Páginas Bastardas

jueves, 1 de agosto de 2013

Orange Is the New Black: Entre el blanco y el negro… está el naranja

Serie de TV
“Orange Is the New Black
EEUU
2013

Sinopsis (Página Oficial):

“Orange Is the New Black” gira en torno a Piper Chapman (Taylor Schilling), una mujer de Connecticut que es enviada a la cárcel para mujeres de Litchfield, una prisión federal en New York, por posesión de una maleta llena de dinero procedente de drogas que vendía para Alex Vause (Laura Prepon), una traficante internacional de drogas que fue amante ocasional de Chapman en el pasado. Condenada a cumplir una pena de quince meses, Chapman debe sobrevivir a las penurias de la vida en prisión, ya que tendrá que ser una persona diferente para lograrlo.

Crítica Bastarda:

Encontrar una frase que defina la primera temporada de la nueva serie estrella de Netflix, que quiere construir una sucursal de ficciones sin tener que envidiar a nada ni a nadie, podría remitirnos a «Muchas personas son mejores en abstracto». La inmersión en los infiernos cómico-dramáticos de “Orange Is the New Black”, para que conozcamos en profundidad a ese gran y populoso grupo de personajes, nos muestra que las apariencias engañan. ¿Nada nuevo? Los clichés han creado un gran resorte que golpea fuertemente nuestras cabezas cuando nos entran por las retinas y oídos el temido soniquete «drama carcelario». Si bien nos van a humanizar a criminales y enseñarnos sus desiguales motivos para quedar privadas de la libertad y la imposibilidad de utilizar un baño con puertas, la serie quiere formular otro tipo de ácida alegoría sobre las prisiones en las que queda atrapada la sociedad. También que nos demos cuenta de que realmente los crímenes y delitos que comenten los carceleros son aún peores que los supuestos malhechores a los que vigilan, amplificando el punto bidireccional sobre las rejas. No nos engañemos, aquí no nos quieren vender un alegato humanista del malandrín y su verdugo desde una doctrina moral sino revelarnos que cualquiera puede ser conducido a cometer una equivocación y tener la mala suerte de pagar por la misma… Un diálogo entre una guardia —uno de esos pocos personajes esperanzadores y positivos de la dramedia que seguramente se sumerjan en el lodo oscuro poco a poco— y la protagonista simplifica el planteamiento de la propia serie:

De todas formas, quiero que sepas que, por lo que a mí respecta, tú y yo somos iguales. […] La única diferencia entre nosotras es que cuando yo tomé malas decisiones, no me pillaron. Podría ser yo la que estuviera aquí vestida de caqui.


De caqui y naranja trata “Orange Is the New Black” porque entre el blanco y el negro dejó de estar el gris con tonificación y tintes dramáticos… y esos personajes que conocemos al principio en abstracto y cuyas taras son aparentemente divertidas —el fanatismo religioso de Tiffany 'Pennsatucky' Doggett o la homofobia del consejero de la prisión Sam Healy— acaban convirtiéndose en afiladas y punzantes armas contra la protagonista en la recta final de la sobresaliente primera temporada. La gracia es que la anti-heroína y su look de rubia inocente y mosquita muerta esconden un pasado juvenil turbulento que ha provocado su ingreso en prisión durante unos meses, junto con un buen puñado de conflictos morales y sexuales que explotarán desde dentro sus miedos y frustraciones. Piper tendrá que luchar frente a la homosexualidad a la que cerró las puertas años atrás y, sobre todo, a la atractiva mujer que la inculpó (y amó) mientras trata de lidiar con los fracasos y egoísmo de su prometido. Jenji Kohan es la creadora de “Weeds” y se nota su toque y distinción en la onda Showtime para “Orange Is the New Black”. Pese a que la ficción está basada en el best-seller de las experiencias de la propia y corpórea Piper Kerman, no se sabe hasta qué punto se juega con la realidad y la ficción entre sus desternillantes arrebatos y un humor negro y escatológico bien introducido. Todos sus tintes trágicos y dramáticos, con un buen conjunto de excelentes personajes secundarios, consiguen confeccionar una serie redonda y una de las mejores temporadas que veremos en 2013. Tenemos desde una monja, una rusa mafiosa, un grupo de latinas, los ojos más locos del drama carcelario o a un transexual entre el copioso talento e inabarcable mural de las actrices de reparto, que van a ir desfilando junto a las visitas familiares y del prometido de Piper para mostrar el choque e interacción de ambos mundos, respaldados con esos flashbacks que propulsan la discordancia y/o el paralelismo en vez de resultar explicativos y recurrentes.


La prisión es diferenciada de la cárcel pero todo nos recuerda a un instituto separado del resto del mundo aunque se podría entender también como una visión contemporánea de un campo de concentración nazi. Nos encontramos ante una comedia negra muy bien pulida que puede hablar sin tapujos del sexo o utilizar el cáncer como arma de supervivencia en un submundo de colorantes amorales. Nos va a introducir en la vida de una nueva presa que puede (y debe) convertirse en la mayor y más peligrosa bitch de la prisión para sobrevivir. Puede que como bien dice una de las reclusas, el color naranja de las nuevas adquisiciones aporte esa distinción como novedad. ¿Cuándo pierda color a lo largo de los capítulos y temporadas “Orange Is the New Black” nos parecerá más gris? Habita en el dramedia cierto contrapunto crítico sobre la desigualdad jurídica de los crímenes cometidos con el castigo impuesto y multitud de retoques para el seriéfilo con “Oz”, “Mad Men e incluso “Los viajes de Sullivan” entre un arsenal de referencias populares. La historia de esas mujeres y sus catastróficas consecuencias va a ser revelada en cada capítulo a modo de flashbacks mientras observaremos también la(s) vida(s) pasada(s) de Piper y aquello que hace su prometido en paralelo. Los acertados títulos de crédito nos indican esa lluvia de caras y coro de la propuesta que no duda en incluir todo tipo de etnias y clases sociales para potenciar su tratamiento global.

Los correccionales de mujeres tienen vida más allá del sexplotation y de la escasa cobertura televisiva que han tenido en el pasado para superar los tópico y los pornomustachos machistas con contrastes de frases del tipo «¿Por qué alguien renunciaría a ser un hombre? Es como ganar la lotería y devolver el décimo» van a ofrecer todo tipo de puntos de vista. Sobre todo gracias a esos secundarios-tipo que nunca solían dar el tipo. ¡E incluso la crisis y los recortes no están ausentes junto a crímenes económicos y una lucha interna por el control burocrático de la prisión en un ejercicio de escritura de multinivel! La idea es que el espectador viva como suya propia la experiencia de ese cosmos alternativo donde una gallina, perder un destornillador o enfrentarse al mundo real o la soledad pueden convertirse en terribles y desquiciantes aventuras. Hábilmente los guionistas de “Orange Is the New Black” han planteando una serie con grandes personajes muy bien perfilados evitando el cliché gracias a sorprendentes puntos de giro, mientras que el punto de vista en paralelo sobre el exterior (el mundo libre) y el interior (el mundo supuestamente coartado de albedrío) impulsan un mensaje subyacente sobre las prisiones en las que vivimos cada día y la maximización de cualquier herida e inconveniente por insignificante que parezca.


“Orange is the new black” es uno de los aciertos del 2013 y me parece en el reverso adulto y carcelario de My Mad Fat Diaryporque sobrevuelan lo predefino gracias a la originalidad de los detalles de guión sobre lugares comunes. «Las lesbianas pueden ser muy peligrosas. Es la testosterona», nos explican… aunque esta dramedia sí que resulta peligrosa, sobre todo para los seriéfilos… y para ese mundo masculino que vemos desmoronándose ante el mono-sexo, la ineptitud y la absoluta idiotez. Y todo ese choque de sentimientos, desde la sexualidad al egoísmo a la ruptura de ciertos tabús y traumas sociales, van generando una de las series más cómicas y trágicas de los últimos años. Una ficción adictiva y para todos los públicos gracias a la cercanía y amplitud de los personajes con siempre admirables argumentos y golpes de humor que borran en parte la tragedia impuesta. La multidimensionalidad coral provoca que la caricatura pase a un segundo plano para reírse de estereotipos en un subgénero redundante hasta las entrañas. No nos paran de decir que es algo temporal pero “Orange Is the New Black” ha llegado para quedarse y dejar a los espectadores condenados a una nueva prisión hecha serie.

1 comentario:

  1. Me vi la temporada en 3 días más bien en 3 noches. Me pareció genial de principio a fin, creo que refleja toda la hipocresía de la sociedad actual, todos sus negros y sus grises... junto con la repetición de las reglas del juego, tanto en el exterior como en el interior, hacerse fuerte para sobrevivir, luchas de grupos, de etnias por el control.

    Deseando que comience la siguiente temporada.

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