“Apartamento 1303: La maldición”
Título original: “Apartment 1303 3D”
Director: Michael
Taverna
EEUU
2013
Sinopsis (Oficial):
Algunos alquileres son
demasiado buenos para ser verdad.
Remake
del escalofriante film japonés. Protagonizado por Mischa Barton, Rebecca De Mornay, John Diehl, Julianne Michelle y Robert Blanche. El
apartamento 1303, aunque está situado en el piso 13 de un edificio, es céntrico
y bonito, pero corre una la leyenda urbana de que todas las chicas que entran a
vivir en él acaban saltando al vacío desde sus ventanas. La última en
suicidarse ha sido Janet y su hermana Lara (Mischa Barton) no logra comprender
qué ha podido ocurrir. En
su intento por encontrar una explicación se mudará al apartamento 1303 y
descubrirá que entre las paredes del apartamento hay mucho más horror del que
se puede ver, incluido el espíritu de alguien muy cercano, que lucha por
descansar en paz.
Los apartamentos
BODRIOS no matan, matan las personas…
Los apartamentos
BODRIOS no matan, matan las personas…
Los apartamentos
BODRIOS no matan, matan las personas…
Los apartamentos
BODRIOS no matan, matan las personas…
Los apartamentos
BODRIOS no matan, matan las personas…
Los apartamentos
BODRIOS no matan, matan las personas…
Los apartamentos
BODRIOS no matan, matan las personas…
Los apartamentos
BODRIOS no matan, matan las personas…
Los apartamentos
BODRIOS no matan, matan las personas…
Los apartamentos
BODRIOS no matan, matan las personas…
Efectivamente,
los apartamentos BODRIOS no matan, matan las personas… BODRIOS como “Apartamento 1303: La maldición”, posiblemente
la mayor abominación del 2013 y considerada una de las peores películas del Siglo XXI, no es la culpable de su
suicidio inducido y derrame cerebral. ¡No es realmente la causa homicida! ¡NO! Cuesta
encontrar los más injuriosos insultos para poder describir la escasa hora y
media de tortura que incita al espectador a darse a la bebida, como sus
protagonistas, para acabar siendo víctima de un coma etílico y evadirse para siempre del trauma que propone Michael Taverna (sí, de apellido de origen alcohólico) en su remake de una cinta de terror japonesa que ha quedado más prohibida que una visita a Fukushima. Soberanamente
estúpida, cada vez que Rebecca De Mornay
coge la guitarra y se pone a cantar equivale al 200% de predecibles sustos,
giros baratos y subidas de decibelios. Con un argumento reciclado e
insustancialmente predecible y aburrido, actuaciones que provocan vergüenza
ajena y sustos del pleistoceno, no entiendo cómo los fantasmas no demandaron a los
responsables… porque, recordemos, los apartamentos BODRIOS no matan,
matan las personas… y todo aquel que haya tenido que ver con semejante engendro
debería de ser acusado y encarcelado por homicidio premeditado. ¡Y SENTENCIADO A VER ESTA PELÍCULA Y CRIMEN CINEMATOGRÁFICO DURANTE EL RESTO DE SU VIDA!
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