“Gran Torino”
(2008)
EEUU
Director: Clint Eastwood
Sinopsis (Página Oficial):
Walt Kowalski (Clint Eastwood), un trabajador del automóvil jubilado, ocupa su tiempo con reparaciones domésticas, cerveza y visitas mensuales al peluquero. Aunque el último deseo de su difunta esposa fue que se confesara, para Walt, un resentido veterano de la Guerra de Corea que mantiene su rifle M-1 limpio y listo, no hay nada que confesar. Aquellos a los que solía considerar sus vecinos se han trasladado o han fallecido y han sido sustituidos por inmigrantes hmong, del sudeste asiático, que él desprecia. Ofendido por prácticamente todo lo que ve: los aleros caídos, el césped descuidado y los rostros extraños que le rodean; las pandillas sin propósito de adolescentes hmong, latinos y afroamericanos que creen que el barrio les pertenece; los extraños inmaduros en que se han convertido sus hijos; Walt sólo espera a que llegue su última hora. Hasta la noche en que alguien intenta robar su Gran Torino del 72. Tan reluciente como estaba el día en que el propio Walt ayudó a sacarlo de la cadena de montaje hace décadas, el Gran Torino hace que su tímido vecino adolescente, Thao (Bee Vang), entre en su vida cuando los pandilleros hmong presionan al chico para que intente robarlo. Pero Walt lo impide, convirtiéndose en el reacio héroe del barrio, especialmente para la madre y la hermana mayor de Thao, Sue (Ahney Her), quien insiste en que Thao trabaje para Walt para enmendar su conducta.
“Gran Torino”, rebautizada en su momento por bastardo servidor como “Gran Vitorino”, fue la mejor comedia junto a “Tropic Thunder” del 2008. 95% de sitcom, 4% de cara de mala hostia y 1% y resto de drama callejero lacrimógeno… Se le ven todas las costuras. Sí, todas. Pero el cosido sin cocido funciona a estereotipación con acribillamiento y golpe de una Uzi humorística. Es como la vida de Jesús… pero con balazos y un único discípulo para ahorrar personajes por ser una cinta-indie-low-cost. Como “Harry el sucio” con doscientos años en el bolsillo y asiáticos de la etnia Hmong por todos lados a modo de masillas. Cualquier persona con un poco de cultura sabrá que la película se trata de un chiste: los hmong al igual que los ewoks son producto de la ficción. En las memorias (o testamento) que escriba con su firme puño y precisa letra Clint Eastwood confirmará lo que voy a contarles a continuación: realmente “Gran Vitorino” era una spoof movie y coña a modo de parodia de todas sus películas. Eastwood pensó en poner risas enlatadas al ver que en los primeros pases con público, antes del estreno, la gente se emocionaba en vez de partirse de risa y tirarse por el suelo. Como todos sabemos, últimamente todo el mundo (y sobre todo los fanboys) se toman todo en serio. Pero todo, todo... Así que Eastwood se lamentará hasta el día de su muerte de no haber contratado a David Zucker y únicamente podrá revelar toda la verdad (por la terrible vergüenza) una vez haya palmado. Tuvo que vender finalmente su comedia como un drama testa-mental para evitar ser tiroteado por sus propios fanboys que beatificaron la película como la vida de Jesús.
Eastwood alegró con su presencia en cartelera la vida de muchos espectadores que vieron en “Gran Vitorino” la honestidad de un drama invisible de seres invisibles en un mundo invisible. ¡Cuánta invisibilidad! Recordemos, son ewoks, y los ewoks sólo existen en nuestra imaginación y si es merchandising oficial. Yo sólo veo hilos en esta película: hilos que dirigen a los personajes como marionetas, marcas por el suelo para el movimiento de los improvisados intérpretes, actores que se acaban de aprender las frases del guión y tomas únicas en plan Ed Wood. La intención de Eastwood fue conseguir a gente de la calle para que sus terribles y forzadas interpretaciones consiguieran des-dramatizar todo el asunto y que el público se partiera la caja con el mil veces visto argumento. Respondan a una simple pregunta: ¿en qué películas han aparecido los actores secundarios de “Gran Vitorino”? ¿No ven acaso que ahora todo tiene sentido? Pero ahí apareció un escupitajo en la cara de la boca de Clint. Vaya tío, que dirige, produce y protagoniza una película por la que nadie daba un duro, con la que quería reírse (con y de) el público y que finalmente es la que más recaudó de toda su carrera. Al final lo que fue pensado como un chiste se convirtió en uno en el que Eastwood era el involuntario protagonista.
'Venganza y sacrificio' sería el resumen de una cinta que desmitifica la religión para buscar una propia. Es normal que Eastwood tenga muchas secuencias con curas en todas sus películas aunque que me digan que esta cinta tiene final sorpresa es que no se han leído Los Evangelios. Como vimos en “Million Dollar Baby” la familia es otro enemigo en el que aparecen los aliados donde menos te lo esperas. Y es ahí ese brote de perpetuidad, de crecimiento personal en la vida de otros que continúen el legado generación con los valores por lo que has luchado. Realmente lo que nos quiere contar Eastwood es el que el cine oriental será el sucesor del cine clásico norteamericano... por muchos escupitajos, amenazas y balas reciban de esos pandilleros llamados público-general-aficionado-al-cine-comercial-y-comedias-de-Julia-Roberts. “Gran Vitorino”, como buen Miura, cuenta muchas cosas pero acaba... (¡spoiler alert!) FATAL: en la canción que cierra la cinta y que ‘canta’ a capella Eastwood con dos Mentolín de menos desafina cantidad. ¡Vaya horror! ¡Vaya divertimento! Pero nadie se rió... salvo bastardo servidor que entendió lo que quiso contar el Sr. Eastwood: esa reinterpretación de su propia leyenda como legado en la que va a ser la mejor película (cómica) que nos deje con vida el director de “Sin perdón”. El tiempo, que conste, me dará la razón... aunque no me deje en el testamento un buga y el bono de 2x1 de esa peluquería para calvos.
'Venganza y sacrificio' sería el resumen de una cinta que desmitifica la religión para buscar una propia. Es normal que Eastwood tenga muchas secuencias con curas en todas sus películas aunque que me digan que esta cinta tiene final sorpresa es que no se han leído Los Evangelios. Como vimos en “Million Dollar Baby” la familia es otro enemigo en el que aparecen los aliados donde menos te lo esperas. Y es ahí ese brote de perpetuidad, de crecimiento personal en la vida de otros que continúen el legado generación con los valores por lo que has luchado. Realmente lo que nos quiere contar Eastwood es el que el cine oriental será el sucesor del cine clásico norteamericano... por muchos escupitajos, amenazas y balas reciban de esos pandilleros llamados público-general-aficionado-al-cine-comercial-y-comedias-de-Julia-Roberts. “Gran Vitorino”, como buen Miura, cuenta muchas cosas pero acaba... (¡spoiler alert!) FATAL: en la canción que cierra la cinta y que ‘canta’ a capella Eastwood con dos Mentolín de menos desafina cantidad. ¡Vaya horror! ¡Vaya divertimento! Pero nadie se rió... salvo bastardo servidor que entendió lo que quiso contar el Sr. Eastwood: esa reinterpretación de su propia leyenda como legado en la que va a ser la mejor película (cómica) que nos deje con vida el director de “Sin perdón”. El tiempo, que conste, me dará la razón... aunque no me deje en el testamento un buga y el bono de 2x1 de esa peluquería para calvos.
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