Título original: “Lawless”
Director: John Hillcoat
EEUU
Director: John Hillcoat
EEUU
2012
Sinopsis (Página
oficial):
1931. En el corazón de la América de la prohibición. Los tiempos son
difíciles y los empleos escasean, pero los Bondurant (Shia Laboeuf, Tom
Hardy y Jason Clarke) han levantado un próspero negocio local,
destilando una potente y popular variedad de alcohol ilegal. Pero los días de
contrabando en el Condado de Franklin están a punto de terminar con la llegada
del Agente Especial Rakes (Guy Pearce) de Chicago. La nueva ‘ley’ es
letal y corrupta, y pondrá a prueba todo lo que los hermanos han construido y
representan. Pero, mientras el resto del condado cede a la represión despiadada
de Rakes, los Bondurant no se pueden permitir inclinarse ante nadie.
Hay proyectos que quedan en simple papel en el sentido
metafórico y literal. La adaptación de la novela de Matt Bondurant sobre
unos rednecks beatificados por sus semejantes rurales durante la Ley
Seca no va más allá de la tensión que aparentemente puede generar ese rostro
pálido, deformado y amanerado de un Guy Pearce mutado sacado
directamente de las viñetas de Dick Tracy. El filme de John Hillcoat
con libreto de su habitual y polifacético colaborador Nick Cave con sus
anacronismos musicales añadidos, no mira más lejos de la intrascendencia. Es simple
papel para que lo digiera el espectador: sin gusto ni alimento, simplemente una
degustación pasajera. Un trago sin personalidad ni estilística ni narrativa
evaporado ya antes de iniciar su recorrido por el gaznate. No sirve de nada contar
con un solvente reparto si realmente no hay una historia potente y definida que
detallar…
Veamos, tenemos numerosas líneas proclives al interés.
El autor de la novela narra la historia de sus propios antepasados y en cierta
medida se rodea del misticismo de la frase surgida de uno de ellos: «Nada puede
matarnos. No moriremos nunca». Lamentablemente, el filme muere en menos de
cuarto de hora… “Sin ley (Lawless)” tampoco va a jugar con mitos y
leyendas, ya que deposita su punto de vista en el ‘guaperas’ de la familia pero
sin otorgarle una gran historia —y melena Loreal— a lo “Leyendas
de pasión”. La fábula de unos destiladores clandestinos en el condado de
Franklin tiene puntos de interés en una conversión violenta desde la convulsada
inocencia como medida de supervivencia del clan, en el mito del gánster que
podría inspirar Floyd Banner (Gary Oldman), en el drama familiar,
romántico y personal que parecen vivir los ya desvividos protagonistas. Poco
importa, cuando todo es retratado por secuencias de montaje y anacronismos
musicales que no añaden interés.
Ni Ley Seca, ni Gran Depresión ni corrupción política
y policial en tiempos sin ley que nos devuelven al western como medida de
rescate. Simplemente “Sin ley (Lawless)” hace aguas en comparación a un
mal capítulo de “Boardwalk Empire”. Su concepción cinematográfica es tan
fallida como indiferente y su narración no sabe conjugar las piezas que
despliega en un destartalado tablero. Otra cuestión es saber cómo vender la
película para atraer a espectadores. Teniendo en cuenta que media humanidad
odia a Shia LaBeouf y la otra mitad quedó traumatizada al ver aparecer
su pito y torturado rostro en un clip Sigur Ros, lo suyo era anunciar en
el póster de la película que el actor nominado a 2 Razzies y 4 MTV
Movie Awards será brutalmente apalizado. Millones de personas hubieran
pagado y aplaudido por ver como LaBeouf es golpeado y hostiado
ferozmente mientras pide con su boca hinchada y sangrando un perdón que nunca
llegará. Al menos, para esta fallida película.
P.D.: ¿Nadie se ha descojonado como servidor cuando Tom Hardy se pone a hablar como Bane en el hospital?
P.D.: ¿Nadie se ha descojonado como servidor cuando Tom Hardy se pone a hablar como Bane en el hospital?
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