La tercera
temporada de “The Walking
Dead” ha regresado para confirmar que estamos ante una de
las ficciones más en forma del momento. Si nos dejó en 2012…en 2013 quiere dar
el bocado definitivo. Es una realidad que estamos ante la dura ¿realidad?: es
difícil que el nuevo showrunner puede llegar al nivel alcanzado por Glen Mazzara desde que se hizo cargo de la serie. “The
Suicide King”, noveno capítulo de la tercera temporada de “The Walking Dead”, llega para dejar claro que la adaptación de los cómics de Robert Kirkman
quiere confirmarse como la serie más popular del panorama catódico. Violencia,
sangre, vísceras, emoción y muchos sentimientos son las raciones carnales con
las que dar de comer a una audiencia rendida ante el aluvión de sorpresas con
el que es saciado en cada capítulo. Ha llegado el momento de comprobar y unificar a los personajes y elegir bandos.
Todo es un juego de supervivencia pero todos sabemos que no podrán sobrevivir
solos… Pero, ¿podrán confiar los unos en los otros?
—La clase de
mente que este mundo crea.
Parece que
la conversación que mantiene la voz de la razón (Hershel Greene) con el poder y
músculo (Rick Grimes) es el gran motor de ese mundo perdido y apocalíptico en
el que la muerte camina. También, de confiar en la gente da la impresión que
quiere tratar “The Walking
Dead” aunque sepamos que las manzanas podridas invaden y
pueblan ese nuevo mundo deshumanizado. Y para terminar, los Reyes acaban
abocados a la locura del mundo sobre el que gobiernan… parecen recordarnos. Más
allá de que el poder corrompe vamos a comprobar que tanto Woodbury como en la
prisión tomada por Rick, familia y amigos van a tener sendas crisis de
gobierno. Cada lugar tendrá a su Rey Loco, a su Rey que les arrastrará
probablemente a la perdición conjunta. Retomaos, eso sí, la temporada con Merle
y Daryl en la arena y con la sentencia del Gobernador: lucharán hasta la
muerte. Andrea pide al gobernador que lo detenga, pero él insiste en que es la voz
del pueblo la que pide tal destino. Para dotar de cierto aire sorpresivo a un
callejón sin salida, Rick y Maggie abren fuego para iniciar el rescate… Veremos
también que un caminante encuentra una brecha en la valla para entrar en la que
parecía una segura ciudad.
Es obvio que
con la aparición de Merle en el grupo provoca una reacción en cadena, ya que Glenn
y Michonne quieren la cabeza del hermano de Daryl. Es también bastante obvio
que todo va a resolverse con los hermanos yendo por su cuenta al elegir Daryl
la sangre. Merle, no obstante, mete cizaña a Michonne (hasta que es silenciado
por Rick a golpe de culata) y revela que Andrea sigue viva y está bien en Woodbury, tanto en la
cama del Gobernador como fuera de ella. Volveremos a ver a los chicos más
adelante con casi completa seguridad… y no nos creemos que Rick vaya a dar una
patada en el culo a Michonne cuando Hershel le cure sus heridas. Nos centramos
en los otros dos frentes abiertos: mientras que en prisión Tyreese quiere
ganarse su confianza y aborta los planes de Ben y Allen por dar un golpe de
estado. Sasha, la hermana de Tyresse, apoya la decisión de intentar volcarse en
el grupo para poder sobrevivir. Explican a Hershel su historia: sobrevivieron
en el bunker de un vecino loco hasta que se quedaron sin provisiones… Llegaron
a formar un grupo de hasta 25 personas… y ahora quedan con vida cuatro. Donna
tendrá su entierro y esperarán la decisión de Rick… cuando regrese y se trage
la reprimenda de Glenn por no vengar a su Maggie, claro.
En Woodbury
llega el caos y el Gobernador permanece encerrado en su apartamento. Muchos
residentes quieren salir de la ciudad y Andrea intenta calmar a ambos bandos
hasta que se escuchan los gritos. Unos caminantes persiguen a una mujer y un
hombre dando caza al segundo. Andrea liquida a los caminantes pero todos piden
que alguien acabe con el sufrimiento del hombre. Es el Gobernador quién sale de
su encierro para pegar un tiro en la cabeza del hombre tendido y volver dentro como si
nada. Andrea se dará cuenta y descubrirá parte de las mentiras de El Gobernador
y que realmente no confía en ella. « Estamos en guerra » parece la respuesta y
la rubia quiere evitar un derramamiento de sangre al descubrir que sus antiguos
compañeros siguen vivos. Andrea y Milton consiguen pacificar a los
aterrorizados residentes de Woodbury que se han reunido frente a la casa del Gobernador.
Andrea da un discurso sobre el futuro del pueblo y que los libros de historia
escribirán sobre ellos algún día… cuando los zombis aprendan a escribir, claro.
Carol se
llevará un disgusto al conocer que Daryl ha elegido a su hermano y que no
volverá. Rick se enfrenta a las noticias de su nuevo casting, Glenn y Maggie
tendrán que tener una conversación, Michonne soba como una perra reventada de
tanto correr de lado a lado y Hershel intenta tener aliados y cabeza. De cabeza
y perderla va la recta final del capítulo. Un beso de Beth en la mejilla peluda
de Rick, la luz de su hija y el recuerdo de su mujer provocará que el ayudante
de sheriff comience a tener visiones tróspidas. Inicialmente Rick no se quiere
hacer responsable del grupo y Hershel le invita a entrar en razón… hasta que la
sombra de Lori aparece en una de las pasarelas a modo de visión. ¿Va de boda o
de la última temporada en el cielo? Los haters de Lori habrán gritado en sus
casas. Más incluso que el pobre Rick que echa a chillidos a Tyreese antes de
que el resto del grupo piense: « Estamos en guerra… y apañados ».
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