(2012)
EEUU
Director: Ben Lewin
Título original: “The Sessions”
Sinopsis (Página Oficial):
Basada
en los escritos autobiográficos del periodista y poeta Mark O’Brien, “Las
sesiones” cuenta la historia de un hombre confinado en un pulmón artificial
que decide, a los 38 años de edad, perder su virginidad con la ayuda de una
terapeuta y el asesoramiento de su sacerdote.
La propia película
lo dice alto, fuerte y claro: el sexo vende y las motivaciones reales del
protagonista son sacar pasta por el artículo que va a escribir al respecto y en el
que se basa la cinta. Obviamente, luego están los sentimientos… No sé si habrá
gente que se esperaba que el final de “Las sesiones” fuera como el de “Pretty
Woman”, que Mark O’Brien
recuperara la completa movilidad y fuera a buscar a su amada teraputa en
una limusina con sintonía orgasmoperística con un matojo de flores púbicas y un socorrido paraguas en erección. Las cosas son lo que son,
aunque intentemos idealizarlas, analizarlas a modo de terapia y dotarlas de un
profundo sentimentalismo para adornar y embellecer una historia aparentemente
sin concesiones: «Un hombre que ha desafiado cualquier expectativa de vida
médica, periodista y poeta y con un pulmón de acero, contrata a una sustituta
sexual que le ayude a perder su virginidad a sus 38 años y seguramente poco
tiempo antes de morir». En resumen: todo se reduce a FOLLAR.
La película podría titularse ‘Me acosté con un tronco’ o como han renombrado en otros países “Seis sesiones de sexo” o “Lecciones íntimas” a modo de filme porno. Es cierto que hay desnudos, se fornica y un cura se pone caliente escuchando los pecados impuros, pero es ante todo una cinta sentimental, donde se explora la lógica misteriosa o poesía de la vida. El cura lo tiene claro: el amor es un viaje y ya está. ¡Pa’ qué complicarse la existencia! En definitiva, que aquí todo el mundo es bueno y todo el mundo folla. ¡Hasta el cura! A su modo, claro. Los distribuidores, eso sí, se equivocaron completamente: “Las sesiones” tendría que haber sido la primera película nudista de la historia del cine y los espectadores estar en bolas, tumbados e inmóviles en butacas reclinables durante la proyección en el propio techo de la sala.
Si en plena penetración le quitas el sentimentalismo barato a telefilmes oscarizados cutres como “Mar adentro” o la virguerías visuales de “La escafandra y la mariposa” te quedan películas auténticamente tiernas y sensibles como “Las sesiones”. En el entierro algunas dirían: «Mark llenó mi vida con vida y HAMOR». Suena muy poético, pero realmente se refieren a que las metió un trozo de carne por su vagina. Seamos sinceros. FOLLAR no es para nada poético. Me recuerda al chiste sexista de que las mujeres se quedan a ver el final de una película porno esperando que la protagonista se case o sea recogida por el abrazo sin empalme del Richard Gere de turno. Repito: FOLLAR no es para nada poético. Y menos esa poesía tan cutre y en el que se habla penetrar en txt o con un bloc de notas:
Poema de amor… para nadie en particular
Déjame tocarte con mis palabras,
Con mis manos que son,
como guantes de caucho vacíos.
Deja que mis palabras caigan en tus oídos,
se deslicen por tu espalda
y le den picazón a tu vientre.
De mis manos... volando como ladrillos,
para acariciar mis deseos y rehusándome tercamente,
a seguir con mis mas callados deseos.
Deja entrar mis palabras a tu mente,
enterrando antorchas…
Déjalas entrar por voluntad dentro de tu ser
Así que puedan hacer el rescate fácil,
dentro de ti…
Pero al contrario
de lo que pueda parecer, la película se deja disfrutar y actúa como una gran
vagina para explorar en la que el espectador descubre al final de la misma que
era el propio clítoris… y, entonces, se corre. O sea, que llora… pero de la
felicidad… que conste.
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