra Nicole Gale Anderson ese pintalabios que te deja los morros como Piqué en el Mundial de Sudáfrica? La verdad y a estas alturas, ya no me importa esta casualidad llamada acción enemiga y que va dejar el cerebro de sus sufridas víctimas al tamaño de inteligencia de los recursos de los guionistas.