Mucho se está hablando del cierre y
final de “Dexter” pero si nos
ponemos en plan analítico todo se reduce a la relación de Debra y Dexter desde
que la detective de policía, por aquel entonces, no quisiera traspasar esa cortina
en el desenlace de la quinta temporada, donde yacían su hermano y por aquel
entonces ese cruce de novia y aprendiz llamada Lumen. A Julia Stiles su papel le valió una nominación al Emmy como estrella
invitada y los creadores y guionistas no han parado hasta darle una nueva
pareja a su asesino en serie pese a su constada pérdida de calidad. Con el nuevo aterrizaje de Hannah McKay a la
serie y el triángulo que forman Debra y Dexter, la emoción va a estar servida
para el series finale. Como no puede faltar un asesino en serie antagonista, “Are
We There Yet?” va a dejar las bases sentadas de todo aquello que veremos hasta
la despedida del Sr. Morgan. ¿Están preparados?
Nos encontramos ante un capítulo
bisagra para dar sentido a los últimos cuatro capítulos de la ficción y los
frentes del personaje principal son claros. El asesinato de Cassie y la posible
implicación de Zach Hamilton podrían originar un carrusel de conflictos; sobre
todo cuando una muestra de sangre debajo de las uñas de Cassie le implica directamente. Dexter tiene que pararle los pies a su discípulo y tenemos suspense a la vista. De los secundarios, de
nuevo, poco o nada. Nikki y Masuka ahora son compañeros de trabajo y Quinn y
Jamie siguen en el horizonte. El papel de Angel Batista es dar el cebo
correspondiente a Debra Morgan para plantificar su regreso al cuerpo de policía
de la Miami Metro. Debra no lo volverá a tener fácil en este capítulo ya que la
recompensa que ofrecen por la cabeza de Hannah es de un cuarto de millón de dólares. El ímpetu de su jefe y sus sentimientos de odio hacia esa rubia que la ha
envenenado por partida doble… chocan en su interior. Con Debra siguiendo a
Hannah y Dexter y estos dos últimos haciendo lo propio con Zach tenemos un
cóctel de encuentros servidos en una plastificada habitación de hotel.
Dexter se sorprenderá al comprobar que
Zach estaba siguiendo el código instintivamente y que iba detrás de un chico llamado Sean Decker que asesinó a
alguien en las vacaciones de primavera. Su cámara será la prueba de su cuartada
respecto al crimen de Cassie y el asunto de la sangre tiene explicación… pero
aquí se nos plantea quién es realmente el asesino si no lo es Zach. ¿Apunta
todo a Oliver Saxon (Darri Ingolfsson)? Hannah y Debra arreglarán sus
diferencias temporalmente y la actual detective privada finalmente no la
delatará, replanteándose volver al cuerpo de policía e incitando a su jefe a
presentar la denuncia contra Hannah. Con el nuevo trío compuesto por Zach,
Hannah y Dexter y esos fuegos artificiales de emociones y suspense, tendremos una cena con
Vogel y varios planteamientos para la propia serie. ¿Hannah y Dexter están
hechos el uno para el otro? ¿Hay alguien en la sombra que tendió la trampa a
Zach?
Hannah huye a las Bahamas y América
del Sur y Argentina vuelve a florecer como sueño pasado compartido por ambos.
Es evidente que Dexter aparecerá antes de que Hannah coja el avión para pedir
que se quede pero, aquí, como intermedio de la situación surge un encuentro
atómico y sexual entre ambos y la muerte de Zach a manos de… ¡The Brain
Surgeon! A.J. Yates era poca cosa para el villano de la temporada y final de la
serie pero es que el propio The Brain Surgeon es poca cosa… aunque aquí
observamos que parece que es la propia Vogel aquella que o bien es la asesina
o, por el contrario, ha recibido el frasco por otro nuevo envío del asesino que
nos tememos, no obstante, que es Oliver Saxon. Ya no hay vuelta atrás y el camino
elegido ha sido designado para bien o mal de Dexter y sus sufridos espectadores… ¿De verdad que estamos preparados para sufrir por partida doble?
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